Nunca imagine que una simple mirada fuese capaz de transmitir tanta gratitud y de provocar en mi esa necesidad de protección.
La primera vez que te vi, fue a través de una foto
y desde ese momento supe que la relación que empezaba a forjarse sería irrompible.
Mientras tanto, tú ajeno a todo e irremediablemente asustado, irremediablemente envuelto en una inmensa tristeza y soledad.
Sin saber que pronto empezarías la vida que todos deberían tener. Y es que en tu corta edad ya habías pasado demasiadas desdichas, demasiado dolor,
pero ya era hora de que la suerte te sonriese, ya era hora de la felicidad en mayúsculas y que tu vida cambiase.
Y así empezaste un viaje muy largo hacia una vida plena.
Los comienzos entre nosotros no fueron fáciles.
El miedo dominaba tu alma y tu ánimo, aún hoy, después de tanto tiempo, algunas veces, te cuesta controlarlo.
Algunas veces, te visita ese ingrato y viejo amigo.
Y es que las heridas se curan, pero las cicatrices se quedan.
A pesar de tus traumas y miedos, siento que eres feliz y eso me llena de dicha.
OPINIONES Y COMENTARIOS