Fui aquel, indeciso y cambiante;
olvido, del letargo en el tiempo;
cometa, arrasado en el viento;
de libros, alejado y amante.
Fui aquel, desafiando aventuras.
Testigo fiel de una historia honrada;
una mancha, una pluma, una espada;
escudos y lanzas, forjando locuras.
Un futuro, por griegos soñado;
la manzana de aquella discordia;
el final infeliz de otra historia;
un viajero por siempre esperado.
Fui un amor que no supo de besos;
la lectura de un cuento en la almohada.
Picardía en un niño que andaba,
dibujando miserias en cuentos.
Fui la voz de una tribu salvaje;
la crudeza de un árbol que llora;
el de abajo, que lucha y añora;
embriagado de amor y coraje.
Fui el canto de alguna batalla;
el silencio de un cuerno sonoro;
del héroe, fui el valor y el decoro,
del rufián, su furia y su agalla.
Descendí cada círculo oscuro;
purgué las miserias del alma;
conocí la maldad y la calma;
en las letras de un mágico mundo.
El laurel abrazó mi ternura
como un tímido roce divino.
Pero fue, en su crudeza el destino,
un tormento de suave dulzura.
En la selva, un retrato perdido;
una máscara, enigma y ausencia;
amistades, placer y apariencias;
un encuentro que opaca al olvido.
Un “Buen día”, otro más en la historia,
fusilado, de puro talento;
cien años, y un único encuentro,
que se acerca surcando la gloria.
Fui queja, destierro, esperanza,
un puñal, una viola, un consejo;
fui, del gaucho, su triste reflejo,
y su intensa voz de alabanza.
Esa pluma trazando memorias;
en su ego, flamante bandera;
en su lucha, una patria entera;
el recuerdo, grabando la historia.
Olvidado por todas las almas,
me perdí en las aguas del tiempo;
y los años, en su paso lento,
a mi tormento llenaron de calma.
Conocí la ciudad del futuro,
fui testigo de crueles descensos;
y las calles, caminos intensos,
fueron guías de un paso seguro.
Me perdí en laberintos cambiantes;
tuve sueños de mundos complejos:
fantasías de oscuros espejos,
bibliotecas, que anudan semblantes.
Fui un poema, un suspiro, una historia;
y hoy me acerco al momento sagrado;
ya mis miedos se ven despojados,
por anhelos cargados de gloria.
(:LjTErAr10:)
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