Solo faltaba que ella lo supiera

Qué lindo era todo,

todos envidiaban ese amor,

no podía ser de otro modo,

hasta los suspiros, eran canción.

Cuando su nombre yo evocaba

su presencia era manifiesta,

vestida de Eva se presentaba,

tierna, dulce, todo era una fiesta.

El fruto de nuestros labios

era nuestro sagrado alimento,

no hallaban palabra los sabios

para poder describir lo nuestro.

Nuestro sueño era despierto,

y si dormíamos, nuestros sueños se juntaban,

para los dos solo había un aliento,

porque siempre nuestras bocas se juntaban.

Cuando nuestros dedos se entremezclaban

eran como sólido cimiento,

ahí, en esa tensión se asomaba

nuestro amor con libido apasionamiento.

Y cuando mi piel se deslizaba

entre los pliegues de su piel,

el universo entero gritaba

con gemidos de oro y miel.

Era otro mundo,

no era un mundo cualquiera,

era mi mundo,

solo faltaba, que ella lo supiera.

Rafael Puello

Barranquilla – Colombia