De haberlo sabido, me hubiera fundido mirando el marrón de tus ojos y tus pupilas ensancharse ante cada parpadeo por mas tiempo mientras fijamente me mirabas. Sin pensar que en mi cara buscabas razones para quedarte. O quizás, las palabras para salir de acá.

De haberlo sabido, me hubiera dedicado a contar los vellos rojos y blancos de tu barba. En vez de buscar arreglarla.

De haberlo sabido, me hubiera pasado horas intentando contar tus pecas en vez de en el número de incertidumbres sin respuesta.

De haberlo sabido, me hubiera gastado noches en vela contándote los miedos y pensamientos que súbitamente llegaban a mí. En vez de esperar silenciosa que tu cabeza viniera a reposar sobre la almohada.

De haberlo sabido, hubiera besado más tu cabeza y te hubiera abrazado fuerte mientras las nubes grises que te aquejaban buscaban posarse sobre ella. 

De haberlo sabido, hubiera echado leña a la chimenea cada noche para que el frío no llegara hasta nuestras sábanas.

De haberlo sabido, me hubiera levantado cantando cada mañana. En vez de esperar a que alzaras la voz y lo hicieras conmigo.

Pero, de haberlo sabido:

Me hubiera dado cuenta en tu mirada que nunca te tuve.

No hubiera buscado rescatarte de la maraña de tu propio desamor.

No me hubiera vestido de blanco a planear una vida con la incertidumbre.

Hubiera prendido el fuego que llevo dentro ante tan frío apego evitativo.

Hubiera sentido mis corazonadas…Apagado a tiempo la hoguera y abrazado mi propio invierno.

Hubiera seguido derrochando mi alegría mientras a ti te asfixiaban las frustraciones por un futuro prometedor calculado.

De haberlo sabido antes, hubiera estado dispuesta. Pero mi corazón se anclaba a mis tripas para que no se desbordara. Porque en el fondo sabía que tú no me amabas de igual manera. Y a mí el tiempo, la vida y mi ser me han dicho: que merezco un amor voraz. Uno que permita desbordarme. A mi manera y hoy más que nunca.

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