Temo que mi poesía sobre el papel se seque o muera.
Soñé que nos enterraban juntos
en un ataúd repleto de flores empapadas de tierra y lluvia.
Todos mis presagios se cumplirán
el día en que salga el sol,
por la misma abertura de las montañas que yo dibujé,
hace bastante tiempo.
De los poemas que siempre leo
y a veces miro como si fueran fotografías de antiguas felicidades,
o llantos viejos rellenando espejos,
ya no recuerdo sus argumentos,
se han marchado y han dejado como rastro,
estos versos.
Yo no quiero evocarlos desesperadamente para no olvidarlos,
ni deseo recordarlos por sus débiles existencias.
Solo quiero, si es que están muriendo con alguna de las formas de morir, que sea esa
que tiene ese tono oscuro y espumoso de la fermentación,
repleta de palabras nuevas.
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