Lo que al siguiente diálogo, por un lado, le falta de erudición literaria, por el otro, le sobra de realidad.
YO: podrías cocinar vos amor, que tengo un par de cosas que hacer, y son urgentes.
MI NOVIA: bueno, pero vos te haces el vivo. Si estás paveando en la computadora.
YO: ¡No! De verdad. Unas milanesas pondríamos comer. Si es con papas fritas mejor.
MI NOVIA: ¡Miralo como manda! Bueno dale, pero antes ya que estás en la compu, haceme el favor de imprimir la imagen de la sapa que te mandé.
YO: (luego de ver la imagen) ¿Cómo de la sapa? ¿No será de la rana?
MI NOVIA: ¡Bueno Nicolás, vos entendiste!
YO: jajaja, ¿la sapa? ¡Qué hija de p…! ¿Y para qué es?
MI NOVIA: ¡Dejá de reírte estúpido! Es la careta para la obrita de teatro.
YO: ¿Qué obrita?
MI NOVIA: vez que no me escuchás cuando te hablo. Te conté mil veces que me visto de princesa y después me convierten en rana mis alumnitos.
YO: ¿y no sería mejor buscarte una careta de princesa? (Risa irónica).
MI NOVIA: listo, ¿sos chistoso? Hacete las milanesas vos. ¡Boludo!
Ante la insipiente conversación, se pude conjeturar que todo aquel que en una relación de pareja intenta jactarse de gracioso, no come, no convida, (y tiene una sapa en la barriga).
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