Y como nos están metiendo cuento todos estos días, se me ocurrió que podía escribir unosmás convincentes, ahí vamos con el primero, esta es la triste historia de:
KEIKOCIENTA
Había una vez, una pequeña descendiente de asiático que en algún momento fue la hija engreída del mejor shogun que existió en el Perú,incluso en su tiempo de gloria llego a ser primera dama, dado que su madre había sido removida ELECTRICAMENTE del cargo; fue exactamente en esta época que nació en ella, las terribles ganas de ser la primera presidenta del país, y así hubiera sido quizás,sino fuera porque el emperador aprovecho un día en que mando cazar a la rata más grande vista por estos lares, esa rata pues, la de los MONTES, I NOS dejó para largarse al Japón; dejándola triste y desolada, tan triste y desolada como estaba, cuando estudiaba en la universidad de Boston, donde su CRUEL padre SOLO gasto más de un cuarto de MILLON DE DOLARES, una mezquindad en realidad, casi una escuela pública, de allá en lo alto de los cerros de cualquier provincia del país, una ganga, de la cual hasta ahora no da una explicación real, pero bueno, volvamos al OTRO cuento; la pobre Keikocienta tuvo que soportar los abusos y los desplantes de sus dos MALVADAS hermanastras, Ollantina y Pedrita Pabla, quienes le ganaron las elecciones en sus dos candidaturas, no pudiendo sentarse en el sillón de palacio.
Fue en la primera de estas, en el 2011, que viéndose sin un centavo para su campaña, se encontraba de regreso de los EEUU de uno de susmúltiples viajes, que paga obviamente, con los ingresos percibidos de su amplio curriculum de trabaj…………, perdón, pero la pobre Keikocienta NUNCA A TRABAJADO FORMALMENTE, a no ser cuando era congresista, donde falto SOLAMENTE 500 DÍAS, casi nada, lo que cualquier empresa soportaría de su empleado más cumplido, nada más; de ahí el nombre el cuento, pues al parecer solo se dedica a la muy honorable labor de ser AMA DE CASA, con todo el respeto que este oficio me merece por supuesto; lava, cocina y trapea, TODO EL DIA, nuestra sufrida protagonista, ese es OTRO CUENTO también, pero volvamos al original.
Se encontraba entonces, llora y llora, como Candy cuando se le muere Anthony, sentada en una banca del Parque de las Aguas , cuando en medio de la bruma matinal, se le apareció su Hada Madrina, vestida de sastre, con un portafolio bajo el brazo, ella, sorprendida por la repentina epifanía, se tomó el rostro con la inocencia que le caracteriza:
—¿Quién eres? —pregunto con curiosidad extrema.
—No te hagas la coja, soy tu Hada Madrina, y he venido a ayudarte.
—¿Cómo te llamas Hada Madrina?
—Me llamo Marcela Ode.
—¿Solo un apellido?
—Como jorobas, ya, mi segundo apellido es Brecht.
—¿Cómo me ayudaras?
—Te are llegar 1.2 millones de dólares.
—Pero Hada Madrina, ¿Cómo haremos para que nadie se dé cuenta?
—Hija mía, estas rodeada de ANIMALES, que te seguirán donde sea, me dices a quien se lo doy y yo enviare a una de mis hadas, una BARATA, para que se lo dé a quien tu indiques.
—Perfecto, te enviare a uno de mis burros, se llama Yoshi, tiene un problema con las fechas, siempre que manda una carta después la corrige a mano, pero me dará el dinero, no hay problema…….., perooooo ¿Que diré si alguien en algún momento se da cuenta de lo que me diste?
—Solo dirás que no me conoces, y que si en algún momento me viste, eras fría y lejana; total, hija, para la justicia peruana tendrá que ser necesario que te tomes un selfie conmigo para relacionarnos, y eso es algo que no haremos por supuesto.
—¿Pero cómo hare para justificar los fondos?
—Hum, hhhaaabbbeeerrr, puedes hacer unos coctelitos, con unos cuantos bastara, después dices que todo está en orden y te haces la loca, anotas en las planillas que tus colaboradores tienen más plata que Atahualpa, y ya, total la ONPE, no te hará problema.
Keikocienta se siente radiante y feliz por las noticias.
—¡Vamos preparando tu carruaje para llegar a palacio hija! Quien sabe en cuál de las elecciones saldrás ganadora. Déjame ver…….., primero necesitaremos una CALABAZA.
—Madrina, la más grande que tengo es la BARTRA, la tengo guardada pues nadie la consume, a todo el mundo le cae mal.
—Perfecto, ahí no tengo mucho que limpiar, total YA ESTA HUECA, yo pensaba darte un carruaje de lujo, pero con esa, solo te saldrá la carreta de los Ingalls.
Efectivamente, después de un movimiento de su varita mágica, aquella HORRIBLE calabaza se transformó en la carreta aquella, pero sin toldo, porque estaba tan vacía y seca que no alcanzo para esa transformación.
—Bueno, madrina, peor es nada.
—Ahora necesitamos unas TRES RATAS.
—¡Si tengo!, espera que los llamo: ¡Gus Imbecerril! ¡Jack Salaverry! ¡Maryluz Salgado! ¡Vengan por favor!
Al instante, se aparecieron en aquel lugar tres ratas asquerosas, tan feas, que hasta las del desagüe les hacían bullying, no querían que se mancillara su reputación:
—¡Seremos ratas! pero estas nos robaran hasta la basura que traigamos para comer.
Por lo que vivían tristes y aisladas,en una lata de aceite quemado, al costado del congreso.
—Bueno, hija, yo lanzare el hechizo, ¡a ver que nos sale de estos engendros!
Hada Marcela volvió a mover su varita, después de una apestosa explosión, en el lugar donde estaban aquellas ratas aparecieron tres mulas hociconas, gordas y pesadas, al verlas, Keikocienta frunció el ceño, no le gustaban esos animales.
—¿No hay nada mejor que se pueda hacer con ellos? —pregunto de inmediato.
—Mamita, ¡agradece que no aparecieron vampiros! Que cuando estas lleguen al congreso, serán peor que la viruela, deja de pedir milagros y ayúdame a ponerles las riendas.
Sin mucho ánimo después de aquella respuesta, nuestra heroína se dispuso a partir, manejando ella misma el aparato ese.
—¡Que miércoles haces! —le replico su beneficiaria.
—Pensé que ya habías acabado.
—¿Te dije que acabe? ¿Ha? ¡Habla! ¡Se nota que nunca has chambeado para nadie! Esteeeee, ejem, bueno querida mía, necesitaremos ahora una PERRA. Pero tiene que ser la más fiel de ellas, para que te sirva de cochero.
—Hum mira, fiel, fiel, no sé, pero es más brava que león mordido.
—Tráela no más, para algo servirá.
—¡Letona! ¡Fiuuu, fiuuuu! ¡Letona! ¡Ven!
Al instante apareció corriendo una perra enorme con el pelo largo y babas en la boca, que quiso atacar de inmediato al Hada Madrina, obligándola a subir de inmediato a un árbol, para protegerse.
—¡¡Agarra ese animal!! Caracho.
—Así es ella, siempre que algo le molesta sale corriendo del congreso, perdón, perdón, de la casa; ¡lance el hechizo no más madrina!, que esta no le hace caso a nadie.
Después de hechizar al animal, apareció en su lugar una bruja horrible, tenía la nariz enorme y curva, con una asquerosa verruga en la quijada.
—Esto, ¿será mi cochero?
—¡Apura no más hijita!, agradece que no apareció la monja de “El Conjuro”.
—¿Ahora sí, ya puedo irme?
La Madrina voltea visiblemente enojada, mira a Keikocienta de pies a cabeza y le responde:
—¡¡Oye conch……!! Paciencia, paciencia —se dice a sí misma la benefactora, después de respirar cincuenta veces, se calma—, ¡¡te he dicho acaso que ya termine!! ¡¡¡HAAAAAA!!! Por apurada vas a decir coj….., perdón, pero me exaltas hija, dirás tonteras y te contradecirás, como que estás de acuerdo con la unión civil y después que no; o que tu educación la pago tu abuelo y después que tus viejos;¡¡déjame chambear pe caraj…..!! Digo, digo, terminaremos pronto querida, tengo que ir a ver a otros candidatos, perdón, ahijados por ahí.
—Está bien, madrina, que más falta.
—Para terminar, necesito una BURRA.
—Si tengo una, dicen que no acabo el colegio, aunque ella insiste en que sí, se llama Brunitza García.
—Mamita, deja de jod……., discúlpame, pero me estas colmando la paciencia querida, para ayudarte a bajar y subir de ESTO, que nos está saliendo, con las huev……, perdón, dulces animalitos que me trajiste, no necesitas ir a la universidad.
—Ok, madrina, la traigo.
Keikocienta desaparece por un momento, trae a palazo limpio, para que avance, una burra crespa, con las orejas más grandes que se había visto por esos lares.
La madrina junta las cejas, mira al animal con asco, levanta la mano con la varita, cierra los ojos y lanza el hechizo, en lugar de la burra aparece un duende chato y feo.
—¡¡Pero esto!! no me podrá ayudar a subir a la carreta —reclama Keikocienta.
—Hijita, para lo que me traes, lo que apareció es un lujo, ¡¡no friegues!! Por lo menos te servirá para hacerte pata de gallo y alcanzar la carreta.
—Ahora sí, ¿ya puedo irme?
—¡¡Pucha madre!! Ya ¡¡¡lárgate!!! Te iba a hacer un hermoso vestido, pero como tas apurada como que se te acaban las combis,vete no más, en la carreta puse unos polos naranjas con una K en el pecho, te pondrás eso pes.
—¡¡¡Gracias Hada Marcela!!! Me has hecho la candidata más feliz del Perú.
—Unos últimos consejos antes que te largues.
—Dime querida Hada Madrina.
—Primero, esta wea’ no es eterna, si te chapan yo saco cuerpo y te tiro dedo, ejem, ejem, quiero decir, ten cuidado con todo lo que te he entregado, pues hay jueces malos que intentaran descubrirte, y evitar que llegues a palacio.
—Lo tendré en cuenta.
—Segundo, ¡toma! Te iba a dar unas zapatillas de cristal, pero mejor ten estos machuchos, tienen suela de cuero de elefante, por si te descubren el muerto, salgas disparada del país, ahí sí, ni me invoques, porque no me aparezco ni por el vuelto, digo, digo, confía en tus habilidades hija, y evita que este precioso regalo, sea aprovechado en tu contra.
—Claro, tendré cuidado.
—¡¡No me des la razón como a loca y toma nota!! ¡Lo que tiene una que hacer para ganar las licitaciones, en fin! ¿En qué iba?, haya, tercero, prepárate para los debates, que el otro día una gitana me dijo, que en el futuro abría una babosa, que dirá que el embarazo en las mujeres es de 16 meses, y por eso falto a la chamba, ¿Quién será esa débil mental? ¿Nooo?, bue, ya estas lista.
—¿Cómo are para llegar al palacio, con todo este tráfico?
—Eso déjamelo a mí, suerte hija mía y nos vemos en cualquier momento.
Acto seguido, la dulce Hada Madrina, mueve su varita nuevamente, haciendo que el espacio se vea limpio para el tránsito. La carreta jalada por las mulas, la bruja, el duende y la candidata, avanza a paso firme, pero es constantemente demorada por los huelguistas, de distintas asociaciones, que no creen en nadie y no permiten avanzar el cortejo de monstruos, perdón, la carroza de Keikocienta.
Estando parada en una esquina, mientras esquiva las bombas lacrimógenas que la policía utiliza para dispersar a los huelguistas, se le vuelve a aparecer el Hada Marcela, está muy seria, y mira con desdén a nuestra protagonista:
—¡¡¡Oe!!! Ta’ que vengo del futuro, ¡¡¡Ya perdiste las dos elecciones!!! Ta’mareeeeee, ni modo pes, a ver si se te hace el 2021.
—Pero tu madrina, ¿me seguirás ayudando?
—Mira mamacita, si sigues rodeada de este tipo de animales, lo único que vas a ganar es que te metan en cana, fuiiiraaa de acá.
Después de esta sensible y emocional despedida, desaparece dejando a Keikocienta desolada, dando de comer a sus mulas.
Y colorín colorado, este cuento no ha terminado.
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