Decidieron quedar cada año en el mismo bar y hacerse una fotografía en el espejo que estaba colgado en una de sus paredes, hasta que llegó el día en que solo quedó una persona, y cuando, al hacerse su retrato en el espejo, éste, se desprendió de la pared cayendo al suelo, rompiéndose en tantos pedazos como amigos fueron. Luego, recogió un fragmento de cristal, y se lo clavó en el cuello.

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