Lo que el viento nos dejó

Estará de acuerdo señora mía, en que siempre asociamos al viento con el aire en movimiento. Si ha estado en una playa, una montaña, en un edificio o cualquier otro sitio abierto, entonces lo entenderá a la perfección. Movimiento es sinónimo de viento. Vientos de cambio, ¿ha oído esa expresión? ¿No? Por desgracia, ¿no? Bueno, pues para que se instruya un poco. El caso es que sí entiendo lo que desea decirme. Eso de que usted me ponga como ejemplo una habitación cerrada, en la que el viento está atrapado, inmovilizado y hasta pesado o rancio, viciado o como lo ha dicho usted: tufoso; es un buen ejemplo, sin embargo, con abrir una ventana y la puerta es suficiente para que el viento recupere su forma natural.

Y no entiendo a qué viene tanto problema. Ya le he dicho que acepto que el viento se puede atrapar y dejar estático y me gustaría continuar con lo que iba diciendo antes de su interrupción. ¿Me permite? Gracias, es muy gentil de su parte. Recuérdeme que le firme uno de mis libros al final de la velada. Bien, amigos, como les iba diciendo, esa forma de narrar en la que he tratado de invertir las características de la materia y la naturaleza de los sentimientos, mezclándolos entre sí, me ha dado la posibilidad de crear un mundo diferente en el que los colores son sensaciones y los elementos se perciben de una forma muy especial. El personaje cree oler las tonalidades del marrón y ver el asco, materializar el vértigo y palpar el mareo.

¿Se imaginan la cantidad de posibilidades que esos recursos nos proporcionan? ¿Qué dice, señora? ¿Que es imposible imaginarse esos pasajes de la novela? No lo creo así. Pregúnteles a los demás lectores si han tenido alguna dificultad. ¿Verdad que no han tenido ninguna? ¿lo ve? Peros si está más claro que el agua. Bueno, de eso si tendré que explicarle. Mire, resulta que todas las novelas policiacas deben empezar con algo que enganche al lector. Es por eso que siempre nos describen el lugar del crimen para que a partir de allí vayamos deduciendo todo lo que pudo haber sucedido. Ya, vale, pero eso es otra cosa. Además, ese autor que menciona, cometió uno de los errores más graves del género.

Sí, es verdad, ese escritor es muy famoso y ha ganado muchos premios. No lo estoy negando, solo quiero explicarle que los buenos escritores de novela negra, al menos los más honestos y talentosos, no recurren ni a mafias chinas, ni fantasmas, ni fenómenos paranormales para realizar un asesinato. En particular, me faltó mucha paciencia para ir escuchando la opinión de todos los personajes, que cuentan la misma historia desde su punto de vista y hartan un poco machacando lo que el lector ya sabe al dedillo, fue por eso que me fui al último capítulo para ver saber qué sucedió en realidad y tremendo chasco me llevé al saber que era algo así como un fantasma o una posesión de no sé qué.

No, no, me va a perdonar, pero así no se debe jugar con el lector, uno se merece un cierto respeto y si ha comprado nuestro libro le debemos ofrecer algo interesante y no una historia absurda con un final descabellado. Ya sé que a usted le pareció fantástico, pero pregúntele a un buen crítico y le dirá que esa novela no aporta nada a la literatura y que es ridícula. Perdóneme, pero he de decirle que los jóvenes son más inteligentes que nosotros y no apreciarán ese libro como usted. Le pido que se quede después de mi exposición y le daré detalles. Ahora si me permite, seguiré con lo que estaba diciendo antes de su interrupción.

Pues, como decía, de esa forma el tratamiento de los personajes es más dinámico, las descripciones cambian y todo cobra interés. Las casas dejan oler su pasado, las fachadas de colores vivos son rugosas, ásperas y frágiles y se sienten dentro del cuerpo. También está el mundo interior del personaje en el cual se mezclan fenómenos como la alegría que es un licor de sabor agridulce, o la ira que es como una mezcla de algo nauseabundo con algo picante.

Bueno, con esto llego al final de mi plática y les invito a que se acerquen con los libros para que los firme, ¡Eh señora! ¡No se vaya! ¡venga aquí! Pero que maneras. ¡Ja, ja! ¡El viento cerró la puerta!

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