Mujer madura.

Sinopsis.

Elena, una mujer madura. A punto de cumplir los 50 años. El 11 Agosto los cumpliría del 2018. (Aunque no los demostraba ni aparentaba tenerlos), viuda de su primer esposo y separada del segundo. Se podría decir que con una vida casi normal (a no ser por su hijo que vive con ella), ­ se mueve entre los quehaceres de la casa, las compras, su jardín, y su hijo de 30 años (Diego)su única preocupación es él. Este arrastra una depresión de muchos años, causada por una separación muy prematura. La rutina diaria de Elena es ir temprano al mercado el Cardonal de la bella ciudad de Valparaíso. Y no solo para abastecerse de verduras y frutas frescas, ya sea para el día o la semana, además ella lo aprovecha para distraerse un poco del trajín del diario vivir. Y según cómo esté su estado de ánimo pasea por el entorno mirando y disfrutando la arquitectura del recinto, ya que tiene muchos hobbies, y uno de ellos es la pintura. Por otro lado Markus, un joven de no más de 29 años, que trabaja en uno de los locales de verduras donde ella compra la mayor parte de lo que lleva. Él, como siempre atento y servicial, le ayuda a llevar las cosas al auto que ella estaciona unas cuantas cuadras más allá. Además es un hombre joven de buena apariencia, normal y respetuoso, pero solitario; con una carrera Universitaria sin terminar, y de una familia tradicional y acomodada, y desconocida para la mayoría que le conoce. Solo su barba y su pelo largo lo hacen aparentar lo que no es (Aunque nadie conoce mucho de su vida privada) Ella, una mujer madura, de clase media; alegre, distraída y algo mañosa, en ciertos momentos de la vida. Por otro lado tenemos a Diego, el hijo de Elena, un profesional destacado, que a causa de su enfermedad su esposa decidió separarse de él. Este se retiró de su vida holgada y placentera que llevaba (un reconocido, respetado y buen abogado) para dedicarse a lo que más le apasiona; la carpintería y la construcción. Lo único malo en su nueva vida, es la depresión que no le abandona, ni de día ni de noche. En estos tres protagonistas y en algunos más encontraremos el vivo reflejo que arrastramos cada uno de nosotros, pero, especialmente en Elena. En ella veremos el largo caminar de muchas mujeres maduras, que por temor del qué dirán y de las miradas acusadoras, que muchas veces no les dan paso a lo que sus cuerpos anhelan con pasión y ardor. Ella nos mostrará de lo que son capaces las mujeres cuando se proponen algo. Nada, ni nadie podrá arrebatarle lo que su corazón anhela, ni despojarle del placer carnal que su piel espera. Porque vivimos en una sociedad donde el amor no existe, donde la soledad es casi la mejor compañía de muchos hombres y mujeres, donde el placer de un hombre y de una mujer a cierta edad no solo es mal mirado, sino también es algo donde la discriminación golpea con más fuerza a la mujer que al hombre. Pero especialmente la segregación es más fuerte y castigadora contra las mujeres, que contra los hombres. Porque si un hombre mayor tiene una relación con una mujer joven, “Es un conquistador», pero si una mujer mayor tiene una relación con un hombre joven, “Es una puta». Pero Elena nos mostrará la otra cara de la moneda. Aquí veremos que aun a cierta edad, es posible amar y que se les ame, y de experimentar el placer carnal no importando la edad que se tenga. En fin cada vida es un mundo diferente, pero en muchos casos son el fiel reflejo de lo que les toca vivir a diario a las mujeres maduras…

: “de Velásquez”El autor.

Mujer madura.

Caminas sobria y solitaria, tus años te son un tesoro y un escudo contra la sociedad enclaustrada ynefasta. Despejas el camino con tu mirada, y donde sea que andes te sigue la envidia de la rencillosa a causa de tu madures, mi mujer madura…

Mujer madura, ¿Quién probara tus encantos en cada noche o quien se diera un festín con tus besos o quien gustara tu piel a media sombra? solo uno podrá seguirte en tus veladas, solo uno degustara de tu experiencia y de tu cama…

Mi mujer madura. Con tus encantos rompes el paradigma de la belleza y la lujuria. Por donde tus caminos van, las miradas del macho te escudriña y la envidia de la mujer joven te persigue, porque eres más que una mujer madura eres libre y soberana en cada jornada…:

“de Velásquez”

Capitulo uno.

Un nuevo comienzo.

El día comenzó más temprano que de costumbre para Elena. Está bajo los peldaños de su casona de dos pisos lo más despacio que pudo, Diego dormía plácidamente; ella le escucho quejarse casi toda la noche, y sabiendo cómo se ponía cuando estaba con sus crisis de pánico, prefería dejarlo solo; que él tomarás sus remedios y se tranquilizara en solitario. Saco su auto y se encaminó al mercado. Al bajarse, Markus ya estaba esperándola, casi como de costumbre. Ella le sonrió mirándole fijamente a los ojos, él se sonrojo un poco, y tímidamente le devolvió la mirada, con una leve sonrisa, bajándola posteriormente con vergüenza. Al tomar los bolsos que ella sacó del portamaletas, sus manos se rozaron suavemente, él las aparto rápidamente, como si fuera a contagiarse con algo. Elena, nuevamente le miró, y sin decir palabra alguna puso la alarma al auto y se fueron directamente al local donde él trabajaba. Lo hicieron en silencio caminaron sin pausa. Entre las comprar y el bullicio del entorno, Elena llamó al joven a un rincón para hacerle algunas preguntas; Markus dejo lo que estaba haciendo y le siguió, siempre con su mirada perdida en algún punto del suelo.

— ¿mi querido Markus, además de este trabajo, te dedicas a otras cosas? Preguntó ella con un brillo especial en sus ojos, mientras deslizaba su mano derecha sobre el hombro del joven.

Markus le mira silencioso, para luego asentir positivamente con su cabeza que sí. Ella noto algo raro en su mirada, y como mujer algo intuía que le pasaba, por eso no le pregunto nada más, retirando su mano del hombro del joven. Luego decidió seguir comprando, dando por cerrado el tema. Ya ha pasado una semana desde que Elena no va al mercado Markus no tiene cómo comunicarse con ella, está preocupado y a la vez ansioso por verla. Aún no se explica su ausencia por tantos días. Al siguiente lunes ella apareció a la misma hora de costumbre, Markus al no saber nada de ella no fue a buscarla esa mañana. Cuando le vio entrando al mercado corrió a prisa a ayudarle con los bolsos (aunque esta vez ella traía un solo bolso) lo primero que realizó el joven fue darle un beso sonoro y largo, ella detenida le mira con sorpresa y un poco atónita, pues sabe que Markus no es así. Claro que en su interior se siente halagada que él sea afectuoso, pues hace mucho tiempo que no recibe afecto varonil.

—Hola Elena—le saluda Markus, para luego replicar—Oh disculpe, no quise tutearla, pero estaba ansioso por saber de usted, estaba preocupado, eh, eh, estaba preocupado, y, y —fueron las palabras que atropelladamente salían de los labios del joven.

Elena al darse cuenta de la ansiedad de Markus le tapó la boca con su mano izquierda, acariciando sus labios con su dedo índice con suma suavidad. Él no dijo nada ni retiro su cara. Luego de atenderla como ella se lo merecía, pensaba él, le preguntaría que le había pasado. Allí Elena aprovechó nuevamente de retomar la última pregunta dejada en el tintero.

— ¿Dime Markus, qué otras cosas sabes hacer? —Le interrogó de nuevo Elena.

—Bueno, se pintar y una que otra cosa de construcción, ha, y limpio vidrios también. —Le respondió sonrojado el joven, mientras le pesaba las Naranjas.

—Que bien, te contare que necesito que me pintes una pieza y me limpies los vidrios, ¿Te animas? — le inquirió ella.

—Sí, sí,creo que puedo…— Tartamudeó el joven.

Mientras el público avanzaba comprando acompañado del bullicio del Mercado, el rostro del joven irradiaba felicidad al ver nuevamente a Elena. Cuando ella terminó de comprar le pidió a Markus que le acompañara al auto (Aunque no era mucho lo quellevaba) él tomó su bolso y Elena le tomó de su brazo. Juntos avanzaron rumbo al estacionamiento en silencio, como casi siempre. El rostro de Markus era un verdadero tomate, rojo de vergüenza, no estaba acostumbrado que una mujer le tomara del brazo y menos una tan bella (pensaba él), además con esa ropa que andaba trayendo menos aun. Una vez allí Elena guardo lo que había comprado en el asiento del copiloto, lo que nunca hacía, mientras Markus miraba con atención su trasero. Él pensaba que a pesar de su edad, ella tenía bello cuerpo y muy bien cuidado. Se mantenía tan bella y mejor que cualquier mujer más joven, sin desmerecer a otras mujeres (Pensaba él). Estaba tan metido en sus cavilaciones que no se dio cuenta cuando Elena se giró para quedar frente a él. Ella se dio cuenta de la situación, y sin darle mucha importancia se acercó a Markus con la única intención de despedirse de él, pero él le cogió de la mano y con un suave movimiento le acerco a su cuerpo, ella retiro su mano con un movimiento brusco pero con elegancia, para luego dirigirle una mirada de pocos amigos.

— ¿Qué está pasando Markus? — Interrogó ella.

—Bue, bue, bueno, solo quería despedirme de usted con un beso en la mejilla, na, na, nada más —Le respondió Markus con un leve tartamudeo.

Elena le miró con simpatía al ver su rostro, notaba una cierta ternura y un dejo de soledad en esa mirada. Ella le dio un beso, casi rozando sus labios, él solo lo recibió sin parpadear, ni respirar y con grande ojos negro.Nuevamente Elena le dirigió la palabra.

—Dime Markus, ¿Puedes ir este domingo a mi casa?— Y sin esperar respuesta alguna, le entregó un trozo de papel de libreta con la dirección, esta tenía un ligero olor a sándalo.

El joven no se fue inmediatamente como era su costumbre, se quedó mirando como el auto se perdía a la distancia. Elena le miró por el espejo retrovisor mientras su corazón latía más a prisa que lo normal (sin saber que a Markus le pasaba lo mismo). Ese domingo Markus no fue. Elena le espero con ansiedad. Ninguno de los dos tenía el número de teléfono o de celular del otro. «Que tonta fui al no darle mi número de celular, pensaba ella; pero al menos le di mi dirección”, sin saberque a Markus se le había perdido el papel con la dirección. Reflexionaba ella sobre todo esto, pues por mucho tiempo no sentía lo que estaba experimentando con este joven. Cuando Elena estaciono su auto ese lunes, noto que Markus no estaba esperándole, en su lugar estaba el cuidador de autos. Este le abrió la puerta, y le arrebató prácticamente los bolsos a Elena de las manos. Ella se los quitó también y se fue rápidamente. Al llegar al local donde trabajaba Markus, vio que en su lugar había otra persona mucho mayor que él. Indago en forma disimulada por qué Markus no se encontraba. La única respuesta que encontró, fue que se había retirado por problemas familiares. Elena sintió un tirón en su corazón, y una vez que hubo comprado se retiró en silencio. Cuando llego donde estaba su auto, el cuidador le entregó un diario con un numero de celular mal escrito, era de Markus, pero al tratar de llamarle la operadora le informo que ese número no existía, allí quedo ella con el alma entre sus manos, que desilusión más grande, no poder saber nada de él y él de ella, pensaba.

—Gracias señor— le dijo al cuidador de autos, dándole una propina.

Cuatro semanas han transcurrido desde la última vez que Elena vio a Markus, ya no va al mercado a comprar las verduras, en su lugar va su hijo. Ella se encuentra decaída, y algo indispuesta, y no sabe por qué. Allí pasa el día viendo el jardín, los quehaceres de la casona y su hijo. Además los síntomas de la menopausia le están atacando con más fuerzas, especialmente en las noches. Su hijo ha estado bien, ya va por la cuarta semana sin ninguna clase de recaída o ataques de pánico, y eso es bueno para los dos. Pues cuando él está bien es una gran ayuda para ella. Un nuevo día de quehaceres y pensamientos no muy gratos para Elena. El teléfono sonaba la tercera vez esa mañana, Elena no estaba de ánimo como para atenderlo, aun sabiendo que podía ser Markus. Justo cuando se incorporaba de la cama, su hijo entraba a la cocina, y atendía el teléfono.

—Mamá, mamá— Gritó Diego.

— ¿Qué pasa hijo, tanto grito?—pues ella estaba en el segundo piso.

—Es tu amiga… la Romí, quiere hablar contigo urgente…—ydejando el auricular sobre la cubierta de la mesita se fue a bañar.

Mientras ella bajaba las escalinatas se podía escuchar gritos a través del auricular del teléfono. —Alo, alo, ¿Con quién quiere hablar? —Preguntó Elena.

—Contigo pues mujer, ¿Acaso no me recuerdas, soy la Romi… del liceo?—Le respondió la extraña.

¿Qué Romi?— Preguntó Elena algo confusa, pues no se recordaba de ninguna Romi.

—La Romina, amiga de tu hermana mayor y polola de tu hermano menor—Le respondió la extraña.

Elena frunció el ceño, tratando de recordar quién era esta tal Romi—Oh sí, te recuerdo, tú ibas dos cursos más arriba que yo, la que me decía a cada momento, «Cuñadita».

—Sí, ella misma— y se largaron en una interminable conversación, tratando de ponerse al día en cuanto a sus vidas. Al cabo de unas tres horas las «no amigas y no cuñadas» daban por terminada la conversación.

—Hoy tienes que venir, si o si, a mi casa, pues mi esposo está de cumpleaños; y tú tienes que estar, pues él te quiere conocer— Le dijo Romina.

—No creo que pueda ir, pues nosotras apenas nos conocemos, y tu familia menos me conoce—Fue la excusa perfecta, pensó Elena para no ir, pues nunca le cayó bien Romina.

—No, y no, no permitiré que no vengas mujer, sé dónde vives, en calle Beaucheff, Barrio O’Higgins—Le respondió rápidamente Romina.

Elena se quedó de una pieza, no sabía que decir, no le gustaba mentir. —Bueno iré, pero, pero no te preocupes en venir a buscarme tengo auto… solo dame tu dirección y ya, le grito la Romi— Elena colgó el auricular y se quedó pensando que tal vez era bueno ir, total un poco de distracción no le vendría mal, con todo lo que le estaba pasando, pensó.

Faltaban veinte minutos para las cinco de la tarde cuando sonó el timbre del segundo piso. Elena que estaba a punto de meterse a la ducha, se asomó a la ventana tratando de ver a la persona que tocaba el timbre con tanta insistencia, al no ver a nadie se dio media vuelta para meterse a la ducha por segunda vez. Pensando que podían ser los niños del Barrio. Cuando nuevamente tocaron el timbre con insistencia, con algo de malestar se encamino a la ventana, se asomó, y allí entre las ramas del árbol de la vereda una silueta de mujer miraba al segundo piso, Elena abrió la ventana un poco y gritó.

— ¿Qué quiere? estoy ocupada para atenderle… ven mañana por favor—Elena nuevamente se dio media vuelta para meterse a la ducha por tercera vez y nuevamente el timbre.

Desde abajo la silueta femenina movía sus brazos en señal que se asomara, Elena a regañadientes se apareció, pero lo suficiente como para escuchar a quien estaba abajo.

—Hola Elena, soy yo, la Romi—se escuchó al son del viento marina de aquella tarde.

Elena abrió sus ojos y alzando su mano aviso que bajaría a abrirle. Rápidamente cerró la ventana, bajó apresuradamente y abrió; allí, frente a ella, una mujer con unos años mayor que ella, pero nunca tanto. Claro que no se parecía en nada a la Romina que ella recordaba. Se veía más gorda, con su pelo blanco y algo teñido, su rostro evidenciaba el paso de los años, tan solo su sonrisa burlesca era casi lo único que podía decir que era la Romi que Elena recordaba. Está (La Romi) se abalanzó sobre Elena que casi pierde el equilibrio, apretándole le dio un gran beso en ambas mejillas.

—Que tal cuñadita, ja, ja, jaaaaaaaaaaaaaaaa. —Romina reía a mandíbula abierta recordando su pasado. No falto la vecina que se asomó a verquién reía con tantas ganas.

—Hoo, hola Romi, Qué tal—saludo Elena, mientras se acomodaba la bata de levantarse que llevaba.

Allí nuevamente la Romina de siempre (pensó) comenzó su parloteo como de costumbre.Otro hábito que la distinguía de las demás muchachas del Liceo, y que aún era parte de ella. Las dos subieron los peldaños al segundo piso. Elena se fue a bañar, mientras Romina se deleitaba husmeando por todas los cuartos de la casona de dos pisos. Miro cuanta foto pudo, reviso todo lo que sus ojos descubrieron, otra mala costumbre que aún tenía. Al cabo de una hora y media Elena ya estaba lista para salir «Con su nueva amiga». Romina desactivo la alarma del auto Mercedes Benz año 2018, a Elena no le quedó otra que subirse al auto, ni siquiera se le ocurriría decirle que aún tenía su viejo auto Volkswagen Bora del año 2001 El viaje se le hizo eterno, aunque no duró más de quince minutos. Romina no paraba de hablar. Cuando al fin llegaron (la casa de Elena parecía una pieza de seis por tres) las dos entraron a un gran hall de fino mármol Italiano. En sus costados tenían escaleras circulares de aproximadamente treinta peldaños cada una, y bajo las escaleras una serie de bancos de finas terminaciones de fierro forjado adornaban el lugar, que además le daban un aire parisino. Elena se detuvo junto a Romina en medio del gran hall, y con su mirada recorrió por completo el lugar. Ella (Elena) mordió sus labios para no decir ni una sola palabra, pues sabía lo que le esperaba si decía algo. Justo cuando estaban por pasar al comedor desde lo alto de la escalera del lado derecho asomo una silueta que llamó la atención de las dos mujeres.

—Buenas noches mamá—saludó el personaje que detenido arriba les miraba con atención y curiosidad.

—Buenas noche mi niño lindo…Ven,te quiero presentar a una gran amiga y casi cuñadita—grito Romina, soltando su risa que le caracterizaba donde fuera que estuviera, que desde el lugar que estaban el eco no se hizo esperar.

El joven bajó lentamente, mientras no sacaba su vista de Elena. Ella también le miraba con atención; su cara le era familiar. Una vez que estuvo junto a las dos mujeres, Romina les presentó.

—Elena, te presento a mi único hijo, Jorge, hijo te presento a una amiga del liceo, y casi cuñada— ambos se miraron con atención, sin decir palabra alguna.

Una vez que les presento les dejo solos en el hall, mientras ella iba a ver si ya había llegado su esposo Antonio, Elena y el joven se miraron por unos segundos, posteriormente los dos se fundieron en un gran abrazo.

—Hola Markus, ¿Por qué no me dijiste que eras hijo de Romina?—Le regaño Elena.

—Yo no sabía que se conocían— Le respondió él.

Justo en ese momento apareció Romina y su esposo Antonio, se acercaron presurosamente desde un costado bajo las escaleras —Elena te presento a Antonio. — le dijo, dejándola nuevamente solos, pero ahora con su esposo, mientras se llevaba a su hijo Markus para que le ayudara en algunos detalles que le quedaban, por el cumpleaños de su esposo.

Elena miro al esposo de Romina y quedó estupefacta, no daba crédito a lo que le estaba pasando. Frente a ella, estaba nada más ni nada menos que su segundo ex esposo. Inmediatamente los viejos recuerdos asomaron en su cabeza. Este le miro con cara de galán veinteañero, pero también con asombro mientras tomaba sus manos para decirle.

—Hola Elena, ¿Cómo has estado… tiempo, no crees?— Antonio trato de darle un beso en los labios,pero esta le apartó rápidamente, con cara de no muy buena amiga.

Antonio se dio cuenta y trato de cambiar la incómoda situación que estaba provocando Elena en su casa (aunque en realidad era de Romina),justo en ese momento apareció Romina y Markus.Y no venían solos, una gran cantidad de invitados que les seguían. Estos le cantaron el cumpleaños feliz a Antonio, este se quedó junto a Elena por lo cual aprovecho de pasar su mano por su trasero apretando con suavidad. A ella no le quedó otra que quedarse quieta y exhibir una leve sonrisa, pero rápidamente se apartó de él para dejar que Romina tomará el lugar que le correspondía. La fiesta duró casi toda la noche. Elena tomó sus cosas y salió rápidamente por un pasillo que daba a la cocina, ya estaba demasiado incomoda eh intranquila, pues su ex la estaba acosando a cada momento que tenía ocasión. Y justo en ese momento el reloj marcaba las seis de la mañana. Elena se sentía como la cenicientapero en un cuento no muy agradable para ella. Romina busco a Elena hasta que la encontró en la puerta de la cocina. Allí le detuvo de un brazo y la invito a pasar nuevamente a la fiesta. Elena le miro con cara de agotamiento, y se excusó contándole el motivo por el cual tenía que irse (su hijo Diego), Romina de malas ganas trato de entenderle, pero sabe cómo es una madre cuando tienen que ver conlos problemas de los hijos, aunque sea solo uno solo, todo queda de lado. Romina llama a Markus para que le encamine a su casa, en el momentoque tras Elena aparece Antonio para ofrecerse de ir él a dejarla. A los gritos de Romina aparece Markus, el joven no responde nada y toma a Elena del brazo, y con delicadeza se aleja con ella conduciéndola por los jardines.Estosse veían más bellos que otras noches, pues la Luna le daba un toque especial al entorno. Ninguno de los dosemitió palabra alguna, solo caminaron en completo silencio. Por un momento Markus quiso desviarse de la huella, pero se arrepintió. Ya en casa de Elena el joven se disculpó con ella por no haberle contado sobre su familia, y por la actitud de su padre, pues él ya conocía la forma de actuar de su padre frente a una bella mujer, y Elena era el tipo de “hembra” como les llamaba Antonio cuando las acosaba, porque para él la mujer era como un objeto sexual, nada más.

—No te preocupes Markus, no sabes lo feliz que me siento al encontrarme nuevamente contigo, te extrañe, y mucho— Elena no le conto al joven que conocía a su padre y menos de la relación que un día tuvieron. Prefirióallegarse a Markus para darle un beso apasionado.

Pero este nuevamente respondía como un niño, las dudas rondaban su cabeza, no sabía lo que estaba pasado entre ella y su padre, pues primera vez que le ve a él tan nervioso y deseoso de hablar con ella. Markus no dice nada, solo se deja llevar por esta hermosa mujer madura (según piensa él), Elena se saca el cinturón de seguridad para darle más libertad a su cuerpo, allí sus senos se mueven en completa libertad, mientras lleva su mano derecha al muslo del joven, este al ser tocado se estremece por completo, no de miedo, sino de excitación. Pues es primera y única vez en su vida que una mujer le toca de esa forma. Afuera algunas luces comienzan a aparecer al ladrido de algunos perros del vecindario, lo bueno de toda esta situación, era que el foco que daba a la entrada de su casona estaba apagado por varias semanas, por lo cual les daba cierta libertad para dar rienda suelta a sus deseos carnales. Justo en el momento que Markus introducía su mano izquierda en la blusa de seda de Elena, comenzó a sonar la alarma de un vehículo. Ella le detuvo suavemente, él le mira con impaciencia. Ambos se besan nuevamente. Una luz se enciende justo frente a ellos.Markus se impacienta, Elena le tranquiliza con un susurro en su oído. Ella sabe que ese no es el mejor lugar para dejarse llevar por el momento de pasión y ardor que ambos sienten.

—Ven entremos a la casa— le dice ella, al momento que abría la puerta del Mercedes Benz para bajarse.

El joven le sigue, ella abre el portón lo más suave posible, pero igual dio un chirrido. Otras luces se encendieron, ellos rápidamente pasan al interior de la casona. No falto el vecino que se asomó a la ventana para husmear lo que pasaba en casa de Elena. Nuevamente ella tomó la iniciativa, cogió a Markus de la cintura para pegarlo a la muralla de la escalera, él no dice nada, y dándole vueltas le tomo su cara con ambas manos para besarle suavemente. Él solo se dejó querer. Posteriormente baja sus manos, como rindiéndose a los placeres de esta bella mujer. A Elena ya a estas alturas de la vida nada le importa, ni menos el qué dirán.Ella ya sospecha como la descuerarían algunos vecinas hablando de lo que hace y de lo que no hace.También sabe que aunque no haga nada, igual hablaran de ella. La luz del frente se apaga, y después de un momento ambos suben al dormitorio de ella, y…

Tres semanas después de esa noche inolvidable para Markus, aún no sabe nada de Elena. Él la busco en el mercado por tres días, sin encontrarla. Trato de buscarla en su casa, pero no quería incomodarla con su hijo, aunque no le conocía aun. Quiso llamarla a su celular, pero aún no tenía el número. Preguntó por ella en el puesto donde compraba y tampoco encontró respuesta. Ya se estaba desesperando. La comezón de disfrutar de la compañía de Elena le estaba pasando la cuenta en su vida personal comoprivada, pero trato de mantenerse en calma. Este era el tercer día que espiaba a Elena cerca de su casa, pero sin notar movimiento en ella. Encendió el motor de su vehículo y bajo por avenida Argentina con rumbo a Viña del Mar. El tránsito vehicular en Avenida Argentina era un caos como de costumbre.Mientras esperaba luz verde, divisó a Elena camino al mercado El Cardonal a pie. Estacionó su auto frente al congreso Nacional en Pedro Montt, y corrió tras ella, llamándola por su nombre, pero ella no se detenía ni dama muestra de escucharle. Cuando le alcanzó toco su hombro y espero. Ella se detuvo lentamente, y coquetamente volteo su cuerpo para quedar frente a él.

Markus Tomándole de sus brazos le interrogó—Elena, ¿Qué está pasando contigo, no he sabido nada de ti por más de tres semanas?—Le dijo algo alterado.

—Hola Markus, por favor solo te pido que me sueltes, me aprietas, y la gente nos está mirando—Markus le soltó bajando su cabeza nuevamente y como si fuera un niño.

Ella al verle de esa forma tomó su mano y lo encaminó a su Volkswagen Bora, se subieron en silencio. Elena puso en marcha el motor y tomó rumbo a su casa. AMarkus no le importó dejar su auto mal estacionado. Uno de los problemas que Elena notaba en Markus, era que cuando él se veía en aprietosse comportaba como un niño.Una característica que la madre de él solamente tenía. Una vez allí preparó un café. Markus se sentó en el pequeño sofá estilo romano, que Elena tenía en su dormitorio.Este era de color rojo aterciopelado, ademásteníafinas terminaciones y sus cuatro patas de León le daban un toque especial al lugar. Mientras disfrutaba el café de grano ella decidió aclararle por qué se había distanciado de él. Ahora era ella la que se parecía a Romina, pero en su parloteo (Sabía que no era aconsejable seguir intimando con el hijo de su ex esposo, aunque Markus no lo supiera) lo que Elena no sabía, era que Markus era hijo solamente de Romina. Por otro lado Markus no quería entender la realidad, no sabía si estaba enamorado de Elena o solo era calentura de un primerizo. Cuando Elena le pidió que se fuera, él le abrazo posando su cabeza sobre su hombro, y sollozando como un niño que le arrebatan su juguete nuevo. Ella al verle de esa forma le levantó su cabeza y secando sus lágrimas le aclaró que entre los dos había una gran barrera que les separaba, y no se refería a lo social y económico; el problema era Romina (Y también su padre), pero aun así, él no entendía. En su rostro se notaba el enojo que esta situación le causaba. Sabía que en algo su madre tenía mucho que ver, pues el alejamiento de su casa por varios años era a causa del carácter de ella, (y también en parte por su padre), pues no dejaba que su hijo se desarrollara a su manera, ella siempre quería imponer su voluntad, costara lo que costara, nunca cedía un poco, y menos lo haría si el problema que tenía llevaba por nombre Elena.

— ¿Por qué un hombre y una mujer de diferentes edades no se pueden amar en forma libre?— le reclamo él.

—Mira Markus, solo te diré una cosa y quiero que me entiendas bien—Markus abrió sus ojos asustado y solo atino a escuchar.

—Yo estoy dispuesta a seguir rompiendo barreras ¿Y tú?—fue lo único que le dijo ella.

Markus le miro y se acercó a ella. Tomo su cara con suavidad y le beso con la pasión de un quinceañero. Ella lo dejo. Se escuchó un ruido que sobresaltó al joven, pero Elena le tranquilizó, diciéndole que estaban solos, pues su hijo estaba visitando a su ex. Nuevamente Markus trato de besarla, pero ella no le dejo… El momento era especial tanto para él como para ella. Elena se acercó al joven le tomo entre sus brazos, y le beso, solo como ella sabía hacerlo. El deslizo su mano por la cintura de ella, y ella mientras tomaba su cabello para amarrarlo, este gesto producía en el joven la libido en sus hormonas que le hacían explotar en pasión, y deseos carnales, algo que nunca había experimentado con ninguna otra mujer, claro que Elena era como la segundamujer que intimaba con él. En casa de sus padre estaban preocupados pues Markus aún no regresaba, Romina tuvo el impulso de ir a buscarlo, pero Antonio no la dejo, el sospechaba que algo podía estar pasando entre los dos, pero también conocía a su ex mujer, y sabía que ella no tendría una relación con un joven que fácilmente podría ser su hijo. Eso tranquilizo a Romina, y siguió atendiendo a los invitados a la fiesta de cumpleaños de su esposo.

Mujer madura.

Mujer madura caminas soberana y erguida, los hombres se voltean al pasar. Eres única, hermosa, eh indomable, y además eres salvaje. Déjame amarte cada noche y descorramos juntos el velo del amor maduro…

Despojada de sus viejas sombras dabas riendas sueltas a tus pasiones de mujer madura, un velo descorrido dio paso a tu ardor, el ardor te acompaño y la pasión te extendió su mano…

Mujer madura, eres más que un sueño erótico, y más que un deseo malsano. Eres solo mía, en tus noches me eh deleitado entretus brazos, y entre tus sabanas conocí la verdadera pasión de mujer, si porque eres mi mujer madura…

“de Velásquez”

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