¿Como va a ser el futuro de nuestros tataranietos? Ahora nos preguntamos esto, y como no si vivimos ahora rodeados de gente pegada a los celulares, hay poca comunicación en todas partes, los jóvenes y niños día y noche están con su celular, las unidades deportivas están vacías, los museos poco a poco están perdiendo visitantes, las cosas que antes tenían valor ahora lo están perdiendo, y así vivimos y pasamos como objetos ante otras personas. Sólo nuestros adultos mayores son los que aún viven aun contemplando el cielo, viendo los pájaros volar, inmersos en sus recuerdos o trabajando en lo que saben hacer.

Esta es la historia de Marcos y su mundo real. A penas nació y no había quien lo cuidara, su mamá solo tenia unos días de descanso así que tuvo que recurrir a sus papás para que le ayudaran a cuidarlo. Los abuelos por supuesto le daban todos los cuidados necesarios, tenía juguetes, buena alimentación, y sobre todo atención. Un día su mamá, harta del trabajo que tenía, decidió trasladarse a la ciudad con una prima, y llevarse a Marcos con ella.

Ya en la ciudad encargó a Marcos con la sirvienta de su prima y buscó trabajo. Marcos empezó a querer jugar y la sirvienta sólo lo tenía encerrado en una caja para que la dejara hacer el quehacer, Marcela la mamá de Marcos le compro un celular cuando cumplió un año, desde entonces Marcela y la sirvienta lo entretenían poniéndole videos de caricatura en los que el niño se quedaba viendo como cambiaban las imágenes y podía pasarse mucho tiempo así. Así creció iba a desayunar, comer y cenar con el celular viendo algo, después se ponía jugar, para ir al baño igual con su celular, a bañarse también, una vez se fue el internet en la colonia y estuvo malhumorado todo el día. La alimentación de Marcos fue cambiando un día le daban de desayunar cereales y salchichas, en la comida pizas y hot dogs, mientras estaba sentado pedía sus Sabritas de la tienda de la esquina en su corta vida ya había probado cacahuates enchilados y variedad de papas de todo sabor y color, además de refrescos. Llego el tiempo de ir al kínder entonces su mamá le dijo que estaría muy contento con otros niños de su edad, pero Marcos el primer día mientras lo formaban y los iban nombrando uno por uno él se aburría y ya tenía ansias de volver a tomar su celular. Pasaron los días y mientras otros niños socializaban él se apartaba y encendía su celular y se ponía a jugar. Se fue convirtiendo en un niño distraído y con pocos amigos pues todo le aburría. En la Primaria un día observó que no miraba bien los números del pizarrón, entonces le comentó esto a su mamá, ella con sus ocupaciones no le puso atención. Marcos no sabía de recoger las cosas de su cuarto, de poner la basura en su lugar, el soló sabía ver su celular, y jugar mucho con él. Terminó la Primaria con un promedio regular así la secundaria y el bachillerato, ya en la universidad conoció a una joven con la que compartía el transporte, pero casi no se hacían caso ella y el tomaban su celular y cada quien por su lado. A los tres años de ingresar a la Universidad empezó con problemas de salud más agudos la vista se le cansaba, andaba de mal humor y a todo contestaba enojado, como todo el tiempo había tenido una vida sedentaria tenía sobrepeso, no le gustaba otra comida que no fuera la comida rápida, se sentía, flojo, cansado, sus bajas calificaciones en la Universidad lo hicieron dejarla. Marcela su mamá le insistía que retomara sus estudios de Ingeniería Civil, pero el sólo estaba inmerso en el celular. Al poco tiempo su mamá lo tuvo que dejar de mantener, ya cansada le pidió ayuda para que consiguiera trabajo, pero el no sabia hacer nada, trabajó unos días en una tienda despachando ferretería al poco tiempo lo despidieron porque no atendía sólo se la pasaba con el celular en la mano. Y así en todos los trabajos que encontraba lo despedían por no cumplir. El y su mamá enfermaron no tenían amigos así que decidieron regresar con los abuelos, ellos ya cansados ahora necesitaban que los cuidaran.

Marcos pronto perdió a su mamá y a sus abuelos, no sabía hacerse de comer, no tenía dinero por lo que por medio del celular le ofrecieron el trabajo de vender drogas, el, sin pensarlo más aceptó, después empezó a ingerir, poco a poco se fue perdiendo en un mundo común de tantos jóvenes, enfermó gravemente y ya no pudieron salvarle la vida.

Es el grave error de los padres que desde que sus hijos son muy pequeños ya les compran el celular, cuando su vista todavía esta tierna, la alimentación debe ser balanceada dedicar tiempo para preparar los alimentos, jugar correr, disfrutar su infancia con ellos. Todo esto se está perdiendo por las prisas de trabajar y ganar dinero, por realizarse profesionalmente se descuidan a los hijos que son el futuro del mundo. Ahora ya no es fácil despegarlos de la tecnología, cualquier niño ya lo debe de tener. Poco a poco sólo seremos robots humanos, nos levantaremos tomaremos el celular, desayunaremos y comeremos comida chatarra con el celular y por el celular, nos dormiremos con el celular en la mano y al día siguiente haremos lo mismo. La esperanza de vida será menor, estamos creando robots humanos que trabajarán inmersos en la tecnología, las compras se harán por internet y todos los empleos los harán personas autómatas o maquinas que lo harán rápido. Los empleados ansiosos correrán a tomar su celular porque es lo único que los calmará, será la medicina del futuro; las redes sociales, habrá mucha dependencia y poca comunicación real. Por ahora sólo son mis mil palabras que aspiran a mover conciencias y quizá todavía se pueda mejorar algo nuestro entorno actuando ya.

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