Hola soledad, no puedo decirte mucho gusto pues es terrible haberte conocido; en el pasado te he sentido en ocasiones, siempre de paso sin afectarme, sólo te sentía por momentos y te alejabas sin causarme mayor daño, eras ésa desconocida que nadie quiere encontrar en el camino y que en ocasiones pasa siempre cerca, simplemente posando su mirada en mi ser y pasando de largo.
Esta vez te has plantado a mi lado sin invitación alguna:
¿quién te invitó a mi vida?
¿hasta cuando estarás aquí?
¡Suéltame, no te quiero!
Déjame luchar por ser feliz y quita los grilletes que me atan y que me inmovilizan hundiéndome en ti, sin ánimos de salir, sin ánimos de buscar a tu odiada felicidad.
Suelta mi corazón, deja de oprimirlo con recuerdos felices que ahora me dañan.
Déjame maldita soledad…
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