Sin duda el caso más escabroso que me ha tocado resolver fue el de la Estancia
Strella hace catorce años, quizás no fue el más difícil, pero cuando menos fue lo más inhumano con que me he topado no solo en mi carrera, sino en mi vida.
Recuerdo ese domingo de julio con exactitud, hacía mucho frío y yo me disponía hacer una visita a mi amigo Szandor Strella en su estancia, planeaba agasajarme esa noche con una o tal vez dos botellas de su última cosecha de edición especial por los cien años de fundación de la franquicia que le daría a él y su familia tres generaciones de prestigio entre tintos y blancos.
Conduje cincuenta kilómetros desde mi morada hasta los viñedos, allí estaría
esperando mi amigo para concederme detalles de su glamorosa colección. Durante el recorrido por las renovadas instalaciones desde mi última visita donde era elaborado su elixir fruto de las parras, vi en una habitación asomarse entre la oscuridad, la cabellera rubia y rizada de una niña, pregunté a Szandor entonces de quién se trataba,él me respondió que debía ser su nieta Susie, jugando a las escondidas con sus hermanos, después de todo la estancia era muy grande y especialmente ellos eran quienes más lo disfrutaban, siempre tenían algo nuevo e interesante allí con lo que entrometerse y hacer travesuras, sus padres no lo aprobaban demasiado por las alimañas que se escabullían entre los huecos que minaban la vieja estancia, pero los niños eran niños y no podían detenerlos todo el rato, en cuanto a los roedores, tenían una forma de impedir que ingresen al sector donde se producía el vino. Me resultó bastante simpático ver su rostro emocionado cuando hablaba de su familia, precisamente ahí fue donde me confesó haberse inspirado en ella para esta nueva edición que proponía un cambio, una renovación que al mismo tiempo signifique un homenaje a la trayectoria y excelencia en todos los aspectos con los que su vino era vendido, por lo menos desde el sabor que pretendía ser según sus descripciones una chispa de juventud, alegría y festejo por estos impecables cien años. Estábamos terminando el recorrido cuando aparecieron su hija Elena y su yerno Lucius buscando a Susie, no había tenido la oportunidad de conocerlos antes así que fuimos presentados, ella era una mujer de impresión delicada y una mirada preocupada por su hija, por lo que pude percibir, llevaba un saco rosa con hombreras negras y un pantalón oscuro, su voz estaba distorsionada, al parecer estaba difónica; Lucius aparentaba ser un hombre serio, sin expresiones muy acentuadas, tenía una chaqueta de cuero negra y un pantalón marrón con una faja de cuchillo vacía en su cintura, y una boina. No veían a la niña desde hace una hora y no sabían dónde podía estar en ese lugar demasiado grande para una pequeña que de seguro podría perderse. Acoté que la había visto escondida en una habitación oscura al otro lado de la estancia, inmediatamente fueron a buscarla mientras nosotros nos dirigimos a la bodega de envase donde se encontraba la nueva colección dentro de barriles herméticos lista para ser embotellada. Me dispuse a probar la ansiada bebida que lucía bastante espesa, y que poseía un aroma bastante peculiar, atractivo podría decirse; justo al momento de dar el primer sorbo, volvieron desesperados los padres de Susie a pedirnos que buscáramos junto a ellos a la niña porque ya no estaba en el lugar que indiqué, había cosas desordenadas, pero ningún rastro de la pequeña en la habitación. Bebí lentamente un cuarto de copa que me había servido Szandor para luego colaborar en la búsqueda de la niña, después de todo era lo menos que podía hacer como amigo, detective o persona, tampoco creí que sería difícil encontrarla. Aún así me detuvo el sabor del vino, no estaba feo, pero era diferente, quizás más dulce de lo normal y característico de la esencia Strella, estaba tibio, demasiado considerando el frío que hacía en todo el lugar, le pedí a mi amigo que lo pruebe y me diga qué le parecía a él, que me dé su veredicto y yo luego daría el mío para ver si coincidíamos en pareceres de gusto, ni bien pudo terminar el sorbo que abrió grande sus ojos, estaba muy sorprendido, «¡Éste no es mi vino! ¡Yo no hice esto!… Pero está rico…» Terminó la copa y nos empeñamos en buscar a la niña, el sabor del vino lo podíamos discutir más tarde. Revisamos cuarto por cuarto de cada piso, nada de nada, de pronto se me vinieron a la mente las ratas, ya habíamos buscado por toda la estancia y no habíamos visto o escuchado ni una sola, se supone que huyen cuando hay alguien cerca, y es por eso que Susie debía estar donde no las había, a no ser que la niña las atrajera de alguna forma. El objetivo ahora era hallar donde habría ratas, ellas nos indicarían dónde estaría Susie, y así fue, por desgracia; no tomó demasiado suponer que el sótano sería el mejor lugar donde las pestes se arrinconaran. Cuando bajamos las vimos en la oscuridad abalanzarse una sobre otra de forma frenética, y cuando encendimos las luces se dispersaron inmediatamente hacia distintos lugares, dejando sin más al descubierto algo que parecía una cabeza, tapada en excremento, algunos demasiado largos como para ser de los roedores, estaba carcomida en todo el rostro por las ratas, no tenía ojos, se los habían devorado, y sin duda esos rizos dorados pertenecían a Susie. Szandor cayó devastado, no podía creer lo que acabábamos de encontrar, incorporarse se le hacía imposible, se ahogaba con su propio llanto y no había forma de brindarle consuelo, fue entonces que mientras tanto me dí cuenta que no había sangre en esa cabeza, ni las ratas habían manchado el piso con pequeñas huellas de la misma, era improbable que se la hayan bebido todo, y siendo evidente que ellas llevaron la cabeza desde la habitación donde la vi hasta el sótano, ya que no podría ser que trasladen el cuerpo entero, la misma ya estaba desangrada para entonces por lo menos, pues por eso tampoco había manchas de sangre en los pasillos.
Pasó un buen rato hasta que Szandor pudo recuperar parte de su juicio, en ese instante volvieron los padres de la pequeña ya suponiendo con lo que se iban a encontrar al escuchar los gritos desgarrados de mi amigo, quedaron unidos los tres en un solo abrazo hundido de llanto y desgracia que no me interesa detallar demasiado, nada más es todo eso para mí que una simple evocación de vanidad. Lo que me hacía en presencia esa noche era entonces descubrir qué había pasado con Susie, quién había sido y por qué. Ya teníamos la cabeza, y eso nos aportaba que el asesino la desangró antes de dejarla en el cuarto donde la encontraron las ratas, faltaba el resto de la niña, su cadáver. Automáticamente se me revolvieron las entrañas, no me quedaba duda que el vino llevaba su sangre, por eso estaba tibio, y por eso tenía ese espesor. Pedí a Szandor y al conyugal que me acompañen a la bodega donde estaba reservada la nueva colección, fue Lucius quien abrió el barril del cual bebimos con anterioridad, fue allí donde se sumergían los restos de la pequeña, completamente desnuda a excepción de un collar, que irónicamente pretendía adornar un cuello sin su cabeza, el torso estaba abierto al medio de forma longitudinal, sus vísceras flotaban formando un caldo al vino, pero sin duda lo más triste de ver fueron sus manitos cerradas muy fuerte, pretendiendo defenderse de lo que había ocurrido. A estas alturas la reacción de la familia de esta niña era inexplicable, mas de seguro uno de los tres estaba actuando, éramos los únicos en esa estancia, uno de ellos la había matado.
Ya no quedaba mucho más por descubrir, el arma con que fue asesinada era un cuchillo no muy grande, y se encontraba dentro del cuerpo de la pequeña envuelto en un paño, eso fue lo que me delató quién asesinó a su propia hija. Miré a Elena fijamente y le dije que dejara de llorar, que su hija jamás iba a volver y que si algo de justicia quería tomar por parte de ella, se entregara de inmediato; ella se puso agresiva, empezó a maldecirme y esto no hizo más que confirmar mi teoría, inmediatamente la redujimos y brindé todos los detalles, si bien el cuchillo había sido el de su marido, era evidente que el paño con el cual lo envolvió y puso dentro del cuerpo de la niña era suyo, y lo usaba en su cuello por causa de su afección en la garganta, por otro lado los excrementos largos que había en la cabeza e la pequeña no resultaban ser más que flecos que seguramente arrancó Susie de sus hombreras al intentar defenderse. En cuanto al lugar donde ocultó el cadáver, deduje que fue para reemplazar el barril con otro nuevo y deshacerse de ése más adelante mientras los demás estaban ocupados buscando a la niña, lo único que quedaba por resolver era el por qué de ese terrible desenlace, con qué necesidad alguien podría matar a su propia hija de esa forma, y eso lo explicó ella cuando ya no tuvo escapatoria, invadida ahora por una culpa conveniente dijo: «La estaba viendo jugar tan feliz en la bodega, bailaba y corría para todos lados, era mi hija, mi hermosa hija. Yo solo quise probar su esencia aunque sea en una gota, me acerqué y todo pasó muy deprisa, cuando recobré la cordura ya era demasiado tarde, ella gritaba y trataba de arrancarse de mis brazos con todas sus fuerzas, sus lágrimas caían, pero le sería imposible escapar, nadie la oiría, en un momento calló y ya estaba todo hecho. Ver eso, pensarlo y sentirlo solamente y con una frialdad y ambición enorme sólo me impulsaron a continuar, busqué el cuchillo de Lucius que había dejado en la cocina y comencé a cortarla lentamente y sobre el barril con cuidado de no mancharme, su sangre estaba caliente, mezclarla con la bebida no era algo que tenía planeado… O tal vez sí, no lo sé, actué completamente cegada por el impulso, tuve que cortar su cabeza porque no entraba, traté de esconderla en un lugar provisorio pero no tuve en cuenta que las ratas la encontrarían, volví a la bodega a dejar todo en orden y probé el vino, de veras estaba delicioso, ahí fue cuando ustedes llegaron y tuve que salir». Oír eso después de haberlo visto marcó una instancia de mucha oscuridad, le fue muy difícil a la familia seguir adelante, el negocio estuvo parado durante mucho tiempo, Elena sin emitir arrepentimiento alguno acabó suicidándose antes de poder empezar a cumplir su condena, desde entonces los vinos de la Estancia Strella siempre me darán ese sabor a ironía, un gusto alegre, dulce, puro e inocente, que mientras más lo saboreas sientes la tragedia viva en cada papila de la lengua, pueda ser entonces el alma en pena de Susie camuflándose entre las gotas de tinto, hollando hallar un consuelo.
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