Perdí la prepotencia, el orgullo
forastero; el caudal helénico…
Hui de la clemencia, y me enfrente
a la delicadeza entre el beso amargo
a cerveza y la caricia dulce de la bella
palabra…
Vació
Codifique el código de tu alma,
procese la información de tus
gestos, de tu mirada, del roce
de tus dedos con los míos,
congeniamos perfectamente,
rítmicamente con nuestros
besos, con tus caricias, y mis
dedos que se divierten debajo
de tus prendas…
– En instantes, el vació se fue
desvaneciendo ante el calor
de tu presencia.
¡Azúcar!
Nuestra cordura se traslapo al
papel de la inconsciencia, y la
inconsciencia adopto el rol de
la consciencia misma a las 11pm.
El regreso más fortuito, juegos
del destino, ontología perfecta
cuando nos divertimos ante fuego
sigilosamente divergente.
Somos capaces de bailar, somos
capaces de hacer gemir nuestras
caricias…
-Somos como el azúcar,
predilectos de dulzura, predilectos
al deseo mismo de atraernos.
¡Por Siempre!
Aunque el tiempo declare tu ausencia,
tu mi bello ángel, desde tu nacimiento
hasta el último día de tu partida te llevaré
eternamente en mis pensamientos, en mis
anhelos, en los suspiros de la media noche…
Te orare, suplicando al cielo y al Dios
mismo que muy pronto vuelva verte, tal
vez físicamente ya no será pero
espiritualmente nos volveremos a ver; y
con ansías espero abrazarte; es un acto de
fe, es un bello propósito que hoy mismo lo
he trazado.
Mi ángel, volviste a tu ciudad natal Los Cielos,
mora entre las estrellas ¡Y brilla, se el estelar
de mi vida! Así como lo hiciste cuándo te tenía
entre mis brazos.
-Te extrañare y te amaré infinitamente, hasta el día
que nos volvamos a ver… Nunca te olvidaré, serás mi
oración de día, de noche y de madrugada. Te amo
infinitamente, desde la tierra hasta los cielos. Serás
mi por siempre y para siempre.
Recorridos
Nuestras almas son transeúntes, conocemos principios,
propósitos, sueños, tanto de lugares y personas que son
ajenas a nuestra esencia, recorremos bellas sensaciones y
experiencias que forman y nutren nuestra alma…
-Somos ricos subjetivamente, vivimos de la buena palabra
que traslada significados y sensaciones profundamente
relevantes de nuestra realidad misma.
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