Carril de una memoria.

El estaba ahí, sentado en el prado, junto a aquel árbol que ahora solo se sostiene de sus raíces secas; mientras daba el primer paso lo escuche decir.

– Guau el clima es muy bonito, ¿sientes el aire?, sopla demasiado suave mientras acaricia mis mejillas-,suspiraba y decía -que era agradable.-

Mientras más me acercaba escuchaba que conversaba y decía.

-Sabes no había pensado en volver en esta pequeña colina, amo venir a este lugar, sentir la paz, alejarme de todo lo que no deseo mirar, y cuando no aparezco mis amigos corren a buscarme, ellos saben donde encontrarme, es como mi pequeña guarida, ahora estoy aquí sentado mirando a través del tiempo-.

-Algo estaba aquí ¿Qué era?… ¡O si! el trampolín como me agradaba mirarlo y al estar dentro de ella tener la sensación de volar mientras daba saltos, ahora que vuelvo ha cambiado mucho, el tiempo hace lo suyo-.

Papá y mamá me enviaban a la escuela, me sentía bien estar ahí, pero una sensación de vacío me hacia estar triste, me impedía ser feliz, hasta que de la nada un suave tono de aquel piano viejo de la clase de música llego a mis oídos, camine hacia el sonido, fue la primera vez que tuve ese sentimiento de alegría tanto que mi corazón palpitaba como si estuviera enamorado.

Cada día solía caminar por la misma dirección en busca del piano que hacia llenar mi corazón de calidez.

Que locura ahora solo me iré de aquí y dejo esta flor en memoria de aquel hermoso momento, es hora de ir a ver a mis amigos estoy seguro de que ya deben estar en casa.

Adiós pequeña guarida y gracias por cuidar de mi.

Esas fueron sus ultimas palabras, como puede no volver más, realmente lo extraño, esa hermosa risa que escuchaba cuando llovía, esa mano cálida que una vez me ayudo a volver a casa, estoy tan sola por que no estas aquí, solo me reconforta la idea de saber que ahora tienes con quien estar y compartir esos lindos momentos que solo tu sabes regalar.

Mis lagrimas brotan mientras pienso en ti, tal vez es el momento de dejarte ir…