resaca criolla

S= …de improvisadas dotes indagatorias, me desconocía algún talento periodístico. Intentando obtener novedades con entrevistas exclusivas, hago ronda por boliches de moda. Me procuro tragos largos en dilatadas horas, sobre las barras de amistad instantánea con agentes e influencistas. Posee el hombre esa capacidad innata de favorecerse amistades fugaces y profundas, para luego diluirse en pocas semanas. En otro extraño caso, adicionando a otros menos declarados en divulgaciones precedentes, supe arrimarme al manager de un famoso y acaudalado cantante popular. Luego de varias noches de causales entrecruzamientos, una invitación, y algunos tragos, acaba revelando su contacto, erizando mi piel ante el acecho de una escueta entrevista, a modo de reflejo para aquélla amistad naciente. Concertamos así el encuentro, después de ciertos amagues intermedios, demasiada paciencia, recursiva insistencia, y más tragos largos. Se trata de una casa surrealista de parafernalias, descubierta tras ciego paredón de al menos tres metros, cámaras, garitas y vigías, solo habiendo traspasado previo un portón metálico fortificando la residencia. Pisos y paredes fileteados, con rombos, espirales y laberintos psicodélicos. El fantástico personaje ataviado con pilchas adolescentes sobre su figura madura, se sienta sobre un escalón cualquiera y me bate: “Soy archiconocido, tengo lo que quiero y también lo innecesario. Quiero mucho más a lo necesario y necesito querer un poco más cuanto carezco. Soy ponderado, alabado, bendecido, endiosado. Pelean cada día los aduladores por verse bien conmigo, por sentarse dos minutos ahí, justo donde Vos estás sentado. Gano fortunas en cada recital, firmo contratos multimillonarios, y emprendo giras estrafalarias de gastos, inversiones, consumos y finanzas proyectadas. Difundo excentricidades por parecer extraordinario. Soy conocido en cualquier país del planeta. Si mostrás mis fotos, me reconocen hasta criaturas de África. Aún así, sigo siendo infeliz. Porque esta fama tan aclamada acaba siendo una camisa de fuerza aprisionando, apretando, consternando, reduciendo, sacrificando, inmovilizando voluntades. Tampoco soy famoso de un ámbito o rubro específico, quiero decir, de una actividad académica o cultural. No soy artista plástico ni biólogo, científico, físico, filósofo, alquimista, ni poeta. Hablo de aquéllos fulanos reconocidos en sus círculos selectos. Lo mío es difusión masiva. Burda, chabacana, berreta. Me expone la televisión si tengo o dejo novias, novios, amantes, nodrizas, managero domésticas. Aparezco en revistas chismosas de la farándula, en recalcitrantes listas de ránking musical. Diez años de fama, dieciocho de carrera ininterrumpida. Presidentes, ministros, funcionarios, actores, actrices, periodistas, empresarios, bregan por tenerme en sus fotos para intereses y campañas propias. Dilema de post-frustración me acosa, según mi terapeuta. Mientras jóvenes inmaduras deescontroladas se derritan frente a las puertas de hoteles adonde me alojo, mi ego será inalcanzable para mi Yo profundo. Por eso vengo imaginando ya el día del ocaso. Maravillosa voz la mía volverá torpe, amarga, grave, disfónica de sinfonías. Hermosos y candentes ojos los míos habrán de apagarse consumidos como carbón de cenizas. Hijos aún potenciales comenzarán a estorbarme pidiendo cuentas, testamentos, legados, cuotas y franquicias. Mientras lo pienso, confieso daría todo por regresar a quien era. Al anonimato austero de flashes, de fotos, micrófonos, fiestas. Al podio reverso de los adictos a la fama. A destiempo comprendemos todo es efímero. Primero famosos tan luego olvidados, suplantados, abollados y mordidos. Las figuras pasan, solo las obras quedan. Canciones, discos y grabaciones eternas. Solo si son demasiado buenas. Los hits movilizantes y vigentes, mañana son superados, y eso nadie puede evitarlo. Subis como bajás en listas de topes, medios y catacumbas funestas. Deseo un aeropuerto sin ser descubierto ni esperado, evitarme roces, empujones, manoseos, conferencias de prensa. Ansío como nunca meter el dedo en mis narices, rascarme adonde quiera, sin sentirme observado, escudriñado, criticado, cuestionado, señalado, sentenciado por dar ejemplos incorrectos, por vulgaridades, por indecencias… por ser tan humano como cualquiera. Pisar la tribuna de un estadio, mirar un espectáculo de teatro, entrar a un cine, ir a una carrera, sin ser acosado, sin atraer el centro de escena. Comer emparedados de guacamole y relamerme chupándome los dedos chorreados de aderezos, sin sentir la mirada de cámaras ocultas, aparentes, evidentes o consabidas filmando cada movimiento y cada pulsión de una vida pública sin reservas. Visitar tiendas sin ser obsequiado. Amigos sin ser pretendido por conveniencia. Conocer personas sin preguntarme cuánto gano, cuánto tengo, cuánto puedo regalar o invertir en sus mentas. Disfrutar veladas con mujeres sin pedirme audiciones para el coro, la imagen, la prensa, ni deslumbrarse por mi auto mucho más a mis modestias. Estoy tan solo, tan incomprendido, encerrado en una ficción tan lejana a la verdadera esencia… Me consuelo en un cócte de pastillas, sesiones de medicina, recuperación capilar, homonal, seminal, psiquiátrica, sanguínea, adictiva. Me encuentro conmigo mismo solo en mis pesadillas de cada noche, en todos los hoteles, en habitaciones de esta casa, en los jardines, adentro de la pileta. Así como la vez, bella, luminosa, incandescente, llamativa y esplendorosa en majestuosidad interna, es de naipes de barajas, o de rejas, para mí libertad en condena, Pero mañana, querido, mañana cuando despierte y me levante una vez más a ponerme el antifaz que me tapa las memorias y el rostro oculto tras bambalinas, habré olvidado estas confesiones, estas caladuras en mis heridas, y me pasaré del mal humor a la anestesia de algarabías con la droga, las pastillas, el alcohol y el tabaco, esfumando, disipando, disolviendo cada palabra y cada sentido revelado en esta sesión de afloraciones sinceras. Deberé perder veinte o treinta minutos en negar todo lo dicho, es cierto, quedará como un invento, otro rumor de esos volátiles e imaginarios volcados sobre la figura siempre atrayente de mi magnífica presencia. Pediré agua mineral importada, y daré una conferencia. Me reiré indulgente e inimputable de tus letras. Volveré a convivir con mi figura estelar, adentro de mi chaleco de fuerza. Cambiaría con un desconocido un año de mi estampa por su anonimato, para escapar a las garras despiadadas de la fama, quien nos muevo como a marionetas del Teatro Negro de Praga, de acá para allá, función tras función, la mano invisible tras el negro telón, oscuro y grueso de la realidad. Esa mano de la fama… Claro no lo publiqué, pero sin determe el temor a la contradicción, ni la misericordia, ni la compasión, fue en verdad porque deslumbrado por el entorno, olvidé presionar el botón rec para la grabación…

S= …imagino fue Platón quien pudo observar cómo hundían los últimos vetigios de Atlantis. Le hablaron sabios de ahí, previo inmolarse ahogados con su patria y gobernantes. Quienes más valientes, aceptaron sumergirse junto a su continente, cual capitanes honorables de un barco encallado. Unos pocos canallas, cipayos, fisgoneros de esa cultura y esa raza, consiguieron escapar cual cobardes ratas. Uno de estos fue Euclesíastes, quien me lo confesaba en encuentros astrales. Por eso hoy estoy en Bermudas pero con pantalones largos. Estoy soñando o estoy viviendo un idilio. En la mente traigo imágenes desde otros confines, y con espuma de iodo sobre la arena, las bosquejo torpemente. Pero alcanzo verlo con suma claridad. A pesar de la arenilla, turbulencia y bruma de las corrientes submarinas, he conseguido incursionar en expediciones subacuáticas, hasta hallar los restos, justo adonde fue indicado por las señales telepáticas. Cualquier preciado pirata de película vieja se ufanaría orgulloso de mi conquista. Cualquier antropólogo y arqueólogo envidioso de mi proeza, me añadiría a sus contactos de personas indeseadas. He logrado dar con un doble tesoro. Uno de oro y otro en mito. Permanecería ahí por toda la eternidad, si supiera cómo respirar bajo el agua. Aunque subiría a superficie a gozar placeres mundanos. Eso debería pensar si me sintiera plenamente jubiloso, en cada instante percatado, y en cada siguiente sucedáneo. Tomo nueva bocanada de aire, regalado por esta cueva submarina, y me sumerjo más abajo aún, practicando el ejercicio de apnea. Veo allá difuso primero y espléndido luego al impactante continente perdido de los Griegos. Magnífica ciudad sin tierra, sellada en concreto o algo parecido e imperecedero, mármol tal vez. Veo estatuas fabulosamente talladas, demasiado similares a los Moais de Isla de Pascuas ¿Qué clase de humanidad podría desarrollar tanta perfección? me pregunto entre las burbujas de mi exalación en reserva. Hayan sido como fueran, les fue insuficiente para atajar la furia de Poseidón luego de violar el pacto de excedencia. Castigados por su Dios engañado en culto a otras deidades, fueron succionados al profundo confín de la plataforma subterránea en una demostración de fuerzas. Tragó edificaciones y calles, gentío, animales y cosechas. Hacia el hondo bajo fondo donde el fango no subleva, se perdieron esas almas, su cultura y su flema. Siento presionando sobre mí un inmenso campo gravitacional de inducción magnética, el cual me disturbia el equilibrio, la oxigenación en las venas. Aún decido continuar intentando hallar el mejor revelador testimonio de esta incursión subterrena. No podría establecer con claridad, ni deducir, ni siquiera intuir o esclarecer, hasta profundidad ¿cuál sería el mejor vestigio de haber dado con mi hallazgo? trascendental para el mundo de arriba, dando cuenta de civilización avanzada precediendo las hordas primitivas de las Eras. Quizá otro antes de mí haya llegado acá, e intentado enviar su mensaje a la superficie… como última amarra a la esperanza de mi destino, coloco este testimonio en un recipiente sellado, dejándolo flotar. Ruego a Poseidón lo libere de obstáculos, sin enriedos entre juncos ni corales marinos, sin fauces de barracudas ni ballenas confudido por plancton, sin radiaciones de anguilas interfiriendo y desconectando, sin tintes de pulpos ocultando y manchando. Toda una vida buscando esto, poca importancia doy al relumbrar del oro en los tesoros de candiles, aparjos, sables, adornos, joyas ni aperos. Me pregunto entonces si ¿existieron y Ellos domaron unicornios alados? Lo trascendente además de validar el mito histórico, será afirmar la preexistencia de una civilización superior. La llegada de otros seres extraterrestres dando instrucciones al intelecto humano será descartada. La transmisión de sabiduría mediante monolitos y pirámides, desvanecida. Poderes mágicos efervesciendo en experimentos de alquimistas trasnochados, denostados y empobrecidos. Legado de anunakis, zoroastristas, iluminatis y vespurianos, abatidos y enterrados. Trágicamente atrapado por imprudencia, habiendo faltando respeto al generoso océano, me condeno acompañarlo por siempre en este infinito recoveco, hasta quedarme quieto y dormido, pasando a presa para depredadores. Tiro de gracia final del viejo mar, como una cuota irónica de su lascivia inherente, me permite seguir vivo en sus profundidades, provisto de un cubo extinguible de aire en esta caverna submarina, solo para legar estas letras. Poco me queda de ahora en adelante hasta la inanición fatal, a menos consiga atrapar potros de mar para ascender montados al galope. Todo error merece segunda oportunidad, menos éste. Precioso error, pero único y letal, por lo cual acabo riendo, por no llorar. Debo aceptar este convite de la circunstancia al banquete del delirio. Antes delirar, preciso soltar este pergamino de mis manos, yendo garabateado en escritura cuneiforme, sobre una tabla de mármol, encapsulada al termo de mi alimento conservado. Todo resistente al agua salada, las olas y tempestades. Creo estar en coordenadas 38º 20` de latitud Norte y 42º 18´ de longitud Oeste. Llegue por casualidad, arribado junto a los hermanos Picardes, tanto Alejandro como su hermano mayor -el buzo experto- quien quedara en el lanchón. Durante la desestabilización provocada por la succión, Alejandro logró sujetarse del cable acerado de seguridad, y supongo fuera rescatado por su hermano. Tal vez también se hundió. Por jactarme de intrépido, me arrastró a mi hacia este fondo. Hacia esta tumba. Dichosa ventaja la mía, pienso, el conocer la forma y el lugar del descanso eterno. Nada más puedo hacer. Si saliera de la cueva sin la escafandra, perdida en la turbulencia, me rompería los sesos debido a la presión hidráulica. Si me quedo quieto, el aire acabará extinguiendo. Si me quedo dormido, alguna barracuda me morderá, y detrás de una, otras más. Recuerdo las favelas del Brasil, desde donde partimos con los hermanos Picardes, lugares en los cuales si uno corre lo atrapan, si está quieto lo matan. La paradoja y la solución, es rescatar la foto del momento, y ponerla en un retrato, lo cual significa contar la desgracia propia para ventaja de los prójimos, pues así avanza el mundo y la humanidad… de arriba

S= …nos sentamos en sillas diminutas de jardín de infantes. Parecemos monigotes haciendo de nenes. Las madres desparradas, algunos padres parados, contenidos, asombrados, incómodos. Sin dudas es una experiencia asignadas por madre naturaleza para las madres. Ahora salen a trabajar a oficinas y talleres, legando esta actividad a quien se encuentra más cercano, o quien trabaja desde la casa. Giro del mundo. Acá estamos algunos padres, mirándonos las caras y saludando a cabezazos. La señorita maestra con fluidez y algarabía, simulando o sinceramente, intenta convertir la reunión en un hecho normal. Cuando llega el turno de enfocarme desliza “¿Usted es el Papá de Joaquín, verdad? Bienvenido, no lo tenemos mucho por acá, porque debe ser la primera reunión que concurre…“ Todos giran sus cabezas para identificarme, mientras me radiografían con escaners mentales. Entonces agrega “Nos quiere contar a todos a qué se dedica y cómo se compone la familia del niño?” Me ceden la palabra de improviso, y arrinconado a contestar suelto “La madre trabaja en el centro, estamos separados y Yo… soy descubridor” Un aire de asombro invadió la sala, reflejado en el rostro de los padres, quienes entre cejas levantadas y labios estrujados mostraban señal de interés como de intriga e interrogación. Una tensa calma cargaba el aula, los niños reían y burlaban al mío. Intuyendo la aclaración pendiente, hube de agregar “Soy descubridor… de islas desconocidas” Ahora las risas brotaban de los mayores y contagiaban a los chicos; mi hijo y yo sentíamos vergüenza, nos aplastaba una notoria incomodidad. La Señorita maestra siguió su carga “… muy interesante… ¿fueron muchas las islas que ha descubierto?” No había descubierta ninguna, pero como nadie lo sabía, para tapar rumores, dije “Hasta ahora… una” Algunos padres reían ahora a carcajadas, pensando fuera un cómico haciendo comicidad. Los niños incursionaban en jarana “¿Una sola?” inquirió la maestra, como si fuera fácil andar descubriendo islas. Alertando la incoherencia y desubicación del comentario, agregó –“Mejor apúrese a descubrir más, así puede pagar las cuotas atrasadas del colegio” Analizaba si era indirecta la alusión a mi falta, o era evidente la magnitud de la deuda a ese momento. Gotas de frío sudor deslizaron por mi espalda. Sin bronca pero molesto, tragué saliva, y achinando los ojos le contesto “debo dejar de perder tiempos…” Concluye la sesión y la mayoría sale corriendo, comentando la reprobación a tanta adulta insolencia. Volvemos caminando con mi hijo, y le digo -“Entiendo si te avergoncé, pero tendrás una anécdota cuando te lleve a esa isla, la cual lleva tu nombre. Ojalá un día la conozcas” Luego de una montaña de años, lo veo llegando a la isla. Ya no estoy vivo, pero lo veo en el misterio de la transfiguración. Lo siento en espíritu y alma percibiendo el ritmo acelerado de las emociones. Llegó lleno de dudas, desconfiando de todo, pero resoluto luego de mirar cinco veces un mismo documental sobre el hábitat de especies raras de pájaros y lagartijas en la Isla de Sâo Joaquim, cerca de Gibraltar. Luego de infructuosas y tibias gestiones ante el gobierno Portugués, y contactos varios ante Cancillería, logró ubicarse en un ferry, y luego en lancha patrullera, autorizado a bajar discretamente en un parador provisorio, armado en un muelle precario de madera. Lo hacía bajo advertencia de recogimiento máximo dos horas luego al dessembarco. Ahorró y pagó el pasaje. Llegó ilusionado como desconcertado entre confirmación y delirio. Se trata de un itsmo pequeño, tamaño menor a media manzana urabana. Registrada en el dominio de países bajo bandera lusitana por su orbe de incidencia sobre aguas territoriales. Entre deslumbrado y apesadumbrado sin poder confirmar con certeza nada, deambulando por la corteza verde, apuntalando un descanso contra el único árbol, parecido a un tala, observó marcas talladas a mano, producto del filo de navaja. Dos muñecos, uno grande y otro pequeño, unidos de la mano…

S= …corriendo otra vez contra el Tiempo, como siempre, me detengo a pensar en implicancias. Horarios, agendas, gente, trenes, colectivos, compromisos. Empujando, avasallando, interponiendo, forcejeando. A un costado sorprendido, lo veo al viejo Tiempo. Viene caminando tranquilo, trae un bastón blanco. Sandalias de franciscano, y un polcho polvoriento, harapiento, descosido y desusado. Coincidimos justo en una encrucijada, y entonces caballeroso le digo “Pase usted primero” me atrevo “por ser mayor y más anciano” Me mira con la gracia de su cara arrugada, ojeras alargadas, mirada inofensiva. Me olfatea un poco, curioso, piadoso y me dice “pasá vos, nene… nunca tengo apuro” Me animo, paso y lo reojeo del otro lado del pasillo. Aprovecho, casi aventurado a ser amigo, para preguntarle “¿aunque corra adelante suyo, igual me alcanzará en otro momento, cierto? Resopla y sigue caminando, casi a mi lado contesta “Claro, ¿que esperabas? un día, cuando menos lo esperes, le chiflo entre dedos a la señora Parca y viene a recogerte” Chasqueo los dedos de una mano, entre nervioso y risueño, y le digo “claro ¿cómo habría de escaparme a la humana condena?” No se inmuta ni lo conmueve mi reconocida inferioridad. Parece gigante a mi lado, hasta me atemoriza ser pisado. Aunque me disgusta, lleva la razón consigo. Nada significamos para el Tiempo, ni para su colega La Muerte, ambos agentes del descalabro en desparramo de seres por todo el planeta. Insignificantes los ricos y magnates, famosos, presidentes, artistas, funcionarios, curas, clérigos, sacerdotes, bodisatvas, gurúes, evangélicos, luteranos. Pisa y aplasta, pues nadie lo domina, ni lo puede comprar ¿Cuál bien ofrecerle suficientemente interesante si nada lo complace ni distrae? Vacío de respuesta anticipada, opto por acoplarme a su designio preguntando si alguna vez descansa. Cuando se lo permitan las estrellas, me dice sin regalar palabras. Hasta un nuevo big-bang formateando otros Tiempos y otras Eras. Confiesa un poco más confiado, desestimar compañías ajenas para soliviantar su soledad. Cree recordar adonde se halla el bosque guardando el elixir de vida eterna. Ansía a veces compartir su ubicación secreta con alguna noble doncella. Deseando esta vez sepan cómo beberlo, porque algunos se han atragantado antes, y otros envenenado al beberlo en sorbos avaros de ambiciones lentas. Algunos fueron dioses del Olimpo, entre Zeus y Hera. Prefiere sea una mujer, esta vez, porque los hombres compiten contra Todopoderosos, creyendo incluso igualarse en las afrentas. Pienso para mí ninguna aceptaría, aún a favor de permanecer jóven por siempre, pues teniendo Tiempo sin asegurar beatitud, el viejo la engañaría con sirenas. Porque también son mujeres, pero eternas. Me dice sentarse a la orilla del mar de Honduras, por donde frecuentan. Allí las saluda una a una, cuando emergen del agua con mitad de sus torsos desnudos, sostenidas por el impulso de las aletas. Sabe de memoria el nombre de todas. Ellas se elevan por encima de las cinturas, durante sustento orbital, enseñando colas anfibias y escamas dilectas. Responden el saludo con sus colores dorsales, del mismo tono a crines de sus cabellos, e idéntico a cada ojo izquierdo. Los derechos son siempre negros. El viejo Tiempo no ha puesto nunca un pie en el agua de un océano. Teme a las profundidades desconocidas “quien desconoce, cree y teme” le digo. “Sería muy riesgoso para mí” me contesta. Sabe existen otros Tiempos, más siderales, letales, superiores y sublimes. Sabios Griegos conocedores de Atlantis se lo advirtieron. Le hablaron de cavernas bajo islas, ocultando agujeros negros de dimensiones opuestas. Habría quedado ahí atrapado entre pliegues del Planeta, estrechado por un estiramiento de corteza, petrificado entre rocas de magnesio, con resonancias diversas. Su inducción succiona, y muchos han perdido ahí, la consistencia de su esfera. Yendo a parar a otros confines, entre otras galaxias, hacia otras estrellas. Todo esto me lo dice en pocos segundos, sin detener la marcha, calculo aunque ninguno de ambos usa reloj colgante ni de pulssera. Seguimos andando, desde el cenit del sol hasta el crepúsculo tragando lenguas de fuego fraguando nubarrones del cielo. La gente nos adelanta, cruzando en carreras, creyendo poder ganarle a minutos, a días, a épocas. Como fábula de torguga y liebre, me dice. Me río, pero de inmediato me consterna. Como la liebre, optamos por descansar, dormir, discutir, filosofar… el viejo viene como tortuga, trastabillando con su muleta, con andador y rengo. Pero siempre los alcanza. Entonces, opto por alimentarme con plancton, bañarme en filigranas del Sol, y dormir con un ojo abierto para amanecer más temprano. Tal vez parezca exagerado. Le complace al viejo, cuando le cuento eso. Lo pierdo entre la multitud y luego veo de lejos. Le grito “¡Eh! ¿cómo va, jefe? Ya sé, no me rete porque acelero, pasa a veces olvido esta carrera de la vida, es cual debo correr más lento”

S= …me calzo la boina blanca, de vasco tambero, y salimos al galope en unos matungos dóciles como borregos. Vamos con primos del campo, arriando pastizales, desgañitando alaridos al viento. Con toda la impronta del superior exelso de libertad en las riendas y los sentidos. Tal vez me viera mejor con sombrero de ala ancha, guardamontes en el chiripá y botas en lugar de alpargatas. Lo cierto, lo sé, solo cabalgo en retórica de la fantasía. Rumbiamos para el chiquero adonde huele fiero. No lo siente tanto el dueño como el extranjero. Dimos de comer a los cerdos. Removimos agua del molino, desobstruimos las bateas de bebederos. Al australiano cortamos chapa desvencijada ribeteando aristas de óxido lóbrego. Controlamos corral de vacas lecheras y ensayamos ordeñarlas en destiempo mañanero. Nos limpiamos las manos en fundillo trasero de la fajina abombachada. Aromas de pasto mojado, tierra pisoteada y estiércol, sudor de animales salvajes, perfume de eucaliptos centenarios, se mezclaban enrevesando al aire, árido, húmedo y denso. Empapados por chubasco, logramos salir de comodidades citadinas. Si fuera diestro en estas artes debiera encarar al corral de baguales y sacar a relucir un potro, entre contorsiones y arabescos. Estaquear otro al palenque y calzarle bozal, freno y cabresto. Asistirme apadrinado para bellaquear a diestra y siniestra. A diferencia de esa mañas, volvemos con baldes de leche tibia hasta el alero del rancho. Una casa apenas sostenida sobre cimientos centenarios al lado del huerto, del gallinero, del aljibe y la bomba de agua a mano, a pasos del molino de viento. Allí ninguna puerta conoce llaves. Bebemos la leche gustosa a pasto y nos sentimos llenos. Un alambrado dañados para reparar en Primavera, cuando el terreno pantanoso pemite acercarse sin caerse por las cuevas. Hay gentes para todo rubro y para muchas menas. Es el campo un pañol manso, de culturas misturadas, de lenguas provincianas, autóctonas, indígenas y extranjeras. Los allegados del Norte aindiados, tintes y costumbres arraigadas al altiplano, descendientes dilectos de Incas, Mayas o Aztecas. Los del Sur europeizados, tallados en moldes vascos, en gallineros gringos de Cerdeña. Hacemos entre varios chacinados, productos de la industria lechera, quesos, jamones, pancetas. Calzamos alpargata sin espuela por no andar con grillos rodando, mientras elevamos derecho a réplica contra citadinos interesados solo en asado. Cuestionan si los caballos poco domados, se hacen parcos al paseo y la huella de sulky o carreta. Cuestionan arroyos desnutridos de bagres o palometas. Cuestionan retornar con maples vacíos porque carecemos de acopio con ponedoras. Cuestionan polvo alzado por los caminos ante falta de asfalto. Toman un día contacto con la naturaleza y andan sobrados de consejos y sugerencias. Sientan sus aposentos sobre medio tronco alisado pidiendo sillas con respaldo para acomodar la médula. Aplauden al asador desproticando falta de vasos, de vidrio, plástico, cartón, madera. Contemplan el crepúsculo fondeando fuego contra el contorno de las sierras, pero buscan abrigos abultados mirando de adentro del rancho. Admiran trinar de pájaros y canto de jilgueros, pero atiborran y protestan contra loros, chicharras, ranas y torcazas buchoneras. Cuestionan falta de chata pantanera, reflectores y rifles para tirar tiros a liebres, perdices, vizcachas, mulitas, zorros, gacelas. Aforan sobre familias completas de cuices huidizos, y aterrorizan frente a dientes de nutrias ribereñas. Aburridos pronto del paso lento del tiempo, extienden celulares ultrasónicos apuntando sus antenas a refulgencias del firmamento, creyendo hallar señales de empresas satelitales. Surcan huellas de tractores con autos señoriales, quemando humo, pinchando ruedas. Regresan engreídos y envainados a vidas rituales, cibernéticas, fantásticas, frenéticas, de circuitos y cables corriendo por sus venas, cambiando llantas por cascos, estufas por leña, relojes por horizontes, agendas por estaciones, florerías por primaveras… Me apiado de esos individuos y me preocupan sus maneras, tentando comprender por cuán poco se desequilibran, teniendo los cambios tan cerca…

S= … consultando de cerca mi pasado más cámbrico, pude hallar un antecesor arcaico, cuyo nombre de pila era Arú, y pertenecía a una tribu cimera. La de los Bariops, amujados a una aldea baja del lado más visible de las praderas, vistos desde los pantanos del Sudán, entre matorrales, tierras anegadas, juncos y riachuelas. Vivían al mando de Oniris, guerrero en jefe autoproclamado líder la comarca entera, conformada por doce individuos varones, veinte hembras, prole de ocho menores y dos mujeres viejas. Algunos otros menores fueron devorados en épocas de extremo desabastecimiento. Asira no tiene edad, pero calculo ronda veinte temporadas de vientos, heladas y praderas cubiertas. Arú, unas treinta. Ambos tienen físicos adaptados para sus tareas. La mujer ágil, sin ser frágil y ligera, anda días agachada tras rearmado de trampas, recogiendo presas. Diestra para trenzar alimañas disecadas, golpear pieles contra las rocas, despiojando para hacer vestimenta. El hombre infatigable corredor, cazador de ojo experto y lanzador de lanza y piedra. Sondeando peces atrapados entre algas por la ladera de la ribera, Asira asombra el alma, contiene el aliento y alista las piernas. Aventada de un respingo ante el reflejo de otra hembra en la orilla opuesta, se encuentra agazapada y quieta, esperando una respuesta de la figura cercana. Es hembra de otra tribu, revoloteando y husmeando demasiado próxima a las fronteras. Corrió Asira hasta su guarida y comunicó con gesto y alaracas a los guerreros, el avistaje de visita ajena. Pero el lenguaje humano a expensas desarrollarse desvercificaba el entendimiento, pues los músculos del hombre tiesos clamando por refugiarse, armarse y prepararse para defensas, malinterpretaban las señas confiigurando formas y tamaños destacando amuletos, colgantes, collares, pulseras de la extranjera. Cruzando unos sus fosas nasales, colgados otros a su cuello y orejas. Encabezados por Oniris salieron hombres aventajar el encuentro con invasores, electrizados por eventual contienda. Hallaron un emplazamiento de cueros tendidos, ramas y mucho gentío dando vueltas. Con la suspicacia del reto, se fueron aproximando paso a paso, midiendo espacios y acechos, filos y tramperas. Se comunicaron con gesticulaciones, blandiendo lanzas primero, luego brazos, luego lengua y después contacto. Interesados por la artesanía destellando en piezas de ornamentos, arriaroon con muchas cuentas brillantes para sus viejas y hembras. Debieron trocar a cambio alimentos, pieles y el fuego secreto encendido en una lumbrera. Volvieron a la comarca felices y excitados, sentando bases de negociación con sus mujeres expectantes y dicharacheras. Hallaron equilibro en términos de un trato concreto y perdurable. Volverían a la romería distante, a trocar más pieles, armas y otras prebendas a cambio de chucherías, trenzados alambres, y decorados de pluma y cuerdas, a riesgo de perder favores, rituales de lluvias prolíficas y cacerías certeras si no conseguían la bijouterie descripta por Asira en la reunión clasista del clan solo convocado para hembras. Desde entonces hasta hoy, condenados por el pacto demencial luchamos por complacerlas, a riesgo de quite de colaboración en cocinas, o huelga entre las piernas. Acorralados por ambas demandas, el jefe se vio obligado a prometer las entregas. Arú es más ermitaño que arcaico. Es decir, solitario y orejano. Se opone a las condiciones planteadas e intuye será comienzo de acontecimientos inesperados. La situación opresiva y los sometimientos eran su desagrado. Quiso liderar una revolución, pero fue disipado. Se margina entonces y se aleja de los Bariops, uniendo su cuerpo al conjutno de una tribu bastante nueva, la cual lo acepta a cambio de espionaje, información y datos claves para hacerse con el fuego, eliminando arsenales, guardias y centinelas. En nuestras épocas sería parecido a la divulgación prohibitiva de secretos profesionales. Armada la estratagema codiciosa, disponen la arremetida certera, dando lugar al primer encuentro bélico entre tribus linderas. No se detendría nunca más esta costumbre señera. En la historia de mis remotos antepasados hallé la falla germinal en las historias de la raza. Así lo contó otro antepasado, el abuelo Sebastién De la Croix. Lo supo de vivencias en viajes extraterrenales, durante períodos de elevación a través de la meditación trascendental, guiado por el maestro Aoliken Yaltén gran chamán de la Alta Tierra del Colorado en Yucatán, México. Descendientes de Arú fueron también los duques del principado de Bordeaux, primos de sangre y familiares del mismo Rey Luis XV; y del actual Ministro de Relaciones Exteriores y Culto del Gobierno Francés, en Latinoamérica, Monsieur Alex Laurens. Así nacía el capitalismo vaticinó alguno de Ellos, comenzando cambiar la historia, por la retranca de un pariente lejano nuestro. Pero aquí en mi tierra, nació el vino. Las primeras parras de uva especial, petit Bordeaux, la primera destilería regional de alcohol. La droga barata, y blanda, la cual hoy quiebra voluntades y las almas de indígenas americanos. De esos quienes viven a orillas del Orinoco, en Amazonas, en Manaos. Sin alcanzar a matarlos, los convierte en espectros repulsivos y denostados. El acicate del vino los torna peligrosos y violentos. Alentados a volcar frustraciones ancestrales y resentimientos contra todo gringo extranjero. Cúmulo secular de broncas y protestas mudas, arraigadas en la inequidades de nacimiento. Los jóvenes caen adicciones irreversibles y el espíritu de los pueblos se disipa en el olvido. Igual hacen con los vinos empaquetados en cartones de aluminio, por carecer recursos para acuñar finas botellas de frutos añejados, procuran con ese símil simular los buenos vinso nuestros. Siendo efectos sumados las consecuencias de una causa, los cerebros colapsan, derrumbando el entendimiento. Perdiendo sentido de decencia y códigos de civilización, para comportarse en ese estado, de nuevo, casi como mi antepasado

S= …al perder voluntariamente mi último trabajo, hace unos años, sumido en deterioro mental y desconcierto soberano, me entreveré en diversos rumbos incitado por movimientos inmobiliarios de grandes estancias y campos. Me sorprende encontrar esta veta, tan vacua de confluencia dirigencial, de asistencias y cuidados urgentes asesorando a esa desamparada gente vendiendo grandes campos. La maquinaria de mi mente enganchó secuencialmente los engranajes pertinentes, y recordando a un conocido martillero Español, dedicado a venta de estancias, convergí a verlo para relevar concordancias y nutrirme de sabiduría en este rubro. Repartimos tareas ante la ponderación de ganancias prósperas, acumulando aquel estratagemas para afianzar contactos entre inversores europeos, mientras con mi socio acá en el Sur Americano, convenceríamos a dueños y propietarios para autorizarnos las ventas. Debíamos apuntar a Estancias con espejos de agua adentro de superficies, o linderas, o aledañas. Porque la tierra se cotiza, claro, pero más vale y valdrá mañana el agua. Famosos, actores, jeques y millonarios suelen interesarse desde años en estas treces. Desinteresados de recursos naturales desde hace décadas vienen adquiriendo hectáreas, fracciones, parcelas, lotes, quintas, establos. Aparece inaceptable a primera impresión creer entre millones y millones de litros de agua salada de los océanos, aún el humano luche denodado por la tecnología eficiente para trasnformarla en potable. Pero la desalinización de grandes caudales es inconvenientemente cara, precisa maquinaria electrolítica, grandes centros de abastecimiento eléctrico, represas, plantas y personal en magnitudes tales, que acaba siendo negativo cualquier rédito económico. Pero ¿quién piensa en la humanidad? El agua de mar contiene tanta graduación salina que una pequeña porción bebida puede alterar sensiblemente intestino, hígado, riñones y vaso. Además de ser neuroreceptiva, enviando sustancias nocivas al cerebro, envenenando neuronas, generando toxinas y provocando delirio constante. En fin, el panorama planteaba apuntar puntualmente a campos aledaños a grandes lagunas vernáculas. Siendo los inversores adiestrados especuladores arriesgados adquirir tierras altas y bajas, en nacimientos y desembocadura de cauces acuíferos, para poder controlar con diques su caudal libre, como en repliegues, canales, acequias y zanjas. Captamos una posibilidad colateral asentando la vista al pie de la Cordillera Andina, pues además de tierra, agua, cielo, hielo, hacienda y gramillas, sumaban los paisajes turísticos, la aventura del alpinismo, la adrenalina del aladeltismo y las vertientes mineralizadas. En esta tesitura nos alistamos, rolando sobre un camión transformado en casa, y así fuimos de plaza en plaza, tratamos pasar más por gauchos a empresarios, para comulgar empatías. Los ofrecimientos eran uniformes y determinados “Señor propietario ¿cómo ve si vendemos su campo, a moneda extranjera y pago contado; asegurands su continuidad y sus ayudantes, empleados para administrarlo? Hablábamo de domadores, arrieros, veterinarios, agricultores, tractoristas, peones, zanjeros, alambradores, capataces, esquiladores, artesanos. Antes de recibir respuesta, dando plazos indipensables para pensarlo, enviábamos cotizaciones al socio extranjero quien lo divulgaba en Europa y Asia. A las vez, hacíamos acercamientos locales, concurriendo a Embajadas de Kuwait, Líbano, Barhein, Dubai y Alfajira en procura de príncipes, jeques, tribunos, funcionarios atiborrados en petrodólares, avezados por gastarlos. De ninguna contestaban oficialmente, sino solo de Dubai epásticos, desdeñando proposición. De Alfajira nos contestan, pidiendo condiciones, ubicación, coordenadas, límites, señalización de linderos, antecedentes demográficos y jurídicos, informes de dominio, inhibiciones, embargos, garantías, comisiones, plazos, planteles, cabezas de ganado ovino, bovino, caprino, equino, extensión de agua potable, peñascos, abrevaderos naturales, beneficios estimativos. En resumen, parecían interesados. Enviarían escribanos junto al mandatario plenipotenciario del Sultán de la Cancillería, más asesores contables y letrados. Viene el emisario, mira y se va sin emitir un solo comentario. Tres meses luego, nos avisan sobre la visita del Sultán en persona, y su papá, el Rey de Alfajira. Directo en jet privado, desde el aeropuerto a nuestra modesta oficina en limousina, adonde nos unimos a su comitiva y nos dirigimos a un helipuerto cercano. En la aeronave llegamos al campo. Arribando al mediodía, siguiendo el hilo de humo del asado con el cual nos aguardaban, ya preavisados. Cabritos y lechón al asador, adobados y regados con vinos de las mejores cosechas rionegrinas. Jerez, cognac, sidras, wiskys y piscos también desfilaron. Digerido el opíparo homenaje culinario, a la sombra de álamos y el rumor de música árabe, convenientemente seleccionada, los invitamos a una cabalgata por travesía. En dóciles pingos mansos, recorremos prados y badenes hasta llegar al gran espejo de agua. Apeamos de caballos y seguimos a pie hasta unos pedregullos ribereños, adonde me hinco y arrodillado, cual filmando la publicidad de la naturaleza, bebo el helada agua en el cuenco de mis manos. Retornando, concluimos la función con reparadora siesta, asistida en las habitaciones de padre e hijo soberanos, con la presencia y los favores las doncellas de las casas, hijas del capataz, del mayordomo y el encargado. La comisión de venta fue demasiado suculenta para nuestras pobrezas acostumbradas. Mi socio anotó el domicilio de su hermana al formulario del camión de caudales. Según me voy enterando, hoy el hijo y el Rey transitan una etapa de duro litigio contra la Gobernación Provincial por la disputa del control, utilización y sostenibilidad de las márgenes de los ríos y lagunas internos, pues están afectados al Patrimonio Histórico Nacional, al Reservorio Inalienable de la Cuenca Acuífera, y a las zonas exclusivas de Protección Natural para la Humanidad consolidados ante UNESCO, UNICEF, OIT, ONU y hasta OTAN. Encerrado en medio ambiente, al suburbio de ciudad, ando como preso en libertad condicional, pues salgo de noche y vuelvo de día, temiendo un atentado en represalia a la estafa. Mi ex socio me envía una postal de Oriente Medio, jactando del doble engaño, paseando por Dubai y pronto a pisar Alfajira. Me debato moralmente por advertir las malas nuevas o no decir nada, para no preocuparlo…

S= … primera vez en la tierra de las oportunidades. Tan publicitada esperanza americana frente a reflexión de un Santiagueño sería “Nueva York hermoso pago… casas más casas menos, igualito a Santiago” Análisis más profundo haría un latino devenido ciudadano azteca: “se los están comiendo desde adentro” Refiriendo a mexicanos, cubanos, dominicanos, portorriqueños invadiendo a los yankees. La guerra declarada entre tacos y burritos contra donas y hamburguesas. Los coyotes pasan infiltrados clandestinos por miles, cada día en la frontera. Bastó una pequeña porción entre cien millones de Mexicanos lograran cruzar a salvo y desparramarse por Norteamérica, para dominar el influjo de mano de obra doméstica, clandestina, ilícita, e icluso la espóradicamente industrializada y sindicalizada. Aunque casi todos fuera del Sistema registral permanente, hablamos de diez millones de personas trabajando en oficios no especializados, pero necesarios para la demolición, construcción, transporte, metalurgia, servicios domésticos, repartos, y sobre todo, fuerzas armadas. El Norteamericano de cepa es temeroso de todo extranjeros, y sospechoso por naturaleza de blancos, negros, amarillos, ateos y cristianos. Claro, se empecina en mantener una estirpe Victoriana proveniente de los doctos Bostonianos cabilderos de la independencia. Pero fueron filtrando irlandeses, holandeses, franceses, esclavos africanos. Luego los tanos para no enderezar más lo torcido. Después se nutrieron de chinos para trabajo barato, y más tarde turcos, iraníes, kurdos, serbios, hasta egipcios. Otra raza dominaba las finanzas, joyas, bancos y filo, aunque no son etnia sino religión uniendo individuos, los judíos. También dominaron las artes, sobre todo el cinematógrafo y literatura de libros, dando suficiente prensa a su destino de agobiados, perseguidos, mutilados, dignos de ser venerados y reconocidos. Hacer un cóctel con tanto ingrediente y aparentar ser igualitarios, lleva más de un siglo entre reyertas, levantamientos, asesinatos de presidentes, embajadores y místicos. El esfuerzo de formar campaña organizando semejante comópolis con diversas culturas, los condujo a crear este idilio de tierra de todos y oportunidades. Pero los ingleses rién mucho con la sátira, y por esas argucias, falsas, burdas, duraderas, alcanzan a justificar toda injusticia, invadiendo otros sitios, pues en el suyo rebalsan. Asentados en Norteamérica, deben simular pura sonrisa, hasta conquistar los polos cuales faltan. Igual a Roma, pan y circo, es decir exceso en drogas y créditos blandos. Carta de ciudadanía americana les confiere el poder en las Embajadas, para andar pisoteando gringos de otras layas. Tras el imperio, entre bambalinas, se oculta la mano sagaz y la mente abierta de los lores británicos. Es la nueva Inglaterra hija de sus deidades, adonde pueden cometer inmoralidades sin ser cuestionados por bajeza, sin perder cordura, ni altivez, ni el orgullo de nobleza. Mandan desde las Islas, nunca jamás doblegadas. Ni Julio César, Napoleón, ni Hitler. Tienen los tipos ensombrecidos por gruesas cejas ese corte marcial y refinado, de simular alianza duradera para romperla sin aviso previo, pues como las damas de selecta sociedad, tienen aquélla capacidad de traicionar sin arrepentimiento. Basta vernos diferentes para merecernos encasillamiento y catálogo, aunque nadie tiene suficiente tiempo junto o frente a otros, como para conocerlo entero antes de pretender descifrarlo. Apenas rasgo diferente o sebernos otro origen, para asignarnos características, virtudes, defectos, idiosincrasias y prejuzgamientos anticipados. Sajones, bávaros, celtas, turcos, otomanos, moros, orientales, mogoles, chinos, hindúes, africanos, indígenas o ameroindios. Las razas abarcando las tierras, bajo diversos rasgos físicos y culturales. Solo una cuestión de climas y condiciones geográficas alternando caracteres y personalidades. Primer humano el africano, y porque el Sol no llega al hueso los cadáveres son blancos. Bosquimanos, masai, kikuyos, zulués, congoleños padres y madres mitocondriales de los existentes, inclusa la reina de Inglaterra. Allí la filogenia de ácido desinoxirribonucleico esparcido y conjurado en siguientes etnias, derivaciones, misturas y mezcolanzas. En esas tribus el enclave del eslabón perdido, siendo los sucesores hijos con algunos retoques, cambios y adaptaciones a otros climas, terrenos y labranzas. El primer primate pensante, fue por cierto el más esclavizado. La cuna del latido vital, el territorio más saqueado por descendientes ¿es esto una controversia, o juega al extremo la raza humana, pujando por destruir su origen? A la hora de defender casa, comida o familia, todas las hordas somos salvajes. No hay peores ni más desalmados, ni más bravo o mafioso el italiano al mexicano, ni el ruso al albano. No es más dócil el latino al afro. Solo algunos tienen siglos de entrenamiento. Algunos expertos en conquistar a otros, acumulan generaciones peleando y batallando, elevados a estandartes ficticios de dominación y soberanías. Impacto pisológico por el tesón de creerlo y transmitirlo sin recelo, continuamente, con firmeza e hidalguía. Porque quien practica se vuelve maestro, por engaño y contraespionaje, por espíritu altivo y abominable. En esa cumbre del arte del simulacro, se sube al podio el británico. Desde su isla en el centro geográfico, radiando los entornos hasta polos del Planeta. Pero el espectáculo montado en escenario impactante e iluminado, se lo legaron a su hija dilecta Norteamerica. Allí el gran sueño americano, de los cines al teatro, de Brodway a Times Square, de Hollywood a Orlando, de Wall Street a Silicon Valley, del Mayflower al Apolo XI, en el centro de escena, papel protagónico, guión, coreografía, dirección y crítica en el diario. Esa promesa latente para chinos, afros, latinos, y cada inmigrante utilizado y desechado. La posibilidad pendiente de acceder al papel principal de cada película personal, trajinando inconciente el rol de extra, a lo sumo en el reparto. Unos triunfan y van a exponerse, consagrados y dilectos, tras espejos de vitrinas. Beisbolistas portorriqueños y venezolanos, basquetbolistas húngaros, croatas, ucranianos, hermanos negros en football americano. Pero muchos más son latinos y afros engrosando las filas de las armas. Candidatos permanentes a participar en toda guerra, enlistados directos para purgar minorías, impidiendo siempre superar al ario. La excelente conciencia propagandista la copiaron a Goebels, así esfuercen en negarlo. El sueño americano se atrapa, solo luego de despertarse. El colofón cúlmine es atisbar, todo irá a desmoronar y suponer, como ha sido antes y siempre fue, le ha sucedido a Imperios aún más grandes. En la inconciencia de cada día, en el fragor de cada sustento, en cada ceño fruncido contra cada sonrisa perdida, carcomido por dentro en sus huesos pilares de su médula, el caldo de cultivo forjado al sometimiento de tantas almas engañadas en la deriva. Me alejo del magnífico templo, constituido por rascacielos, puertos, túneles, fábricas. Me voy distancia y mejor lo veo, hasta donde estira y alcanza. Una vez más me doy vuelta y diviso el espectro, hace minutos estaba, ahora un negro humo polvoriento las invade, las quema y atrapa. Cual Vesubio hacia Pompeya, el mar de agotamiento es un magma. El comienzo de un principio, el prólogo de la desgracia. Son las Twin Towers, ardiendo en llamas…

S=… por fin consigo ser escritor. Ciertamente, nadie nos confiere título, ni reconoce la maestría. Pero bien podemos batirnos esa condecoración promiscua para elevar autosatisfacción, pues hallarnos incapacitados para construir puentes de ingenieros, bien podemos tender redes colgantes entre intelectos opuestos, y aún incompetentes para armar decorados y funcionalidades de arquitectos, nos bastamos suficientes para entretener escenarios ilusionados. Nos menoscaban científicos, médicos, educadores, filósofos, economistas y abogados. Pero somos artífices punzantes escudriñando conductas sociales sobre las cuales aquéllos avanzan. Sin responsabilidad por errores cometidos, podemos soltar soluciones intrínsecas como malsanas, convenciendo el alma del ama de casa en la playa, del empresario en conferencia, del político en congresos, del filosófo en biblioteca, del cura en monasterio, del gremialista en comité, del revolucionario en aguantadero, del obispado en concilio, de deudos en entierros. Tenemos al alcance de teclas, abrir mentes, servir de guías, descubrir o cerrar senderos. Contadas horas o minutos somos rayos corriendo raudos y vibrantes por mentes inanimadas. Torciendo tal vez encarrilando, futuras decisiones de lectores. Me descubro entonces ser un ser de oración, pues carecemos normalmente, del valor para la acción. Precisamos otros héroes reales para biografiar, o imaginarios para deleitar. Seguimos la zaga y el estigma del cobarde poeta antecesor. Aquéllos inservibles para la guerra, anotadores, escribas, apuntadores, biógrafos. Relatores de las tragedias desde el campo de batalla, una vez acabadas. Recogiendo para sus obras las sobras de terrenos minados de cuerpos. Regados de sangre y mutilados armando los palotes de sus letras. Desde cuatro vientos llegan voces, clamando por esto “muerte a los escritores”. Acusando hablar solo de fantasías, historias vanas inventadas. Situaciones jamás vividas, aventuras descalabradas. Recorriendo pasillos en Feria del Libro encuentro todo parecido, resumido en divanes y secretos, liberando espíritus y almas, indicando el sendero preciso para discurrir una vida calma, armoniosa, y ponderada. Amor, romance, intriga, tragedias, sufrimientos. Títulos, temas y argumentos los cuales responden perfectos a pedido de cualquier furioso editor. “Preisamos nueva lectura sobre terrorismo” dicen los ejecutivos de la imprenta y distribución. Anda meses apiñado el autor contra su pecho, recitando para adentro, arrancando sus cabellos porque no le surge nada. Encorsetado en esa trampa se funde hasta el ocaso por ganar una luz de visión en el último renglón sin manchar de una mísera hoja desglosada. Un desastre de patético. Ni un solo nuevo acercamiento a ningún viejo tema, desde ninguna diversa perspectiva. Cientos de miles de libros en los stands, copiando, plagiando el entusiasmo de reventas. Se me escurren tardes y noches, siguiendo en cero absoluto, esperando casi absorto la llegada de una musa inspiradora y refrescante. Mas ni Ellas comparten ideas gratis. Todos por las mismas sendas, queriendo vender lo elucubrado. Si en cambio les fueran gratis, llegando hasta sus manos, tendríamos cientos de miles aficionados, leyendo, compartiendo, discutiendo, opinando. Les ponemos sello a diario a cada transporte público, arriba del tren, micro, subte y leerán. Así rinde la cultura, cuando se da sin cobrarla. Más cara a la cultura, por no saber, nos sale la ignorancia. Es la medianoche, miro las agujas traqueteando el sinuoso camino de su engranaje y cremallera, mientras de reojo me observa un ejército de coreanos. Acá en la biblioteca del congreso nacional, son quines nos invaden, primero por la cultura. Debo hacer libros con dibujos, pienso, escapando a la lógica secular y la estampa. Muchos quisiéramos ser como otros tantos prodigiosos, como Borges, Bioy Casares, Cortazar, Neruda, García Maquez, con sus prosas poéticas, soberbias, excelsas y sobrias, atesorando sus métodos narrativos, descripciones detalladas, metáforas, comparaciones, histrionismo, conjugaciones y métrica destilada, por la cual durante ciento cincuenta o doscientas páginas, hacen rabiar emociones y hasta perder la calma. Luego lo mismo, obligan a recobrar el sentido del argumento original, releyendo varias páginas para atrás, cuando fueron a parar a las camas, pues allí se lee dormitando, cavilando también sobre cuestiones de la casa, hijos, esposos, jefes, economías, recetas, vacaciones y plata. Se avanzan veinte y la noche siguiente retroceden cinco para revolver la trama. Lo prefiero aquel quien aplicó y dijo “más al grafo escribe la goma, quitando decorado, calando al hueso, abriendo el alma… pues el relator no escribe con tinta sino con sus venas, a veces abiertas otras cerradas”… Ratifico y congratulo la ocurrencia agregando al lema de vieja data “si es bueno y breve, dos veces bueno… menos en orgias o tríadas” y “si es original y bueno, basta sea buena la parte original y la original no sea mala” Soy joven aún, me corren unos pocos años más en el tintero, por lo cual conservo y ejerzo la esperanza de escribir algo impactante, o al menos terriblemente bueno. Suficiente para un hombre mediocre y mundano, pienso, esto de andar queriendo cambiar al Mundo…

S= …me encuentro entre un grupo de personas uniformados con rigurosa idéntica vestimenta. Supongo somos heladeros, panaderos, agentes de cocina de algún restaurante caro. Ataviados con ambo blanco, pero sin gorro, ni hombrera, ni mantillas, ni hojales, ni levitas. Sola una persona de civil, porta otro atuendo discreta. Se trata de una portentosa mujer, quien se esconde tras lentes oscuros, falda recta y una tablilla de anotaciones, muñida por mano derecha. Maquillada y pintada, como india para la guera, dirige la sesión de palabrerío, sin refrigeríos, intermedios, ni siestas. Se trata de la psicóloga titular e itinerante del nosocomio municipal afectado al mote de loquero. Encabeza al rejunte de poco cuerdos durante una reunión de terapia grupal. También hace gala de tecnología de punta, extrayendo un adminículo de su cartera, apto para grabar. Quiero creer ser un mero observador, un invitado al convite de las evidencias extrañas en cuerpos comunes, con mentes distorsionadas, incursas en cerebros completos. Digo, intento forzarme a sentirme como un periodista, dispuesto a participar del encuentro y los discursos, tomando cierta distancia de eventual contagio contra los enajenados. En tal trance, entre cuerdos y desquiciados, entre los de adentro y los de afuera, solo un paredón raído de cemento nos separa. Bien bajo se lo ve desde acá. Fácil de acceder para sortearlo, de uno o ambos lados. “Bueno, ahora es el turno de un integrante nuevo a quien damos la bienvenida. Señor, mi nombre es Norma, y soy la coordinadora general. Lo podemos escuchar ¿se anima a presentarse usted mismo? -“Bueno… mi nombre es Rubén” -“Bienvenido Rubén, ya vió la temática de la ronda, y escuchó a quienes precedieron en el uso de la palabra. Ahora es su turno, ya puede contarnos sus pensamientos, sentires, deseos. Aquéllo cuanto desee compartir… lo escuchamos… –Claro… “¿de qué vas a vivir?” me preguntaron y me preguntan. Es la insignia taladrando mi cabeza. La cuestión que me enloquece. Digo no voy a trabajar más en lo que no me agrada, y ya salen con ese distintivo como estocada “Está bien pero ¿vas vivir de la caza y la pesca”? Entonces les afirmo no precisar dinero para criar un hijo, porque pude darle techo, alimento y vestimenta, mientras educación y esparcimiento se los daba el Estado. Llevado a parques, títeres, juegos de plazas, cines comunitarios… Parece obligación deber congeniar con gente, saliendo a comer, a comprar, a gastar por gusto de ver girar la plata. Quien nada gasta parece caer en anormalidad, recibiendo cuestionamiento y mala zaña. Uno oye cuchicheos parecidos acá y allá “se ha vuelto loco, acabará con los hari-crihsnas, vestido de naranja, con túnica hasta los tobillos, cantando al son de un bombo entre palabras raras” El precio de ser feliz, se paga disociando. Otra careta para quien simula serlo con respaldo económico o financiero, desde algún benefactor, siendo mochilero o motoquero hippie, pero viajando hasta el destino en avión. Quienes seguimos vida austera, sin tarjetas ni créditos, somos en cambio parásitos. Somos causa de molestias al Sistema, adonde rompe la línea de equilibrio, la cornisa de la “sinrazón” Se dice fácil también cuando tiene una profesión de la cual aprovecharse. Como la mía, de abogado, para ofrecerse a cualquier empleo resultando sobrecalificado, aún con diploma en la mano con la cual abre las puertas, sin cerrar el contrato ¿Por qué será necesario residir tantos en la gran ciudad, habiendo tantos campos? Apilados, arrumbados, encimados con unos tantos arriba y otros varios al costado, desconocidos de todos por si fuera macabro. Pero los jóvenes del campo, ansían radicarse en ciudades, conocer destellos, gentes, bares para salirse de letargos cotidianos… Si busca sociedad andando bien, como un reloj suizo, vaya hacia Alemania, o empleese en la NASA. Esto es Sudamérica y acá la reina es flexibilidad. La ideología del latino es burlarnos por temor. Preferimos a la chacota por temor al compromiso, derivando al ninguneo a quien nos genera pavor. Muy estructurado e inflexible, recién ahora lo comprendo. Luego de cincuenta años puedo por fin ver los grises. La reina vesatilidad es amante del rey Momo. Próximamente me iré a vivir solo en el mar ¿Será sentimiento de culpa o temor a no ser querido?” -Posiblemente, Rubén… Usted por ejemplo, ya genera fastidio en los demás por acaparar la consigna sin permitir hablar al resto”; “…ya termino, quería agregar, pretendo irme al mar para no pedir ayuda, partir un día siguiendo pasos de Neruda hasta una isla solitaria. Al final, se trata de eso la vida, encontrarse uno mismo. Pero no emularé al escritor en Chile sino en Brasil, perto al Morro de Sâo Paulo. A nadie digan mi paradero, lo prohíbo, así no me llegaban cartas. La gente allí son casi todos analfabetos, entonces ¿de qué sirve un abogado? Creo nada me faltará para ser como Neruda”… -Acá estamos en terapia grupal. La idea es compartir. Ahora, debe callar y escuchar a los demás… -Hola, me llamo Oscar, está bien no me aplaudan. Quiero agradecer el relato al nuevo compañero y decirle algo. Para ser como Neruda le faltará coraje, para que todos se olviden completamente de Usted… por eso fue que volvió

S= …un avión de pasajeros ha estrellado contra ladera de Cordillera andina. No veo sobrevivientes, pero sí restos del fuselaje, seccionado por mitades. Parece reminiscencia de aquel accidente uruguayo, germen de alguna película. Aparecen dos arrieros chilenos buscando una cabra y encuentran tamaño espectáculo. Los oigo desconcertados porque han pasado por acá cientos de veces y nunca lo hubieron divisado. Pero el Sol ha desliado la nieve secuencialmente, a través del tiempo, estaciones, y años, dejando recién ahora expuesto el aparato, asomando moribundo desde su tumba congelada, y mostrando sus brillos apagados. Excavan velozmente sin percatarse del añero aterrizaje forzado, hundiendo tamaña estructura como carozo en el fango blanco. Encuentran solo un cuerpo, enorme. Lo arrastran y lo observan con admiración. Llevaba tal vez más de treinta años cristalizado. El ejemplar mide unos tres metros de alto, mira con enormes ojos celestes saltando sobre un fondo de piel cobriza, maquillado con profusas cejas abarrotadas de pelos como casi todo el resto del cuerpo. Enseña una tremenda mandíbula alojando restos de huesos, al parecer, humanos. Mientras el miedo de escalofríos les corre por su heladas manos, ninguna duda cabe en sus cabezas, pues han hallado al comehombres de los cuentos paisanos. Es el sasquatch americano, pie grande para aborígenes, yeti para alpinistas, abominable hombre de las nieves para cine y teatros. Regresan pálidos y trémulos al poblado, adonde la noticia se esparce como reguero de pólvora, explotando en cada casa del único barrio. Inmediatamente la prensa difunde la proeza y ya se agolpan y aglomeran vecinos de tribus aledañas, próximas y lejanas. Se organiza improviso festival de magnitudes sorprendentes, concurriendo andinistas, guardias fronterizos, patrulla forestal, escaladores, perioditas, científicos, cronistas de revistas especializadas, televisión, radio, prensa escrita y organización de derechos humanos, como también de protección a los animales. La noticia deseada trataba sobre la aparición del especímen más buscado. Llegan reporteros y camarógrafos del extranjero para fotografiarlo y grabar notas con protagonistas del hallazgo. Pero como ha pasado siempre fue la incipiente tecnología apagando la ilusión, la ciencia acorralando misterios, los periódicos transcribiendo el inesperado dictamen contundente, aplastando la sagrada virtud de la inocencia: “La gran estafa. Las huellas digitales develan la identidad a José Luis Requejo López Roldán, integrante del equipo de básquetbol de la Provincia de San Juan, víctima del accidente aéreo ocurrido en Octubre de 1960. El pivote sanjuanino medía exactamente 2,25 metros de altura y era descendiente de ancestros Españoles provenientes de Málaga. Esto explica los ojos saltones de color celeste y la piel cobriza. Su cuerpo totalmente velludo sufrió el continuo crecimiento del pelo, único órgano en cadena de reproducción posible luego de la muerte, si se mantiene en hábitat acondicionado para detener degración. Mientras los exámenes de ácidos ribonucleicos, ionización de carbono catorce, e incluso yodización de huesos, han revelado aquélla suposición depredadora humano se debió a la necesaria práctica de supervivencia antropófaga, comiendo a sus compañeros del quinteto, técnico, asistente, masajista y utilero. Una esquela hallada en el interior de la nave revela otra pista. Son retazos de una poesía o último deseo. Reza así: “Renaceré en Primavera, seré pura voluntad. Lo mustio en mí florecerá sobre la praderas. Volveré a disfrutar siestas sanjuaninas, pues se acerca el clima cálido, y estoy agotado de tantas nieblas. Si puedo del aire bebo y me alimento de Sol, aunque el viento aún me tirita, y siento la estalactita pendular mi corazón. La esperanza será lo último que pierda, viviré cuanto pueda más, hasta que a mis pies flacos los atrape la nieve allá abajo, por haber caído parado, sin poderme acomodar. No haré fuerzas resistiendo, la risa se irá sin prisas cayendo la pluma de mii mano, dejaré último recado, sin esperar a mañana…” Fracasó sin embargo el estudio escopométrico para determinar si efectivamente sería suya la letra, o del abogado de la delegación, quien por algún motivo, no se sabe si ha sobrevivido, pues ni hay rastros de su ausencía…

S= …voy caminando solo, orillando por una canaleta alguna de esas calles viejas, de media vereda, en un barrio centenario. Noche lluviosa pero cálida me acobija, cruzando por ventura la idea de ingresar a un bajofondo donde se acumulan esos teatros alternativos en subsuelos de galerías, sabiendo contienen siempre ese nervio transgresor. Me veo ahora con camisa leñadora, aunque traía campera de cuero. No comprendo bien el rodeo, pero advierto llenamos entre unos cuantos el ancho del antro entero. El escenario se ilumina y un actor bien apostolado, dice a otro aún más disfrazado… “Altísimo y gran apóstol San Pedro, para mí la recompensa es el amor de Dios, pero luego de una vida devota, miles de oraciones, rezos, rosarios y quince peregrinaciones descalzo, me considero merecedor de mayor atención, dándome siquiera una porción o racimo de Paraíso. En cambio, me sorprende Usted, queridísimo Cancerbero Celestial, para mí ya no hay lugar por estar todo ocupado ¿debo ir al Purgatorio acaso, sin cargar penas por purgar? Confieso mi Fe no derrumba, pero trastabilla bastante ¿No puede Usted hacer una excepción extendiendo un lote o dos en los límites del terreno?”;… -“Mire hijo mío, es feo lo atrae la proposición. Este lugar no tiene límites, como tienen los terrenos, acá las medidas son cuanto fueron de malos, de regulares o buenos los súbditos del Señor. Siga paso y no retrase la fila, meta por camino hacia El Purgatorio, pues no hay otro lugar de espera ¿A menos prefiera bajar a ver a Mandinga en tinieblas? Le pido paciencia y cordura, será llamado a su tiempo. En cuanto un mal comportamiento, acá arriba en el Edén, ya le damos pena al desleal, fijando su desalojo, y el vergel ocupado queda vacante para los otros” El demandante era un cura, aunque cueste creer, con sotana, cruz y túnica, y así perturbado, se hacía a un lado, dejando pasar otros; -“Usted ¿qué va decir?” con voz ronca a un albañil, lo abarajaba San Pedro; -“… que antes en nuestro país, comíamos asado en la obra; pero Dios nos abandona y lo bueno dura poco, a mortadela y pan roto nos deja embuchando ahora”; -“¡No me vengan con quejas! Al purgatorio lo sentencio” Se lo nota algo molesto o quizá sea bien actuado, le arroja una patada al trasero y le agrega por lo bajo “Si se pasa de la raya, lo mandamos a la hoguera…” En esto quien parece un asesor celestial, presente todo el tiempo, lo interrumpe mostrando el recuento de boletos “Debo advertirle, sumo pontífice, todos estos son del mismo país latino y…” -“No venga con explicación de donde vienen ni adonde van ¿Se creen son hijos del rigor y tratan de hacerse bien a sí mismos? ¿son esas las enseñanzas que dio Cristo, santo hijo del patrón?” Entonces prosiguió, haciendo caso omiso al asesor; “Pase el siguiente” dijo, y apareció uno mentado -“¡Yo no creo en nada, hermano!” dijo el vestido de bombero; -“¿Ah, con qué esas tenemos? es fácil, va derechito rumbeando para el Infierno” le atino San Pedro despectivo; -“No pasa nada” dice el bombero “Esto es un sueño. En un rato me despierto, oyendo la sirena de la Usina llamando para una emergencia…”; Medio enfurecido parecía el talante del apóstol, con gesto adusto apretando dientes, cabeceaba de costado -“Ahá, he aquí un retobado, diga si esto fuera un sueño ¿vería siendo yo un ángel mi espalda reflejada al espejo?” Otro asistente saltó al tablón, aunque de rasgos coreanos, portando un espejo ovalado se lo presentaba al bombero, y ufano decía San Pedro, viendo solo oscuridad -“¡Ve señor! los ángeles no tenemos espalda” Pero el bombero dudaba y quedó pensativo “…sí, pero solo el perverso diablo no se refleja por completo y experto en incendios huelo quemarse las falsas alas, las de su asistente coreano cuando pasó y le prendí un fósforo al vestido…” Descubierta la triquiñuela, Mefisto deshace el velo del falso Paraíso, del vuelo, de los asistentes y hasta el coreano. Se derrumba la escenografía montada sobre tablones de madero. El fuego de verdad arrasa, butacas, decorado, alfombras, matafuegos. Salimos los concurrentes, corriendo a las disparadas, sin protocolos por la explanada principal del tugurio, en un real pandemónium, de sirenas, gritos y alarmas. A pocos metros me detengo, doy la vuelta y me mantengo en actitud moderada. Ni huelo a quemado ni cubren humos, ni veo llamas ni quema el fuego. Recapacito y corriendo el velo, de cataratas en mis pestañas, me veo otra vez en las entrañas de la tierra picando el suelo. Son las grietas de los agujeros por donde se baja al Socavón, acá Lucifer y un redentor, traidor de la orquesta opuesta, pasan golpeando con fustas a esclavos embadurnados en carbón. Mi consejo bien dado, luego de estas reyertas, corran si ven al Diablo, a sus hijos o doncellas. Nunca dudan en captar, bajo cualquier simulación, adeptos para su misión de andar soterrando almas, sin misericordia para mansos, incrédulos, ni actores flojos de importación…

S= …diría al señor congresista, estoy demasiado sorprendido. Agregaría también, conmovido, por la tesitura inesperada. Del escepticismo haciendo gala, me encontraba bien nutrido, pero mi descrédito a los políticos sufrió un duro revés. Demostró no estar comprado, o ser muy alto su precio, pero pasando por honesto, digo es excepción de la regla. Sin dudarlo fajos gordos de los verdes importados han corrido por domarlo, pero superando el asunto, es interrogante del balurdo entender ¿quién está del otro lado? Porque la resistencia ha sido la oposición, más ¿del otro lado quinenes son, moviendo las marionetas? Si llegase a ser la Mafia, deben conspirar desde Calabria, Nápoles, Palermo o Sicilia. Pero objetable detenerse tanto, en un país subdesarrollado como éste, más vale pudieran ser locales mínimamente organizados, como senadores, ministros y diputados. Amos y señores de Capital y Provincias. Quien sabe suele decir, los verdaderos poderosos, son accionistas de multinacionales y de empresas en desarrollo. Quienes ponen dinero para campañas políticas y luego exigen licitaciones, obras públicas, monopolios y compensaciones impositivas. Los mafiosos deben ser los capos de telefónicas, petroleras, laboratorios, metalúrgicas, destilerías, agroindustrias y medios de comunicación… Quienes sostienen intrincados arreglos con líderes de sindicatos, con anuencia de altos funcionarios. Resumiendo, la Santísima Trinidad actuando en conjunto: gobierno, empresarios y sindicatos respaldados por instituciones oficiales, resguardados por milicos, formando todos el conjunto. Es decir, funcionarios públicos corruptos, en tallas de ministros, senadores, diputados, gobernadores. Aliados o en contubernio con empresarios y accionistas, sumados a gremialistas del rubro de construcción, transporte, puertos, rutas y suministros. Debajo de ellos, hampones del tráfico de drogas, red de prostitución, secuestros y grupos comando de grandes atracos. Quienes reparten ganancias con Ministros de Justicia, Secretarios de Estado, Comisarios Generales, Comandantes de Fuerzas Armadas, Directores de presidios, personal penitenciario, presos, malvivientes, asesinos, chorros, sicarios, secuestradores, proxenetas, punteros, traficantes, industriales pornográficos… No los vemos, pero los tanos están en todos lados. En Estados Unidos, en el Vaticano ¿Cómo no interesarse por un país subdesarrollado? De seguro en las apuestas, en el juego clandestino, en préstamos de dinero y financieras, en agencias eventuales, de seguridad, y de limpiezas, de autopartes, corte y confección. Su intervención en la Justicia la hacen comprando Jueces y Secretarios de Juzgados; Fiscales, Peritos, Defensores y Jurados… Todo se compra, todos tienen precio, más o menos caros. Deportistas, clubes, árbitros, dirigentes, managers. Periodistas y radios, canales, editores, influentes de redes sociales. Pienso viajar a Italia, a la zona Sur adonde se congregan las grandes familias de la mafia. Tomar contacto con los padrinos, para ofrecerle nuevos horizontes, nuevas fronteras y negociados. Ofrecerme como su abogado, su representante legal por acá: “zapatero a tus zapatos”, es cuanto se debe hacer. Nadie dice si para el bien, para el mal o la mitad. Porque no me imagino matoneando y matando, dando órdenes, presionando, quebrando brazos. Eso sí, a otros abogados, los mandaría engayolar ¿A quién le puede desagradar el poder de la fuerza desmedida? Aunque andar con la mafia implica su riesgo, pues entrar sea difícil, salir es imposible. Creo lo dejaré solo en deseo, y al enterarme sea otro quien haya salido al ruedo con estas argucias paganas, diré: “a mí se me ocurrió primero, pero desistí ponerlo en práctica” Como tantas veces me pasó ante otros grandes inventos, a mí se me ocurrieron antes, pero nunca quise implementarlas. Algunas tampoco tuve, quienes pudieran financiarlas, aunque también debo reconocer: “hay cosas para ver, porque todavía no se me ocurrieron”…

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