Arranque una hoja de un árbol del parque Lezama, enojada me dijo que no lo haga nunca más.
-Devolveme a mi árbol! – me grito, muy ofendida.
Decidí volver a mi casa, busque ahí cinta, hilo, aguja, Volví al parque donde la hoja me esperaba. Intente unirla, pero cuando luego de varios intentos lo logre, esta se veía diferente.
-Volvé a estar como estabas, en tu casa cómoda- le dije desconcertada.
Ella se negó y se vino conmigo junto con dos hojas más. Les había gustado como cosí a su amiga y me suplicaron:
-Cosenos a otro árbol, el que esta allá con flores violetas.
Otra me insistió que la cosa en una gardenia muy pequeña.
Todas se quedaron a gusto con su nueva ubicación en el parque, en sus nuevas casas y desde ese día convivieron conmigo constantemente otras hojas, seguidoras fieles, viajeras de bolsillo, insistentes para cambiar de hogar en donde podían resaltar y ser felices. Por eso si en los parques de la ciudad hay alguna hoja es distinta, ahí estuve yo con hijo y aguja ayudando en el viaje.
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