UN SUEÑO PARA CONTAR

UN SUEÑO PARA CONTAR

Hace mucho tiempo en las orillas de un maravilloso lugar, conocido por todos por su gran belleza como el embalse del Guajaro, ocurrió una sorprendente historia.

Se trata de un hombre, que dedicó toda su vida a la pesca y la agricultura, era un solitario, sin familia ni amigos, no le gustaba hablar con nadie.

Solamente existía él y su trabajo.

Nadie le hablaba por su mal humor.

Nunca se detuvo para amar y ser amado, su vida giraba alrededor de aquel embalse y su labor.

Un día, se levantó como de costumbre, prendió el fogón y monto el café, se recostó en su hamaca y comenzó a contemplar por primera vez, las estrellas, que se iban ocultando poco a poco. Ya estaba amaneciendo, el sol mostraba sus primeros rayos, cuando de repente se quedó dormido nuevamente y tuvo un extraño sueño.

Había soñado que iba a mitad de la ciénaga, cuando algo obstaculizo su paso, miro hacia abajo y observo un objeto muy raro, logró tomarlo en sus manos y al abrirlo, encontró un gran tesoro, se trataba de monedas de oro y joyas de gran valor, dio un salto y al instante despertó, había sido solo un sueño.

Un poco inquieto se preguntó, cuál era el significado de aquel extraño sueño.

La noche anterior, había dejado su trasmallo en la ciénaga, creyendo que por las pocas brisas que soplaban, tendría buena suerte y una muy buena faena.

Al instante, llegó un pequeño y con una tierna voz le dijo:

señor Marcos, señor Marcos. Es hora de irse, el día ya despuntó, ¡y todos lo están esperando!

Creyendo que aún estaba soñando, se levanto un poco tambaleante, y pensó para él, ¡es solo un sueño!

Con supremo cuidado, miró hacia su lado derecho, y vio a un pequeño niño.

Inquieto, le preguntó.

¿Qué quieres de mí?

El niño le respondió.

Todos lo están esperando y mandaron a buscarlo.

¿esperando para qué? Le volvió a preguntar.

El niño con cierta sonrisa le dijo:

Venga conmigo y lo verá.

Se colocó su camisa y caminó junto a él, de manera apresurada.

Era la primera vez que alguien lo iba a buscar, y para más decir, que lo estuvieran esperando en la Ciénaga.

Se acercó un tanto sospechoso y observó que todos murmuraban.

Llegó a la orilla, y miró que había como diez hombres en su canoa, con un tono de voz malgeniada, les preguntó.

¿Qué hacen?

Ellos respondieron.

Tratando de sacar lo que estás en tu trasmallo.

¿en mi trasmallo? Ellos le dijeron.

¡ven y lo veras!

Se acerco y observo un pez nunca antes visto por los habitantes de aquella población.

Era un mamífero con un aspecto poco común en la Ciénega.

El, con voz de seguridad, les dijo.

¡calma, calma! ¡Es un Manatí!

¿un Manatí? Preguntaron ellos.

Si, un Manatí, respondió.

Era la primera vez que pescaba algo como eso, y era tan sorprendente como el hecho de que el señor Marcos, hubiera cruzado palabras con los habitantes de aquella región.

Un hecho histórico que marcó la historia de todo un pueblo que, gracias al hallazgo de un Manatí, en el trasmallo del señor Marcos, este tuvo un acercamiento amigable con todos; y un tanto más histórico, el nombre de una población al sur del departamento del Atlántico, el cual se encuentra rodeado por el embalse del Guajaro y el canal del Dique.

Desde entonces, hemos mirado siempre al embalse como nuestra forma de vida, forma de sustento, nos ha dado más que el nombre, la dicha de hoy en día, seguir viviendo cerca de él, y por él. Ha sido y será para el futuro, nuestra fuente más noble y pura para la vida.

Un lugar de ilusiones y de amores, donde se siguen las enseñanzas del señor Marcos, el hombre silencioso, que nos dio UN SUEÑO PARA CONTAR.

FIN.

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