Cazador de Bestias

Cazador de Bestias

Sergio Morel

02/08/2022

Capitulo 1: Sangre de Dragon

Todo empezó con un abrir de sus ojos, en un terremoto de explosiones y fuerzas, se abrieron sus alas y vieron el universo a sus pies. Una gran voz habló, los llamó. Luego un silencio ocurrió en lo profundo de sus almas.

Uno se iluminó y el otro se oscureció. El primero dudó de la luz, y se hizo oscuridad, el segundo, dudó de la oscuridad, y se hizo luz. Ambos eran hermanos, uno hombre, el otro también. Ambos se separaron de sus caminos, uno se fue con la voz, el otro se apartó de la voz; uno siguió el camino de luz, el otro se acercó a las tinieblas. Ambos se enemistaron, uno maldecido a su creador, el otro Amó a su creador.

­­­- Abrázame, porque eres el que me Ama. -dijo la voz.

– Cae. -dijo la voz a el otro. – Porque yo sigo a la, luz y aborrezco la oscuridad.

El primero, lloro de Alegría y Amor, el otro se burló; uno sufrió, el otro se regocijó.

Ambos se separaron. Uno se fue, el otro se quedó.

– Ven hijo, a ti te tengo un destino, el otro también tiene uno. Tú eres creador, y el otro es destructor. Uno tiene amor, el otro tiene odio. Ambos saben que tienen poder ilimitado.

Uno amará la luz y el otro se verá en tinieblas.

Uno descenderá desde los cielos.

El otro caerá sin alas. Uno se convertirá en guerrero. El otro en Bestia.

Uno azotaría al mundo, el otro lo protegería. Ambos están divididos.

La batalla comenzara….

Uno arrojara fuego sobre él otro. El otro se protegerá, y así, comenzará la enemistad…

– Mirad a tu hijo, ¿acaso no es precioso? -habló la madre del que callo el silencio con su llanto. Y trajo la luz a este mundo con el abrir de sus ojos.

– Yadira. Me has dado un hijo precioso: me siento muy feliz por ustedes que sean parte de mi vida.

El niño creció. Lo llamaron Sergus. Aprendió a luchar de un guerrero curtido, como lo es su padre, Tayus.

– Hijo mío, éste es tu Templo. Tu meditación, es tu fortaleza. Tu mente, es tu temple, y tu corazón es tu arma. No pienses, siente. Percibe, no escuches, deja fluir tus instintos. Guíate por lo que Amas, No te aferres, deja fluir, se como el agua que fluye agua estancada se pudre; agua en movimiento nunca lo hace.

Lo que te rodea, es lo que te da fuerzas. – Siente a tu alrededor, ¿qué es lo que ves? El hijo responde:

– Veo árboles, rocas, animales, agua fluyendo; veo quietud, veo movimiento, veo violencia, veo paz. Me siento a mí. Siento fuerza fluyendo dentro de mí, como una gran llama que se extiende a lo largo de todo mi ser.

El padre lo miró, y respiró.

– Tienes un largo camino por delante. Te verás obstaculizado por muchas pruebas, pero en tú camino hallarás respuestas y preguntas, pero la forma en que lidies con ellas será cómo te defina, hijo mío. Ahora trae leña, tu madre necesita calor y comida.

Comienza el invierno para Sergus, su madre muere, a sus seis años de edad. Su padre decide que es tiempo de hacer un guerrero de su hijo. Así que lo lleva con la orden de guerreros de caballeros, y se marcha. Sus últimas palabras hacia Sergus, son…

– Sergus. Sabes que lo que hago, es porque debo hacerlo…. Di que lo entiendes…

– Lo entiendo, padre.

– Tayus se marcha y deja a Sergus, en las manos de la orden de caballeros.

– ¡De nuevo!…

-¡Mantén tu guardia en alto!

-¡Concéntrate!…

-Siente a tus oponentes!…

-¡vamos!…

-¡Demuestra de qué eres capaz!…

El joven Sergus ataca a sus oponentes y desata una furia enorme, contra sus rivales, ataco una y otra vez.

Uno lo rodeo por la espalda, él lanza un espadazo, directo a su cara, quebrándole la nariz. Da un giro rápido arremetiendo contra el segundo lancero, en la cabeza con la espada. El tercer lancero, arremetió contra el con terrible fuerza en su rostro, Sergus no se inmuto, de hecho, se abalanzo sobre él, golpeándolo, partiéndole la mandíbula. Éste comenzó a sangrar, en el suelo.

Con mucha ira, desenvolviéndose en el entrenamiento, sus mentores miraban sus luchas casi inhumanas para alguien de su edad, se había curtido bien, en los entrenamientos y en las batallas libradas en los campos.

Pero todavía no era un caballero digno de la orden. Para serlo debería pasar la prueba más dura de todas y estaría solo sin nadie a su lado.

Bañándose en la sangre de su primer dragón, muerto por él, obtendría más fortaleza, pero esa historia se adelanta a cómo lo mato esa noche, cuando entró en esa cueva asquerosa, maloliente y putrefacta.

Tan solo con sus ojos, una antorcha como lumbre, su espada y su corazón como arma y su armadura, y su escudo.

Las voces de muerte se dibujaban en las paredes.

Éste era el rito de iniciación que debía pasar antes de convertirse en un caballero digno de la orden.

Se fue adentrando más y más en la cueva, y las voces lo llamaban, los muertos hablaban, intentaban infringir temor en él, pero él no se inmutaba; no estaba inquieto ni asustado, solo se adentraba más y más hasta el fondo de la cueva.

Los gritos de una mujer hermosa se escuchaban.

– Ayúdame, por favor. ¡Ayuda, tengo miedo! -decía. – Tengo miedo, ayuda, está oscuro. Él sabía que no podía confiar en nadie ahí adentro, ni en nada de ahí dentro.

– Ayúdame…

Una mujer en la cueva, hermosas ropas, figura lujuriosa y voz suave, clamaba auxilio.

Sergus, la observó y ella como moviéndose como un espectro se acerca a el hablándole susurrándole al oído, ella se mueve como una mujer hermosa y deja caer sus ropas revelando una figura hermosa y desnuda en carne puedes ayudarme tan solo tienes que tomarme en cuerpo, y poseerme, y seré totalmente tuya. Piensa en los placeres que te esperan, lo que te puedo ofrecer, una mujer como yo no abunda en el mundo, vamos solo tócame siénteme, hazme tuya. A lo que Sergus responde con un golpe de puño en su cara y desenvaina su espada.

– Apártate, no me engañas. Tú criatura despreciable, eres el mismo mal.

La cueva se volvió tinieblas, Sergus vertió aceite en su espada, encendió, su espada, con la antorcha. La mujer río. Ruidos estremecedores, empezaron a resonar, en la cueva. Los huesos y las cadenas oxidadas, comenzaron a dar forma a una criatura, violenta grande y repugnante. La mujer que yacía, en la cueva no era más que un disfraz, de oscuridad.

Esta, gimió como bestia, abriendo la boca de tal forma que comenzó a vomitar, ratas y otros insectos. Estos atacaron a Sergus, él se defendió pisando a las ratas y blandiendo su espada mientras quemaba a los insectos voladores.

De su boca salió humo poco a poco se fue incrementando y dio origen a fuego.

El la vio transformarse, en un ser horripilante, de cola larga, horribles dientes, ojos grandes. Desde su cabeza, salieron espinas como las de un reptil y una cresta de afiladas cuchillas; crecieron desde dentro hacia fuera de su cabeza. Cuatro patas de animal, emergieron de sus extremidades, esta era la mujer que tanto, clamaba por auxilio y placer ahora convertida en una criatura asquerosa, con forma de dragón.

Su respiración era lo bastante intimidante para cagar de miedo a cualquier guerrero, pero Sergus no era cualquier guerrero, esta prueba la había estando, esperando toda su vida. Si quería probar ser digno de la orden debía matar a la bestia

– Al fin te muestras criatura, esto es lo que eres: un ser despreciable como te describieron sales en la noche, quemas pueblos, y matas inocentes.

¡Yo te pondré fin!… ¡Ven a Por Mii!…

Sergus, embestido a la bestia y esta lo golpeó con un azote de su cola, arrojándolo contra una roca de la caverna. Ella se escondió y desapareció a la vista de Él. Se produjo un silencio ahí dentro, Sergus se calmo y empezó a sentir como su instinto lo guiaba la vestía empezó a jugar a las escondidas para aparecer por detrás y el darse justo la vuelta a tiempo clavo sobre un ojo su espada cuando el dragón respondió con fuego de su boca el se cubrió con su escudo mientras resistía el intenso calor del animal se acerco mas y mas a la bestia y dio un fuerte golpe con su escudo al mismo tiempo que detenía el aliento del dragón.

Una vez más arremetió contra el dragón, embistiéndolo con gran furia y fiereza. Con su escudo, por debajo del estómago clavó con gran fuerza la espada en el el pecho, la saco y volvió a clavar una y otra vez, la bestia comenzó a derramar grandes charcos de sangre, pero solo apenas estaba herida. El monstruo, se molestó y lo azoto fuertemente de un golpe con su cola. El voló hacia el interior de la cueva, cuya intención del animal era acorralarlo para que no saliese de allí con vida. la espada y el escudo de Sergus cayeron lejos de él, este se levantó del suelo, y con la bestia frente a el abrió sus manos, y grito las palabras «Heme Aquí».

De pronto un ruido metálico, que fue ensordecedor para el dragón, se escuchó por toda la cueva. Eran la espada y el escudo que volvían volando, a las manos de su dueño. Produciendo un ruido ensordecedor para la bestia.

Este las sujeto con fuerza y él estaba listo para otra vez enfrentar a la bestia.

corrió con furia aguerrida y un espíritu inquebrantable, a darle un golpe en la cabeza cortarlo con su espada por el cuello, cegarlo de un espadazo.

Comenzó a golpearlo fuertemente en la cabeza con sus propios puños, mientras le cortaba el cuello con su espada y lo asfixiaba el animal fue cediendo y cansándose desangrado y ya casi muerto, le abrió las fauces del animal con sus manos, separando su cabeza de su cuerpo, mientras esta gemía de dolor desesperada e incontrolablemente moribunda cayo al suelo y Sergus le arranco la cabeza Matándola, proclamando su victoria sobre la bestia ahora muerta convertida en un trozo de putrefacción.

El salió de la cueva con la cabeza del dragón, colgando de su espalda.

Quemado y lastimado, se bañó en la sangre del dragón, sus heridas fueron sanando poco a poco y cerrándose mientras se bañaba, una hoja voló por los aires, cayendo sobre una parte de su espalda accidentalmente este no se percató de que la hoja se había puesto, en el lado izquierdo, por encima del omóplato.

Esto seria crucial ya que se convertiría en la única parte mortal del Guerrero.

CAPÍTULO 2: RETORNO AL ORIGEN.

Ensillo su corcel y sobre su montura puso la cabeza del dragón y partió, de regreso a su hogar, cabalgando por los prados. Vio como los atardeceres, ilustraban, los horizontes, cubriéndolo con un manto hermoso.

Las tormentas, enfurecidas junto a ventiscas. Amenazaban con tirarlo del corcel, pero este disfrutaba la inclemencia del tiempo. Lluvias torrenciales parecían retarlo a maldecir el viaje, pero este solo disfrutaba del paisaje, presenciando la ira de los cielos, como castigaban la tierra, con rayos e iluminaban la noche con destellos y relámpagos. Él lo disfrutaba, sabia que estaba en paz después de una violenta tormenta, venía la quietud, estando a cubierto, extendió sus brazos uniendo sus manos para recoger agua, tentada de escaparse de entre sus manos, él bebió de ella, solo lo suficiente para calmar su sed y convidar a su compañero, de piel oscura y brillante pelaje.

Para él, cansancio, no cabía en su código. No tuvo alternativa, su amigo no podría avanzar tras esta tormenta y además hacía tiempo, desde que había probado alimento alguno, aunque sus tripas se inmutaran, necesitaba comer al menos para seguir su viaje.

Con su espada bien afilada se adentró en las aguas, su amigo con pelaje brillante, observaba, como se perdía en lo profundo de las aguas, aquel fiel amigo no temió por su partida, pero festejo su regreso cuando este volvió a él con un gran pez entre su lomo y heridas en su espalda, que se fueron cerrando cuando retornaba de las aguas, mientras su amigo de color oscuro festejaba su llegada dando golpes, sobre el suelo, este calmo con gran entusiasmo a su compañero dándole palmadas sobre su lomo e imitando su susurro, como si pudiera hablarle en su propia lengua.

El fuego fue reconfortante para ambos, él comió y se acostó sobre el lomo del animal que se prestó confiado y casi en un amor paternal, unido por un lazo intangible, invisible e inquebrantable. Descansaron juntos con la hoguera como calor reconfortante y abrasador. Al día siguiente continuaron, atravesando juntos, peligrosos puentes, riscos, pendientes y todo tipo de obstáculos. Llego a un camino en donde una carreta rota obstaculizaba el paso. El bajo de la montura dispuesto, a quitarla, noto que en el suelo se esparcía un color rojizo, se inclinó sobre el suelo y lo tomo entre sus dedos, olio el olor de la sangre y vio a un anciano agonizando.

Siempre desconfió como en la cueva, pero un sentimiento en su ser le dio quietud y confió en el viejo anciano. Lo examino y quito la mano del anciano cubierto de sangre desde la cabeza hasta los pies, que se tapaba el estómago, con sus manos y aferrado a la vida, se sujetaba de sus ropas gastadas.

-Déjame ver, -No te haré daño. Confía en mí.- El anciano lo vio con ojos llorosos, aferrándose más y más a la vida. Con ojos lagrimosos mirando al caballero como si fuera un ser de luz dejo revisarse.

-El caballero verifico su estómago y se estaba desangrando, parecía que algo muy filoso hubiese arrancado las tripas hacia fuera.

– ¿Quién te ha hecho esto? – pregunto al anciano.

El viejo con terror levanto su mano temblorosa hacia el cielo, dejando caer sus órganos al suelo y hablo en tono agonizante y cansado. De su boca en un suspiro dejo salir su último aliento. -demonios. ¡Con alas ¡…! Su suspiro final fue, el advertirle sobre demonios alados. Lo miro con compasión.

Montado en su caballo, busco una zona para acampar, prendió varias fogatas a lo largo del campo y tomo la cabeza del dragón, la corto en trozos y la esparció por todo el terreno que se alejaban de las fogatas, verifico lo que el anciano cargaba en la carreta y tomo cuerdas y unas vasijas. Su caballo se quedó dormido; el cerro, los ojos entre sueño y sueño, se despertó y escucho lo que eran el crujir de la carne, siendo masticadas por unas aves carroñeras. Nada más que cuervos. Los alejo, esperaba algo más. Paciente se dispuso a dormir, pero no del todo.

Un gemido grueso y abrumador resonó en la oscuridad de la noche. Atacando al caballo, unas criaturas con alas de murciélago y cuerpo de criatura salidas desde las profundidades de un mestizaje entre lagartos aterraban su corcel. Tomo una antorcha y blandiéndola alejo a las criaturas de su corcel. Una de las criaturas intento intimidarlo mirándolo directo a los ojos. Pero estos se escondían tras el casco de la armadura.

Los de la criatura eran distintos: rojos, amarillentos, estas eran gárgolas, despreciables, por un deseo ferviente por el ganado. Y la carne humana.

Nuestro caballero camino hacia ellas con pasos firmes y fuertes pisadas. Se detuvo, apunto con su arco tras tensar la cuerda con firmeza y determinación, disparo, su arco, la flecha fue dirigida a la cabeza de la criatura a gran velocidad atravesándole el cráneo, este cayó en el suelo, las demás se asombraron mientras esta se desangraba en el suelo en su propio dolor y cesaba su respirar. Muerta e inanimada, enfureció a las demás criaturas al ver lo sucedido a unas de sus parias y horrorizados, gimieron y exclamando ruidos perturbadores. Estas comenzaron a perseguirlo. El monto su corcel.

Detrás de él, lo asechaban desde las alturas, persiguiéndolos, aleteando fuertemente sus alas y gimiendo lo seguían volando por detrás. Al pasar por el lugar planeado dio un espadazo a una cuerda amarrada en los árboles, esta soltó una red de trampas y logro enredar a uno atrapándolo dejándolo inmóvil, peleando por zafarse de la astuta trampa, revolcándose en ella en la tierra, levantando una nube polvorienta.

El giro, con su corcel y arrojo una antorcha que prendió fuego el combustible que contenía las vasijas del anciano, consumiéndose en llamas la gárgola gemía de dolor al mismo tiempo que peleaba, inútilmente, por su vida.

Siguió cabalgando y otra descendió desde los aires aferrándose a su escudo, esta intentaba devorarlo, pero el escudo de su espalda era lo suficientemente grande y duro como para protegerlo de sus garras y colmillos afilados. Dejandose, levantar, por los aires se separó de su corcel dejándolo libre para protegerlo de la violenta criatura, ambos cayeron al suelo entre la hierba se puso de pie con su escudo avanzo, la gárgola le hizo frente, ninguno se temía ni la criatura al caballero ni él a ella. En un gemido espantoso la gárgola abrió sus alas y llamo a su paria las dos estaban frente a él ahora se veía injusta la pelea dos contra uno pensó el caballero y recordó sus batallas sus entrenamientos sus encuentros con enemigos así que se dispuso a dar batalla y camino lentamente aquietando su mente y afilando su temple y asiéndose fuerte en su corazón con el escudo en su brazo izquierdo y su espada en su mano derecha la alzo al cielo y un destello de luz descendió desde los cielos cayendo como si fuera un rayo sobre la espada ahora está convertida en una lanza, cambiaria las reglas. El piso fuerte el suelo y se aferró a él preparándose para tomar impulso, arremetió rápidamente contra ellas él dio un salto sobre una de ellas y cubrió su defensa con su escudo sacando la lanza por detrás del escudo atravesando su cuello esta quedo muerta al instante y sacándola bruscamente, corto su cabeza que voló cayendo a las patas de la otra, esta otra se asombró algo de bestia con cerebro había o al menos instinto de miedo porque lo que vio el caballero ante sus ojos fue miedo en la criatura esta intento escapar pero el arrojo con fuerzas aquella lanza atravesándolo, ahora agonizante, clavado en la tierra él iría en busca de una vasija. La roció sobre aquel bicho mientras esté clavado a la tierra lo ve acercarse con fuego, la criatura ve los últimos instantes de su existencia, como lo hizo el anciano.

El caballero lo mira a los ojos sin sentir culpa u odio o venganza, arrojándole la antorcha. La lucha había acabado, el camino debía ser recorrido, ya no había trofeo para reclamarlo ante la Orden. Solo quedaba encender el fuego y ver como las ramas secas envolvían en llamas que se extendían y liberaban el alma del anciano en cenizas, cuyas chispas se alzaban a los cielos, volviéndolo a la fuente.

Regresándolo a su origen.

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