Últimamente he pensado en mi estilo de vida, apenas con dinero y con pocas ganas de vivir, e pensado en cual es la razón por la que vivir y no la hay, no hay razón aunque si hay motivos, tal vez el tratar de imitar la vida de mis iconos favoritos me ha mantenido con vida.
Repasemos esos iconos pues, Bukowski fue el primer faro para mi yo adolescente. ¿Cómo un adolescente al que se le abre el mundo no tomara como guía a un sujeto como él? Mi época preparatoriana está basada en este personaje, que hermoso fue creer que yo era un poeta maldito por balbucear tres o cuatro guarrerias cuando estaba drogado. No me da vergüenza, es mas risa. Fueron tiempos de conocerme, lamento si me conocieron ahí porque muy probablemente no los recuerde, porque si hubo algo en mi que se pudo igualar a un poeta maldito fue el estar drogado o alcoholizado todo el tiempo.
Si bien me abrace a las piernas de Bukowski, también de vez en cuando me ponía la mascara de Baudelaire, siempre fatalista. Lamentablemente la única manera de que como un joven de 15-17 años pudiese llevar esa clase de vida es porque, como la mayoría de mexicanos, tuve padres ausentes. Tal vez no es lamentable, sino común. Hay tantos lugares comunes en la historia individual de mis compatriotas que he vivido su vida a pesar de no conocerlos.
Me atrevo a decir que fue una buena época, no la repetiría aunque de vez en vez sueño con ella.
Otro faro fue Jorge Ibargüengoitia, que placer fue cuando del fatalismo y del pesimismo pase a la ironía y la gracia. Fue entonces que se me ocurrió que quería ser escritor, comerme el mundo, personas. A diferencia de antes que solo quería cometer mis actos, ahora quería enamorarme. Que pena que haya tanta gente y tan poca vida, que pena sentir tanto y ser monógamos. Elena Garro, Borges, José Agustín, Gabriela Mistral… me mostraron otro mundo, ya no era aquel jovencito triste queriendo ser poeta maldito, sí seguía triste pero, ahora quería ser yo y conocer porque estaba triste, no darlo por hecho. ¿Porqué no conocí el mundo de este modo antes?.
Que placer era ahora vivir, ahora tenía más formas de expresar mis tristezas. Abrir mi mundo literario fue conocer mis gustos y lo que no me gusta, mis necesidades y como saciarlas. El mero hecho de vivir causa angustia y soledad pero, la literatura es un bonito obelisco que puede guiar o un refugio que puede acoger.
No creo que haya salvación, ni un más allá, pero si creo en la literatura como un tipo de ancla ante la marea de los inconvenientes de estar vivo.
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