El primer viaje de enamorados

Era el mes de agosto, hacia unos meses que estábamos en pareja con Juan José y me invito a pasar unos días en Carmen de Areco. Como él tiene amigos allí les pidió que le reservaran en un buen hotel (me quería agasajar) una habitación. Con alegría me entere que era un hotel con pileta climatizada, habitación con balcón, perfecto.

Llegamos a Areco a la tarde, visitamos a sus amigos y fuimos todos a comer un lechón a la casa del hijo del compadre de Juan. Todo muy rico, hermoso el lugar con parque iluminado y nos atendieron de maravillas. Se había puesto frio y a eso de las 2 de mañana decidimos irnos al hotel a descansar. Llegamos a la dirección que nos habían dado y nos pareció de afuera que debía haber un error. Juan se bajó y fue a la entrada. Pasados unos minutos salió y me confirmo que efectivamente era allí. No nos gustaba la apariencia del lugar, habíamos esperado un hotel importante y lo que veíamos era un viejo hotel alojamiento, muy descuidado. Ni bien pasamos la puerta nos dieron la bienvenida. En la mano, sin bolsa ni nada, la empleada con cara de dormida y mal humor nos entregó 1 jabón y dos toallas señalándonos la habitación.

Todas las habitaciones eran iguales y estaban a lo largo del terreno. Tenían una escalera de cemento a la derecha, sin barandas. Casi en penumbras subimos a la habitación. Efectivamente tenía balcón desde el cual se veía la pileta cubierta pero como estaba todo tan oscuro no la pudimos apreciar.

Hacía mucho frio, y no encontramos en la habitación ninguna manta o frazada asi que Juan fue hasta la entrada y volvió con una mas finita que una sábana. Yo me acosté vestida, pero él se desvistió. A los 15 minutos se levantó a vestirse, no podíamos del frio que hacía. Nos acostamos abrazándonos para entrar en calor en la mitad de la cama cuando de pronto, siento que comienzo a hundirme hasta tocar el piso. Entre el susto, risa y sorpresa no me podía incorporar. Luego pudimos ver que habían unido dos camas de 1 plaza y que se fueron separando.

Esa noche dormimos como pudimos y a la mañana pudimos ver la pileta climatizada. Era una pileta con agua estancada color amarillento verdoso y tapado todo con un techo de nylon transparente. Al unísono decidimos que no íbamos a meternos ahí, realmente era asqueroso.

Cuando fuimos a desayunar no había ni tostadas, ni medias lunas. Solo unas galletitas de agua en un paquete y dos termos, uno con café y otro con te.

Regresamos a la habitación, juntamos nuestras pertenencias y huimos despavoridos hasta la ruta, donde ahí si pudimos desayunar. Nos quedamos hasta la tarde y volvimos a casa.

Así culmino esa pequeña luna de miel y aunque hubieron cosas desagradables lo pasamos bien y si alguien quiere agasajarlas con un corto viaje a Areco, quédense en el hotel de la ruta que ese si vale la pena, porque tiene un gran parque, un quincho, pileta al aire libre y el desayuno es muy, muy rico.

FIN

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