Desolado por amor se encontraba vagando por el desierto de la nada, una extensa estepa la que en algún momento fue el epicentro de la orbe mundial. Era de noche, aún se percibían rayos, el viento era arrollador y no se encontraba ni un solo alma en todo el terreno hostil.
Gran decepción había en el joven viajero tras el saqueo de su hogar y su pueblo; a pesar de ser el rey del mundo había cosas que no podía controlar.
6 kilómetros de gran caminata para llegar a la primera fuente de agua dulce, cuéntese que tal dicen eran lágrimas de los mismos dioses.
-Tú aldea fue atacada, por ende vienes a buscar agua para ayudar a tu gente, ¿o me equivoco?
El reflejo de su cuerpo le hablaba, no obstante el joven viajero no respondio la pregunta. El agua era gris; lo que en antaño era la fuente de la felicidad para los pobladores del lugar, hoy en día solo era agua que sin expliciación permanecia en el lugar.
El balde en que llevaba el agua se rompió a medio camino; ¡tanto esfuerzo para nada!. El cielo se torno mucho más oscuro, el viento soplaba mucho más rápido y fuerte, tanto que ya se escuchaban las trompetas de los demonios juzgadores. El rostro del joven no dejaba de ser desonado, por más suministros que llevase las cosas no iban como planeaba; el instinto animal se apoderaba de su cuerpo a merced de la pérdida de su cordura.
¡Cielo despejado de la nada!, todo se torno rojizo, un rostro perplejo apareció.
-Ya sentía las trompetas… No he sido capaz de controlar este mundo en mi humilde vida, un peso muy grande fue puesto sobre mi espalda, ¿me quieres llevar?- Fueron las palabras del pobre hombre.-
Sobre el ser que se traslado ante él; era inmenso, con la cara tapada. ¿Podría ser un ángel?; a fin de cuentas eso podría ser la solución para calmar al hombre.
-¡Pobre hombre! ni habiéndote otorgado inmensas regiones llenas de recursos grandiosos haz sido capaz de garantizar una seguridad digna.-Le dijo el ser misterioso-
-¡Ese maldito hombre despeciabre! su sola existencia me ha arruinado mis planes, desde que llegó a mi aldea me ha ido intoxicando. Desearía no haberlo visto nunca por estos lugares.
La oscuridad volvío al contexto de la convergencia
-Es impresionante observar como todo un paraíso digno de un rey se corrompe solo por un hombre sin valor para mí, ¿me entiendes?, tú solo fuiste el responsable de esto.-Le replicó el ser.-
-Nadie me ha ayudado, mis penas las he vivido solo… Ni una buena dosis de drogas me ha calmado. Esta soledad me va a matar tarde o temprano, no sé como explicarlo.-Dijo el viajero llorando.-
Un aura de trizteza invadió el lugar; las 2 almas lograrón entenderse, mientras el tiempo nunca dejo de seguir hacia delante, ¿lo peor ya sucedió?.
Varios días habían pasado, muchas parejas de amor seguían retorciendo la mente del joven viajero que seguía en la nada misma recibiendo información sin siquiera pedirla.
Era consciente de su destino, el tiempo era agradable, tras varios viajes el rumbo era claro. Su aldea no era nada para él, tras mucho elucubrar lo único que logro entender es el seguir el sol. No fue una desición fácil dejar aquel lugar, pero una creciente idea de que todo era culpa del rey lo hizo enfadar para decidirse. No podía entender como una consigna de esas magnitudes fue dicha por sus queridos, solamente él sabía la respuesta correcta. Su primer destino fue la reserva de agua; se encontraba color verde, está vez era el vigor de la esperanza y la perseverancia, él era el único que podía escaparse de dichos males que lo corrompieron dicho día, aquel sujeto y él mismo.
La estepa nunca fue un impedimento para trasladarse, sus piernas eran muy resistentes, el sol iluminaba todo el cielo, no había viento, por momentos todo se sentía calmado; el único pensamiento que no lo dejaba tranquilo era el de saber cuando sería la próxima vez que vendría el mal a atacarlo.
Pero solo la siguiente vez que abandonase la aldea lo sabría, y volvería a ser prisionero de su mismo reino.
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