No me muero, estoy en el umbral de lo desconocido.
Y la eterna pregunta, «¿por qué?»,
se asoma bañada en curiosidad y ávida por obtener respuestas,
respuestas que nadie tiene,
pues nadie pudo jamás traerlas.
Acabo el camino que hube de andar y comienzo los pasos hacia lo incierto,
y cruzo los dedos,
pues la superstición me puede y todas las direcciones me encarrilan hacia una inmensa incógnita sin precedentes.
El fin es el comienzo;
el pasado acaba en el presente;
la vida no es vida sin la muerte;
de nada vale resistirse,
aferrarse a lo que se ha de dejar, evitar avanzar,
pues lo ocurrido nos conduce hasta aquí,
a este temido y sempiterno umbral de lo desconocido.
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