Escribo tu nombre

La palabra es una línea, una cuerda, un tobogán a través del que las ideas se deslizan.

Escribo tu nombre y vuelvo a borrarlo, tan solo para el simple ejercicio de leerte, de sentir que hay algo de ti que puedo mirar. Escribo tu nombre y mis ojos se lanzan tobogán abajo a través de las curvas de tus letras. A través de ese viaje te toco, a través de tus letras te recorro, te huelo, te siento conmigo.

Tu nombre en letra cursiva me permite transitarte de punta a punta sin levantar el trazo del lápiz sobre el papel. Desde arriba, la línea negra de grafito simula una cuerda que cayó arbitrariamente sobre la hoja… 

Una cuerda siempre tiene dos puntas, y yo juego a tomar una de ellas, a halarla suavemente buscando desenrollarla, buscando desanudar tu nombre para tensarla por completo, imaginando ingenuamente que tal vez tu estés al otro extremo y que solo debo halar constantemente para volver a verte, para traerte hasta mi.

Halo con la mirada en alto esperando encontrarte, y desde el primer momento te imagino sonriente halando también hacia mi. En mi boca una sonrisa se sienta en la sala de espera, tu beso se recalienta a llama baja, listo para ti desde antes de nacer.

Halo y te sueño, pero la cuerda se tensa y no logro verte, solo están mis ganas y una cuerda rígida que se va diluyendo en la oscuridad, como si estuviese amarrada en el centro de un túnel sin luz. 

La Oscuridad no dice nada y lo dice todo, la oscuridad es ambigua y deja toda conclusión a mis sueños y a mis pesadillas… Por momentos quiero convencerme de que tu estás allí, en la otra punta, y que el miedo y las ganas se disputan tu voluntad para salir o quedarte escondida para siempre. Que aunque estemos ausentes, todavía ambos tomamos los extremos de una misma soga. Que ambos lo sabemos, y siento la esperanza viajando tenue en ambos sentidos.

Otras veces la loca me espanta y me dice que ya ha viajado al centro de ese túnel, que tu no estás y que allí dentro solo reposa una cuerda amarrada a mi sueño podrido, echado en el suelo sin poder caminar.

Através de esa cuerda podrían viajar las fuerzas en ambas direcciones, pero al igual que con las palabras, ya hace mucho que deje de sentir las tuyas viniendo de vuelta. Halo y me convenzo de que tampoco estás.

Entonces la loca, que alguna vez fue una pesadilla impensable, se me va pareciendo a la vida real.

Y no se que diablos hago amándote.

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