En la vida no hay cosa tal que cause más daño que la familia. Esa entidad que te obliga a perdonarlo todo, a aceptarlo y olvidarlo todo. Y, es entonces, cuando empiezas a odiar a esa familia que terminas sintiendote como un monstruo, uno de esos que nadie aspira ser, ni querer. Un ser que no merece amor alguno ni perdón de un dios cualquiera si es que existe.
OPINIONES Y COMENTARIOS