Engañé, pero el engañado fui yo.
Traicioné pero el traicionado fui yo.
Como fui capaz de atentar contra sus propios sentimientos, si al final el que fracasó fui yo.
Ahora estoy solo, sin un Ángel que me proteja, vivo por vivir.
¿Acaso no debí? El precio del pecado fue tan alto, que las pagué una a una.
Solo quería experimentar, pero experimenté hasta lo que no debía.
Ya no me puedo retractar, el daño ya está echo.
No soy feliz, pero estoy seguro que hay segundas oportunidades.
Morí en vida, pero viviré por tí.
D. M.
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