«Todo lo que tocas…»
Por Damian L. Vera
Todo lo que tocas, se vuelve espeso. La esponjosidad de los restos que liberas, no son más que tristes melodías, eludiendo el llamado de sus hermanos y hermanas. Hazte llamar Clavel, o hazte llamar Mabel, todos esos nombres te pertenecen. Las lágrimas que caen por tus mejillas, rozando tu piel tristemente, encubren una Historia repleta de personalidad. Hazme saber si estás feliz, hazme feliz si tienes algo que contarme. Tus sueños profundos, cual velero de prestigio, van contra la marea incorporada en nuestros oceanos de melancolía. Condúceme hasta allí… que todo lo que tocas se vuelve oro, aquello que atesoras se te vuelve en tu contra, más no temes, porque aquellos son productos de tus manos. La delicadeza de tu tacto gentil y sincera, espanta la morbosidad de los hombres, de las mujeres, de los niños, de los ya nacidos. Tú todo lo puedes, tú los has creado por que te amas. ¿Por qué les otorgas nuevas oportunidades?.
Debes ser una ilusa, las malas vibras de un cuerpo inerte a tu contacto, cuyos resultados esponjosos no se ven reflejados en él, podrían destruirte. Aunque por cuanto tú has dado, siempre has tenido la certeza de que te volverán a amar. Corre, vuela, no te arrastres y libérate de esta prisión incorpórea. No seas tímida, expresa tu bendición con tus alas, échate a volar y no vuelvas hasta que todos nos hayamos perdonado. Porque todo lo que tocaste, podría desperdiciarse en la ignorancia e irrelevancia, pues tus actos no demandan sacrificio; cumpliste con tus votos, por ello vuela hasta que no pueda volver a verte. Y espero, algún día, que logres perdonarme por permanecer aún aquí. Donde lo que tocas, aquí donde aquello que amas desprestigia tus valores; donde aquello que creíste real y cierto, ahora se convierte en una mera percepción.
El Fin.
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