– Hola, que tal…
– Hola, pues bien…
Ahí empezó la historia. Me llama la atención tu risa que no es y ni siquiera una sonrisa, ¿Por qué mentir?, ¿Por qué decir que te sonríes?, lo había dicho y sin buscarlo, se reencontró con un pasado. Nunca te ví, ambos dijeron, verdad, en eso coinciden estos mundos.
– ¿Dónde estabas?
– No sé, andaba por ahí.
– ¿Quién llegó primero?
– Tampoco se, decía con voz pausada mientras sus blancas mejillas se sonrojaron de la vergüenza.
– Perdón, no habría sido mi intención provocarte…
No tienes por qué hacerlo, te doy las gracias, le dijo y continúo, has hecho renacer en mi lo que temía haber perdido, gracias de verdad. También sentía lo mismo, ella sería la otra parte de una moneda que nunca había sido volteada. Ahora estaban sensiblemente en el llamado punto de no retorno.
Y algunos curiosos preguntaron: ¿Y cómo terminó la historia?
Jajajaja no sé, le respondí, yo solo sé que ellos se amaban.
2.
Era la magia de aquellos días de un «Noviembre sin ti», la música que llega para perturbar los miedos de los que se juntan después de las inmensas travesías de una vida.
Eran los mortales los únicos culpables de tanta felicidad, pasiones reprimidas, locuras marginadas, rojas las mejillas.
Dos septiembres que se unieron sin pensarlo, y se amaron desde la distancia para nunca más separar aquellas vidas.
Te encontré, me encontraste, nos encontramos, dónde estabas, nos preguntamos y sin respuestas no nos dejamos escapar, siempre te pienso y no pretendo renunciar.
Era como los cuentos, una tensión marcada en otras 72 horas, se veían poco, aún así encontraban motivos para amarse.
Pasaban 24 horas de desvelos, entre palabras y miradas el tiempo era el único testigo.
Mueren las horas, pasan los días y se encienden poco a poco las pasiones. ¿Cómo será? No sé, le dijo con toda la calma que lo caracterizaba. ¿Quién tiene la culpa? La culpa es de la vaca, le dijo mientras recordaba aquel hermoso libro de reflexiones.
Se fue quedando atrapado en su figura, detrás de un cuadro que dibujaba una sonrisa, una caricia y hasta el dolor de aquella historia que había empezado así en una noche de otoño bajo las luces de la carretera.
3.
La guerra casi terminaba, era la lucha diaria contra los enemigos que pretendían robar los pequeños espacios libres por dónde se había planteado avanzar.
Al final del día se recostaba a recapitular los hechos de una vida que ahogada en los tormentos y las travesuras lo llevaban a una sola pregunta, ¿Valdría la pena tanto? Entre tantas respuestas a una simple interrogante, solo le tenía a ella, esperaban el final de aquella inmensa cruzada, muchos habían quedado y otros llegarían pero en malas condiciones, mutilados de pasiones, corazones desgarrados por los miedos, pero ellos estarían al momento del resumen, cuando todos quisieran entender, pero no podrían hacer otra cosa que callar y mirar, porque ya para esa fecha habrán perdido la capacidad de amarse.
Sería de esos días dónde la inmovilidad y los deseos luchaban por vencer la barrera de la escritura. Frases de amor, canciones y poemas quedaban a un lado, eran como minas que esperaban el momento para detonar.
Al final estaban solos, rodeados, pero solos, de nada le servía haber vivido tanto. Regresaba a su pasado. Nunca se vieron, y retornaban las preguntas, ¿Dónde has estado? ¿Qué hacías en tu tiempo libre? ¿Por qué no me buscaste?
Entre conflictos y pasiones pasaban los días, jornadas de cortas conversaciones, miradas fugaces y tiernas pasiones; lo aprovechaban todo y se buscaban porque sencillamente, después de tanto tiempo no les quedaba más que aquel amor que comenzó con solo una sonrisa.
4.
Amanecía, en los alrededores solo la suave niebla que comenzaba a aclararse. Había esperado con santa paciencia, refugiado en su interior y con su pensamiento en ella.
Vendrían días difíciles para los dos. Los altos mandos encerrados en aquellas trincheras que solo dejaban espacio para pequeños pasos para lograr escapar del desespero.
– Hablamos luego, ahora debo recoger mis cosas.
– ¿Demoras mucho?
– Sólo lo necesario, ya me conoces
– Te espero aquí
Aquella corta despedida le oprimía el pecho, pero no podía hacer nada, normalmente está habituado a los encuentros que resultaban mágicos, pero la guerra había tomado otros matices, el enemigo se movía con rapidez y era necesario mantener la calma para lograr sobrevivir.
Pensando en esas cosas se fue quedando dormido con la esperanza que al despertar no sé escucharán tantos disparos, no le temía a lucha, su mayor miedo era morir sin volver a escucharla.
Serían otras 48, 72 o quizás más horas sin una noticia fresca, era la agonía de quién muere poco a poco.
Pensaba en ella y despertaba en las mañanas, buscando lo que en otros tiempos no hubiera sido tema para preocuparse.
Habían evadido algunos cercos, la situación se tornaba tensa, el desconocimiento, la incertidumbre de no saber sus condiciones, su salud corría peligro encerrada entre aquellas paredes que en las noches despedían el calor para dejar espacio a un frío aterrador, silencio en los pasillos y luces tenues para crear un ambiente de penumbras.
Mientras tanto escuchaba una vieja melodía que lo transportaba a un pasado de locuras, pero en el que definitivamente no había estado ella. Si la hubiera visto antes, y si fuera ella como decía aquella canción que evocaba cada noche, pero le quedaba la esperanza que la guerra terminaría pronto y estarían más cerca para compartir los sueños que se habían planteado.
5.
Cuántas cosas pasaron desde aquella vez, se habían visto pero no se hablaron y en días como estos se necesitaban muchas razones para seguir de pie.
Desgarradoras eran las escenas que veía a su paso, pero con el tiempo se iba adaptando.
Se rodeaba de cuántas cosas pudieran hacerle disipar la nostalgia de estar por momentos tan cerca de ella y no poderla abrazar, era una travesía hacia lo pensado, sabía que con el pasar de los días las circunstancias cambiarían y tal vez se reencontraran en algún punto donde las tensiones fueran menos evidentes.
Ella a pesar de todo seguía allí del otro lado de las oscuras trincheras, salía por las noches en reconocimiento del terreno acompañada de sus deudas, a veces en las mañanas intentaba moverse pero el fuego intermitente de la infantería se lo impedía, también soportaba la desesperación de que aquella pesadilla terminara, pero lo haría con calma porque sabía que para lograr sus objetivos era necesaria la prudencia.
6.
Había salido con algunos amigos de campaña a reconocer el terreno. Aumentaban las tensiones, los días se iban haciendo más largos, las dificultades para el total movimiento y las noticias de algunas pérdidas lo mantenían a la expectativa.
Seguía siendo su prioridad el saber de ella, del otro lado de la ciudad estaba sentada en una pequeña habitación, rodeada de gente que aunque llevaban mucho tiempo a su lado, le resultaban extrañas.
Eran los días de torturas y desapariciones, se sentaba a pensar como era posible amar entre tantas desgracias, pero el amor no tiene espacios, fechas, ni circunstancias, se ama o no se ama y ellos sencillamente se amaban.
Desesperados por vencer sus miedos, con la seguridad que en tiempos futuros la vida sería más complicada no se rendían antes los ataques que venían desde sus trincheras.
Yo que había estado escribiendo cuántas cosas veía tenía mis dudas, no hay nombres, no puede haberlos, es lo que a muchos les pasa, historias mal contadas, imperfectas, que desgarran, te sorprenden porque así es la vida, nada es como las novelas rosas, todo va más allá de lo que se proyecta y quizás no entienda, pero no importa, al final siguen ahí tranquilos, esperando como el niño y el reloj de arena.
7.
Seguían pasando los días y en la medida de las posibilidades ocupaba su tiempo libre en algunas lecturas, eso no lo alejaba de la realidad, lo llevaba a un mundo paralelo dónde solo existían ellos.
Pensaba en ella como su Cleopatra y se denominaba un Alejandro Magno para llevar su conquista al efecto.
Pasaba las doce del mediodía y aunque el sol estaba en lo más alto, una agradable brisa de invierno le golpeaba suave la cara, pensaba dentro de su imaginario mundo en aquellas lociones y perfumes que usaban sus antepasados para los encuentros y las orgías durante sus cruzadas. Está guerra era diferente, nada de lujuriosas campañas, solo el dulce recuerdo de que la tenía tan cerca pero no podían estar más lejos.
Hoy había salido y contra todo pronóstico se habían visto, solo intercambiaron palabras, pequeñas frases de amor porque aquella tapia se los había impedido. Ella pasaba por malos días, un viejo mal la acompañaba, pero aun así lo desafiaba con sus remedios caseros, la crisis de la guerra había devastado todo y solo quedaba esperar a que terminara.
8.
Tenía tantas ansias por el tiempo que pasaba los días esperando un mañana que demoraba un poco, pero sin perder la ternura movía cuántas fichas fueran necesarias para lograr su acercamiento.
Pasaba horas sentado en aquella silla donde unos años atrás reflexionaba sobre lo que sería su futuro, en esos tiempos ella ni siquiera era una posibilidad, por eso se preguntaba dónde estaría cuando nadie hablaba de guerras o crisis, ni siquiera de amores.
– Me siento mejor. Fue lo único que pudo escuchar ese día.
Había sido interrogada, torturada, pero seguía ahí, aunque a veces tenía la amarga sensación de desfallecer, no soportaba la presión de tanta espera, quería que aquella pesadilla terminara, a duras penas dormía, aunque lo intentaba. La entendía, sin decirle nada para no atormentar más sus pensamientos y aunque no lo demostraba, se planteaba cada noche acabar con la separación que los desesperaba, pero por más que quería, el enemigo acechaba, habían ocupado parte de la ciudad y ella definitivamente estaba del otro lado.
9.
Incertidumbre, agotamiento psicológico, torturas corporales, tantas cosas venían a su mente que prefería disipar sus pensamientos con banalidades para alejar la tristeza que lo acompañaba.
La comunicación se hacía difícil, por momentos pensó que su diva desfallecía, sentía que a pesar de todo el amor que se tenían, ella se alejaba, tal vez eran sus temores de perderla en aquella lucha. Hoy la charla resultaba más lineal, plana, un tanto fría, aún con los riesgos que ella asumía al salir de su refugio.
La tarde lo había sorprendido entre armas y chalecos que le daban tan poca protección si comparaba su lucha por verse libre con la lentitud del tiempo.
Pronto todo acabaría, de eso estaba seguro, el tiempo era la terrible meta y el desarrollo de los acontecimientos marcaría el mejor camino.
Al finalizar el día terminaban entendiendo que estaban allí por alguna razón, que el futuro estaría condicionado por lo que estaban enfrentando con cada acción, ninguno se sentía con el derecho a renunciar y se tatuaban el amor en un corazón desnudo, limpio y apasionado que compartían entre los dos.
10.
Paso la tarde mirando fotos viejas, recuerdos de las vivencias más felices de una vida que se había encomendado o tal vez le habían regalado. Enajenado en su mundo pensaba cuántas veces partió para buscar un sueño que se volvía inalcanzable, tenía parte de culpa, otros también lo habían llevado a los lugares donde podía encontrar personas como ella.
Hoy esos recuerdos robaban el espacio que tenía dedicado a su reina, aunque ella seguía ahí, tenía que reconocer que las sorpresas eran tan gratas como el agua que se bebe en el desierto.
Sentimientos encontrados, lesiones de vida, ingratitud, engaño, desamor y sutiles reclamos de quiénes no deben hacerlo. Pensó que era mejor morir en la guerra, pasar de ser juzgado a inolvidable luchador, pero la tenía a ella que sin querer se había convertido en su razón de ser.
Eran iguales, el uno para el otro en medio de las cruzadas armadas de poder, miedo, dudas y sanciones. Creía por instantes que había cosas que ni el mismo se explicaba, a ella algo parecido le pasó, cuando saliendo en busca de su amor una bala le atravesó su rostro cayendo sin sentidos sobre una alfombra negra. Vendrían días difíciles, serías pasiones, se avanzaba, pero les parecía eterno, más ahora que sabiendo que estaba gravemente herida nada podía hacer para ayudarla.
11.
Se había acercado bastante a la zona de conflicto, Ragmy estaba más recuperada, tenía mejor semblante y no sufría el trauma corporal, aunque le había dejado marcas en su cuerpo, solo sentía la necesidad de verlo, compartir esos momentos que por tiempos habían soñado, gozar de la tranquilidad de una tarde frente al mar, sin palabras solo miradas. Hoy se decidía a ponerle nombre a su historia porque para ella Jacob era la luz al final de aquel túnel, la razón para seguir viviendo su aventura en medio de una despiadada guerra.
Ragmy era su aire, respiraba por ella y sería capaz de soportar la apnea con tal de no perderla y dejarla en su interior, le sorprendían sus mañanas y le tenía tan cerca que aún sin darle un beso, una caricia la descubrió entre sus brazos, sencillamente la amaba.
Menuda sorpresa cuando entro y estando frente a ella la abrazo sin tiempo a las palabras, aún vestía su uniforme verde, sus atuendos, que le daba una fuerza brutal, para lo delicada que para él, representaba su hermosa figura.
12.
Amanecía en la gran urbe, la luz entraba por los agujeros que habían quedado en las paredes después de las metrallas. Hoy sería de esos días dónde la felicidad se mezcla con la tristeza, resumen de una vida llena de obstáculos para Jacob, pero que había encontrado en Ragmy el cambio que necesitaba.
Hablaron sobre tantas cosas que ella, llegado el momento entendería, tenían tantos proyectos al terminar la guerra que por instantes los ponía en tensiones, pero se amaban y eso era algo que no podían evitar.
Entre tantas desgracias que veían a diario, siempre había un espacio romántico para no perder la ternura.
Eran tiempos de espera, estaban más compenetrados y se buscaban entre las ruinas de los edificios maltratados por los combates, se encontraban y después de aquellos instantes de intercambio regresaban a sus unidades. En ese tiempo trataron de unirse para continuar la lucha desde el mismo frente, pero las condiciones de la misma guerra se los impedía.
Jacob agobiado por las tensiones le pidió su hombro y lloro un poco, ella quiso entender, pero no podía. Él acariciaba su cabello para despojarse de los miedos y al final partir con ella hacia lugares más complicados, pero más amenos, de eso estaba totalmente seguro.
13.
Despertó después de pocas horas de sueño, las ráfagas de la madrugada lo habían mantenido en sobre saltado en la desvencijada cama.
Esa mañana el recorrido fue más rápido que de costumbre, pensó ver a Ragmy, pero a pesar que habían quedado, ella nunca pasó a su encuentro. Razones tendría para estar ausente sabiendo que solo ella era capaz de controlar sus impulsos.
Paso la mañana limpiando las armas, leyendo algunas escrituras en viejos libros de cómo se enfrentaban viejos males relacionados con las conductas, Jacob adoraba las escuelas y soñaba en ser maestro para cuando la guerra terminara.
Se oían las noticias en un pequeño radio, las fuerzas que estaban del otro lado de la ciudad habían ocupado parte de los territorios enemigos y eso les daba cierto grado de tranquilidad. Para Jacob significaba el final de un largo periodo en el que Ragmy era el denominador común de sus días.
¿Dónde estaba? No la había visto. ¿Qué le pasaba? No lo sabía. Eso lo atormentaba, porque cuando de vive en esas condiciones, cualquier ausencia podría ser fatal. Trato de ocuparse, distraer su mente para esperar las novedades.
14.
Después de haberla visto, Ragmy había estado ocupada en algunas acciones que nadie le encomendaba, pero que eran para ella una eterna obligación, Jacob trataba de localizarla, pero no tenía respuestas.
Llegó a pensar que algo malo le había sucedido por como estaban las cosas en los últimos días y se concentró en buscar algunos argumentos para salir de aquella agonía.
Cada día que pasaba sin verla era como una tortura porque sabía que en medio de aquella cruzada, ella estaba desprotegida, no dudaba de su carácter fuerte y emprendedor, pero aun así temía.
Una tarde, sentado en un rincón de la habitación escuchó decir a los de al lado que las cosas se iban a complicar a medida que pasará el tiempo, para el no era nueva aquella información, ya antes cuando hablaban le decía a Ragmy, – cuando todo esto termine, tendremos más que ahora pero será complicado, ella sabía que tenía razón, pero solo pensaba que era lo que tanto deseaba a pesar que a su vieja vida, se sumarían gratas experiencias y eso la mantenía viva.
Jacob recostó su cabeza sobre un viejo almohadón y se fue quedando dormido, ella seguía sin aparecer.
15.
Caminó hacia puntos estratégicos de la ciudad con la esperanza de tener una mayor visión de lo que podía suceder en los próximos días, pero las cosas no cambiarían mucho, seguían en la espera de una ofensiva, que por problemas estructurales, miedo e incertidumbre, no se materializada.
Sentía la sensación de aquel niño que fue, cuando su madre venía después de largos periodos fuera y le traía regalos y golosinas, así esperaba por Ragmy, ella había terminado, se disponía a rotar por unidades que aunque estaban bastante alejadas de su posición, en alguno de esos recorridos la vería.
Habían pasado ya las 10 de la mañana y no tenía una respuesta de cómo sería el resto de su jornada y hablaba solo, quizás con sus ángeles y demonios que lo encerraban en sus únicos pensamientos, ella y solo ella.
¿Dónde estarás? ¿Qué haces? Preguntas que para esta hora del día seguían estériles e incomprendidas.
Hoy la esperaba con más deseos que nunca, hoy si era posible le daría la vida, los sueños que compartían cada noche, pero se mantenía al margen para aliviar sus deudas con el tiempo, así pasaba mejor los días, bajo los recuerdos de viejas canciones.
16.
Eran las seis de la tarde, el sol comenzaba a esconderse, entre los arbustos, dejaba sus rayos tenues que le daban al entorno un color naranja, recordaba el mar que tantas veces lo había hecho soñar con los días de aventuras, la fuerza de una adolescencia desenfrenada llena de vicios y travesuras.
Se dispuso a caminar hacia lo que meses atrás sería un imposible, no la conocía, en medio de esta guerra se encontraron, juraron hasta el poder, se amaban en esas sombras que los ponía en difíciles situaciones.
Ragmi leía algunas indicaciones que le encomendaron para llevar a cabo las acciones de las próximas horas, Jocob irrumpió despacio en la habitación y sin palabras le llegó por la espalda para tocar su hombro, ella giro suavemente la cabeza y cuánta sorpresa, quedó desnuda de pensamiento, rojas sus mejillas y un abrasador deseo de tocarlo, el seguía ahí mirando su rostro, silencio total en aquella sala.
Extendió su mano, tomo la de ella, la atrajo a sus brazos, la beso en la frente, sintió recíproco su gesto y ella beso sus labios, mientras acariciaba su cara, tanta felicidad no podía ser real, pensó por momentos que soñaba, pero no, estaba despierta, se dejó llevar por el impulso, ambos lo hicieron, se deseaban por tantas noches de desespero, de furia dulce y mágicos encuentros imaginados. Sus ropas eran harapos que fueron dejando en los rincones para saciar la sed de amarse como las aves, sin pudor.
Casi los tomo por sorpresa el alba, la noche había pasado entre charlas y amores, pero serían nuevos días de desespero, ella a su base, él con la razón para seguir sobreviviendo.
17.
Después de aquella maravillosa noche, Jacob perdió contacto con Ragmy, pasaron algunos días y la incomunicación los desesperaba, habían llegado al punto de no retorno, eso era peligroso porque empezaban a pensar para ellos, iban perdiendo el interés por las cosas que le rodeaban, por las personas que en algún momento habían sido importantes, pero no sé culparon, solo existían ellos dentro de toda aquella miseria humana y preferían morir por insensatos que renunciar a sus encuentros.
Pasaron varias semanas, los augurios de una gran victoria se dejaban ver entre tanta desolación, nadie hablaba de como serían las cosas después que terminara la guerra, cuánto cambiaría la vida, a ellos tampoco les importaba, solo querían estar juntos.
Las citas se hicieron más frecuentes, llenas de amor y lujuria, Ragmy disfrutaba de cada instante, hacía sentir a Jacob realizado, el hombre más amado y reflejaba en ella la misma sensación.
18.
Luego de tantas peripecias para encontrarse, Jacob y Ragmy continuaron viéndose, no con la frecuencia que deseaban, por eso no ocupaban tiempo en otras tonterías que no fueran ellos, se dedicaban todo porque cuando se hablaba de amor, eran aquellos besos el preludio de una gran historia.
Los días de la ofensiva serían los fieles protagonistas de cuánto hicieron por liberarse, casi terminaba la guerra, ahora los enemigos perdían terreno, la situación se tornaba más tensa, ellos seguían buscando una mejor salida.
Serían cerca de las nueve de la noche, Ragmy salió al encuentro que se había hecho habitual los últimos meses, Jacob adoraba estos pequeños momentos, los disfrutaba al máximo, cada palabra, cada beso, cada caricia, era su sueño dentro de una triste pesadilla. Hablaban bajo la tenue luz cuando se oyeron ráfagas, morteros y algunos gritos, buscaron refugio tratando de alejarse del lugar, corrieron mucho entre los escombros, luego el fuego se hizo más intenso, Jacob le decía desde un extremo: – no te levantes, ella disparaba sin saber a dónde. Ragmy estaba atrapada entre dos fuegos, pero logró llegar hasta ella, se tiró a su lado, en medio de aquella locura le dijo: – quiero que sepas que muy pronto seremos tres, Jacob se quedó sin palabras, entre euforias y miedo continúo disparando.
La noche paso con lentitud, disparos, bombas y morteros. La mañana llegaría con la paz que desde hacía mucho tiempo querían, pero a pesar de la victoria las calles desoladas daban la triste imagen se cadáveres, desolación. Ellos no estaban allí y para cuando levanto el día pasaría un soldado preguntando por Ragmy y Jacob, nadie supo contestar porque quizás aparecieran mañana en algún lugar de los tantos en los que pudiera sospecharse para darle fuerza a su amor.
19.
Hay días en los que la vida te quita el espíritu, desgarra tu alma, golpea fuerte desde dentro para desgastar tu cuerpo, así había quedado Jacob aturdido por el ruido ensordecedor se las metrallas, cuando despertó en medio de aquel campo lleno de desgracia, buscó a Ragmy por los alrededores, pero no encontró nada, caminó unos minutos, miro al cielo y le pedía a dios la claridad para su día.
El último recuerdo que tenia era vago, corrían huyendo de las ráfagas, la imagen de ella entre los disparos, la oscuridad de la noche y una pequeña frase que a estas alturas no sabía si la había o no escuchado, lo perturban, «pronto serían tres», era cierto o no.
Trato de concentrar sus esfuerzos en buscarla, tenía la sensación de que en algún lugar estaba, no la creía muerta a pesar que en esas condiciones cualquier cosa podía haberle sucedido.
La idea de perderla no tenía espacio en su cabeza, la vida no podía ser más injusta dentro de aquella tragedia, ya había perdido el interés por ciertas cosas y no quería tener que sumarle el de su vida.
20.
Era la primavera, los árboles estaban tan verdes y copiosos que invitaban a horas de meditación en aquel parque justo frente a su casa, los niños corrían, lanzaban balones, la furia de libertad e inocencia que se vive a esas edades. Ragmy leía un viejo libro de historia, no la que le habían contado en la escuela, sino la que realmente merecía la pena saber, entera, cruda y preciosa.
Así con aquellos recuerdos despertó en la estrecha habitación, oscura con tan poco espacio para moverse, cuánta oscuridad que encandilaba sus ojos ante los mínimos destellos de luz que penetraban por debajo de la puerta.
Sintió los pasos que se acercaban, se abrió la puerta y una vez más era arrastrada a una vieja silla en medio de otra habitación con una luz muy tenue y dónde esperaban su turno los que disfrutarían de la tortura.
Una fuerte bofetada volteaba su cara, la sangre de sus labios saltaba, solo pensaba en Jacob, tenía que ser fuerte, les había advertido de su condición, pero eso no era suficiente para detener el castigo, ella sufría cada maltrato, se desvanecía, perdía la noción del momento, mientras su rostro se bañaba en lágrimas y sangre. Sus manos atadas a la espalda también sangraban, una ensarta de preguntas iba y venían, pero ella lo negaba todo.
Que espíritu, que valor, cuánto soportaría, por cuánto tiempo, solo deseaba que se abriera la tierra y la tragara para salir de aquella desesperación.
21.
En medio de tantas tensiones encontraba espacio para recapitular su vida, abría nuevos horizontes, otras prioridades se imponían en su andar.
Ragmy llegó para quedarse, no sabía cómo, pero en sus pensamientos solo estaba ella. Se encontraron justo cuando se necesitaban, carente de emociones estaban sus vidas. Jacob pensaba en los tiempos de las conquistas amorosas, tantos años en el limbo, creyendo en amores fugaces, falta de estímulos, carentes de significado. Era la demanda del detalle de los días, de volcar sobre los desechos la rutina de unas vidas que se acostumbraron a vivir sin decir nada.
En los últimos tiempos sus conversaciones eran más interesantes, extrañas sensaciones, tantas cosas que contarse, entregarse para darle sentido a los efímeros encuentros.
22.
En el día a día pensaba en todas las cosas que hablaron en los escasos momentos que habían tenido por las mismas condiciones de la guerra, la separación, la distancia a pesar de tenerse cerca.
Eran los detalles lo que unía tanta pasión, los defectos que tenían y que una vez que se encontraron quedaban enterrados en el pasado.
– Tango miedo, le dijo en una ocasión Ragmy, si miedo a como será cuando todo esto termine, la guerra, la distancia, nuestras vidas. Cuando aquello sucedía aún no tenían la certeza de encontrarse, ella sentía haber estado perdida por mucho tiempo, Jacob le daba la alegría de sentirse viva, enamorada, atrapada en una aventura que deseaba y que, a juzgar por sus sentimientos, nunca antes había sido así.
– Yo también tengo mis miedos, le dijo, pero solo pienso en nosotros, solos tú y yo, no existe más nada, la vida nos dirá cómo seguir.
Así pasaban los días de Jacob perdido en las noches, buscando elementos que le dieran las pistas suficientes para encontrarla, sabía que cada minuto era importante para tenerla a su lado y ese era otro de sus miedos, perderla, ella se había hecho cotidiana,
Ragmy estaba desgastada en algún lugar que para Jacob era un enigma y una prioridad encontrarlo, entre la sed, el hambre y las torturas se batía entre la vida y la muerte para sobrevivir, en su mente solo estaba él, esto era tan poderoso que soportaba como fiera para preservar su cría y proteger amor. No hay mal que dure cien años, había escuchado muchas veces y se olvidaba de aquella segunda parte que decía su madre cuando era más joven, su cuerpo si debía y tenía que resistir, tenía la fe que él llegaría, una mañana, una tarde o cualquier noche, pero estarían juntos otra vez.
23.
Había aumentado el consumo de cigarrillos, se alimentaba poco, estos días le mataban las ganas de hacer, de sentir sensaciones diferentes. Preparaba algunos bocadillos calientes para no darse mala vida, que vida si ella no estaba, pero aun así recordaba los regaños tiernos de Ragmy cuando hablaban de luchar por los dos.
Aquella noche en la que se perdieron en medio de los disparos tenía intenciones de escapar con ella a otro lugar, salir del infierno, buscar el mayor acercamiento a lo que para ellos significaba libertad, pero no sé puede tener todo, siempre faltaría algo, así le dijo y él entendía lo que estaba sucediendo, sentía una impotencia en su interior por no poder liberarla de tanta presión, ella quizás lo notaría, pero tampoco podía hacer mucho, era una guerra y había que asumirla de esa manera.
Por otro lado Ragmy perdía la noción del tiempo, tanta oscuridad la disociaban entre días y noches, olvidando los pasajes más traumáticos se iba recuperando físicamente, las torturas no eran tan frecuentes pero seguía recibiendo el maltrato de sus captores, la alimentación también era precaria y solo una escasa ración le servían en el día acompañada de una pequeña botella de agua, pensaba en eso, querían doblegarla por hambre y sed porque a golpes no conseguirían nada.
Jacob se acercaba al objetivo pero faltaban detalles, interceptaba algunas llamadas usando viejos métodos, las comuniones no eran buenas, triangular las mismas podría ayudar bastante, era difícil, pero sabía que llegaría, no podía perderla.
Había pasado muchas horas pensando, calculando y descifrando cuánta información llegaba a sus manos y vencido por el estrés se quedó dormido.
24.
Llegó la mañana, lo sorprendió tirado sobre una manta fina que le servía de colchón para los pocos momentos de descanso. La búsqueda continuaba, cualquier información era útil por insignificante que fuera.
Las últimas horas habían sido difíciles sin recibir nada, entraba a revisar lo que entraba por una vieja radio, pero todo se mantenía igual.
Por un instante se detuvo a pensar en lo que la muerte representaba para el, hay veces que es una bendición, otras son tan inesperadas que no da tiempo a metabolizar el golpe. Hacía tiempo se interesaba por la vida después de la muerte y la existencia de vidas anteriores que daban la explicación a tantas cosas que parecían irreales. Acaso estaban conectados él y Ragmy en una vida anterior, ¿Quién era ella? ¿Qué papel jugaría en su mundo antiguo? Temía tener que encontrar respuestas coherentes ante personas que no entenderían la profundidad de sus ideas.
Inmerso en su burbuja sintió la puerta abrirse, uno de sus contactos traía la buena nueva, tenían la certeza del lugar donde estaba Ragmy y por fin volvía la esperanza del reencuentro.
25.
Desde temprano Jacob se había reunido con alguno de los amigos que llevarían a cabo la acción de rescate, se revisaron todos los detalles de las acciones que se llevarían a cabo, el factor sorpresa sería definitivo para el éxito.
El vientre de Ragmy crecía, aumentaban sus preocupaciones porque ya no era ella, había otras razones por las que luchar. Estaba sentada en la silla, atada por las manos, amordazada, sedienta y con pocas fuerzas pero no pensaba en eso, solo en aquella criatura que venía para en un futuro hacerles la vida más grata.
Caía la noche, todo se repasaba para no dejar nada que pudiera entorpecer el éxito de la operación, aunque la ubicación del lugar estaba un poco alejada en el otro extremo de la ciudad, el avance sería lento, con cautela, aprovechando la oscuridad de la noche.
Después de unas horas de caminata entre calles y edificios destruidos se acercaron al lugar, era un viejo almacén abandonado al cual se accedía por varios puntos, todos habían sido rodeados, la entrada se haría a la orden, sin vacilaciones. Así tomadas las posiciones llegó la hora indicada, irrumpieron en el edificio, bajaron unos y otros a los pisos superiores peinando cuánta habitación encontraron, finalmente en el sótano se oyó una voz, – aquí estaban, este era su puesto de mando. Para Jacob una fría sensación le corría por el cuerpo, reconocía alguno de los objetos de Ragmy, pero ella ya no estaba allí, se habían marchado unas horas antes, que había fallado, todo había sido planeado al detalle, que inteligencia, porque había pasado, eran preguntas que no tenían respuestas.
26.
Regresó con el alma destrozada, no entendía como después de tantos detalles habían fallado en una operación tan importante, por su mente pasaban tantos momentos vividos, Ragmy estaba en cada uno de ellos aunque no lo podía acompañar, llevaban tanto tiempo deseando tener su propia historia, sentían ser dueños de sus almas gemelas o quizás el amor de sus vidas. Ella le había regalado su confianza, Jacob no le podría fallar, no estaba en su naturaleza, él con solo detalles cultivaba el amor
Sapos, topos, infiltrados, ¿Estaría en ellos la respuesta del fracaso? No, era cuestión de inteligencia, de ir siempre un paso por delante y en este caso el enemigo se había adelantado.
Empezaban de cero, todo lo que habían avanzado quedaba en las mesas de trabajo, en alguna gaveta olvidada.
Ragmy con el movimiento había empeorado su estado físico, ahora descansaba en una mejor habitación, vigilada, pero sin ataduras, los alimentos tenían mejor presencia, aunque comía poco.
Así pasaban los días, por instantes creían tener una respuesta, pero volvían al punto donde comenzaron.
27.
Ragmy se encontraba delicada, su estado se había deteriorado, la humedad de aquellos días comprometía su respiración, falta de aire que le impedían reponerse después de tantas torturas, pensaba en Jacob, que por otro lado y sin muchos elementos trataba de hallar su posición.
Ella parecía fuerte, no daba a demostrar lo que sentía, pero logró encontrar una brecha en su custodia. En el traslado logró hacerse de un teléfono, nadie lo notó, como imaginar que una rehén atada les jugaría una partida como esa. Quizás no le extrañó la perdida por la premura del movimiento.
Sonó el teléfono en la sala de mandos y la voz de ella del otro lado le devolvió el alma al cuerpo.
– Soy yo, tengo poco tiempo.
– ¿Dónde estás? ¿Te sientes bien? ¿Te han hecho daño?
– Estoy bien, un poco agitada pero bien, no puedo decir dónde estoy, desde aquí no se ve nada, ellos vendrán pronto, no debo demorar.
– No me engañes, sé que no estás bien pero estoy contigo y te sacaré de ahí. No apagues el teléfono. Te amo no lo olvides, fue lo último que dijo.
– Tengo que dejarte ahora, le dijo Ragmy, pero estaré activa para que trabajes en la posición.
– Ok espera.
Jacob y los comunicadores triangularon la llamada, habían encontrado la posición exacta, hablaron nuevamente, ya estoy contigo muy pronto, cuídate mucho que te necesito y así quedó esperando la próxima movida.
28.
Pasaron 24 horas desde la última vez que hablaron, Ragmy se desesperaba porque no veía la hora de estar junto a Jacob. Apelaba a sus miedos e inseguridades, se sentía incómoda por todo lo que le había tocado vivir, cuántas cosas soportaba en aquellos días.
Jacob le dijo que iba por ella, que lo esperara que saldrían juntos de alguna manera pero que serían felices a como diera lugar.
Por otra parte, seguía el ritmo de la guerra, combates que dejaban en el campo cientos de heridos, muertos y aunque se avanzaba en el terreno aún no se podía asegurar que terminaría.
En el sótano de un viejo edificio se coordinaban las acciones de tal manera que en la próxima cruzada no fallara nada, él estaba más animado, había perdido muchas cosas, pero a pesar de eso ella era la luz que había esperado, un amor loco en medio de tantas adversidades.
Ragmy se recuperaba, tenía mejor estado, había dormido mejor y al despertar en la mañana pensó, hoy es el día, solo quedaba relajarse y esperar para lo que debía suceder en cualquier momento.
29.
Paso la noche soñando con ella, el añorado encuentro una vez terminada la guerra. Ragmy estaba ansiosa, sentada frente al mar con los pies desnudos, miraba el horizonte perdiéndose en sus sueños, tan especial sería el momento que no lo sintió llegar, Jacob se acercó muy despacio, cubrió sus ojos con las manos y ella sintió su olor, era lo que esperaba hace mucho tiempo, sin palabras se besaron olvidando todo cuanto a su alrededor estaba, de pronto despertó en sobre salto.
Había llegado el día, el no iría a su rescate, por órdenes y prudencia su petición había sido denegada, corrían el riesgo que sus sentimientos interfieran en la operación.
Ragmy se sentía sola, pensaba en la vida como lo peor, eran las cosas que pasaba lo que la desanimaban por momentos, recordaba cuando Jacob le decía que aún con todas las crueldades, insatisfacciones, decepciones y polémicas, la vida era bella.
Todo había sido calculado, Jacob se quedaba junto a la radio, esperando con mucha tensión, todo estaba en silencio, aún no salían los primeros rayos cuando irrumpieron en el edificio, la sorpresa fue determinante y lograron ocupar todas las posiciones sin ser descubiertos, no hubo disparos, no bajas por ninguna parte y la retirada resultó espectacular como en esas películas donde los enemigos despiertan y quedan asombrados, enfurecidos sin tener explicación de cómo fue. Así llegaba al fin los días de martirio para ambos, encuentro épico, romántico, pero había que seguir, la lucha por ser libres continuaba. Jacob después de los abrazos solo le preguntó, ¿Cómo está la bebé? Ella quedó sorprendida y le dijo, ¿Cómo sabes que es ella y no él? – no lo sé, pero sería para mí lo mejor que pudiera pasar, contigo y ella completaría el espacio que le falta a mi mundo y quedaron conversando junto a un viejo sillón.
30.
Se respiraba un ambiente de tregua en las acciones, hablaron con naturalidad ese día, proyectos, decisiones, todo cuanto querían hacer una vez terminara la guerra.
Esa mañana habían hablado de un posible movimiento que debía hacer Ragmy llegada la tarde, Jacob no podría acompañarla, eso lo tenía claro, pero ella prometió mantenerse con él a pesar de la misión que por fuerza mayor debía cumplir.
– yo te llamo, le dijo, Jacob se quedó esperando mientras la noche se apoderaba de sus sueños, nunca llamó, perdió todo contacto.
Las cosas no estaban como había pensado y comenzaba a preocuparse porque era algo inusual, trataba de buscar explicación de aquel silencio, ahora lo único sensato era pensar que las cosas habían cambiado, no creía que la ausencia fuera por descuido de la tropa.
Espero noticias de ella, nunca llegaron, pero sabía que no era como otras veces, aún con las tensiones del día el cansancio lo fue mutilando y se quedó dormido. Hoy quizás no soñaría como otras noches, hoy sería un día diferente.
31.
Ragmy llegó cuando el sol daba sus primeras luces, apenas había dormido por las tensiones, toda la noche tratando de hacer contacto con él y empezaba a preocuparse, no podía imaginar que algo pudiera pasar en su ausencia, Jacob se había quedado dormido después de haberla buscado, también había pensado tantas cosas que lo ponían en la misma situación.
Cada uno tenía sus razones, esas que nos privan de ciertas libertades cuando nos aferramos a esos amores locos llenos de pasiones, ¿Celos? No había motivos, pero era la naturaleza de ambos, eran posesivos, defendían su espacio sin límites, la guerra ya les quedaba chiquita para todo lo que habían soñado y asumieron que los riesgos eran necesarios, ya los miedos tenían menor tamaño. Ragmy se cuidaba cada día para que su vientre creciera sin dificultades e incluso la fueron privando de algunas actividades, ahora iba menos a lugares donde pudiera estar en peligro y su movilidad era limitada. Eso les tenía más cerca porque cada día era menos soportable estar separados.
32,
Habían pasado varios meses con pocas variaciones, mantenían un estado de guerra que no le veían fin, las negociaciones por una paz que parecía inalcanzable se hacían en lujosos salones bajo el efecto de caras bebidas y gustosos manjares, ellos seguían en los campos, atrincherados, con la inseguridad de cambios alentadores.
Los días para Jacob se volvían tediosos, apenas veía la luz del día, pensaba en Ragmy cada segundo, su embarazo casi llegaba a su fin y no iba poder acompañarla, temía por su seguridad, ella siempre estaba para él cuando la necesitaba, sus consejos, regaños y cariños lo mantenían con vida.
Ragmy había aumentado de peso, era lógico, le preocupaba en ocasiones su figura, para Jacob era la chica perfecta, con sus curvas, cicatrices y unos kilos de más que para él no hacían la diferencia, la amaba, eso era suficiente.
33.
Toda una noche de sueños, ella estaba allí. Ragmy se había convertido en el motor que impulsaba su anatomía, pasional, extrañas sensaciones que guiaban la ruta.
Hablaron menos que en otros días, ella lo había previsto, – mañana será un día difícil, dijo, saber que se llegaban duras jornadas para los dos, pero estaba sola, Jacob no estaría para entre los dos recibir la vida que estaba por arribar después tantas tragedias humanas que habían soportado.
Pasaban las horas, los dolores inquietaban a Ragmy desde la madrugada, tenía miedo, naturalmente no encontraba espacio para tantas preocupaciones. Estaba allí en un oscuro sótano, rodeada de instrumentos estériles pero en un medio hostil, metrallas a lo lejos, estruendos que movían el edificio, así se enfrentaban a una primera experiencia que sería inolvidable por todo lo que representaba para los dos, pero en este caso era ella la protagonista de la historia.
Dolores que aumentaban, pujos y quejidos, Ragmy rubicunda mientras gruesas gotas de sudor se deslizaban por su rostro, era difícil, pero tenía claro que sería por instantes gratificante saber que venía, ya estaba allí. Al fin un llanto, alentador en medio de aquella oscuridad, llegó la vida, pero se iba otra, – sangra mucho, dijo Frank, la perdemos, soluciones por favor, paños, compresas, no perdamos tiempo, el mundo se apagaba para Ragmy.
Jacob esperaba las buenas nuevas ajeno a lo que estaba pasando en aquel lugar.
34.
Frank, el doctor como le llamaban en el campamento había hecho alguna preparatoria en primeros auxilios, ayudado por sus deseos de ayudar a todos enfrentaba cada día las disímiles situaciones que se presentaban en el frente de batalla.
Era un viejo amigo de la infancia, Jacob lo consideraba un hermano, no tenía reservas con él. Habían sobrevivido a la crisis de años atrás, aunque en este tiempo no encontraban las diferencias entre ambas temporadas.
Era una lucha entre la vida y la muerte, Ragmy aún no volvía al mundo, entre luces y tuneles secretos para el humano materialista estaba atrapada.
Para Jacob la espera era interminable, sin palabras quedó cuando todo llegó de golpe, Frank no podía seguir ocultando lo que estaba sucediendo. La situación se ha vuelto crítica, el estado de ella era tan delicado que temía lo peor. La dulce criatura esperaba por mamá, inocente al mundo. Papá ahora tampoco podía estar para servirle.
Pasaron días difíciles, tenía momentos de mejoraría, aliento positivo para los que con ella estaban. Faltará mucho tiempo, pensaba Jacob sentado en una vieja silla en dónde pasaba largas horas pensando, ¿Cambiaria algo al terminar todo esto? ¿Saldrían de todo? ¿Estaban preparados? Tantas preguntas sin respuestas, tanto miedo a perderla. Ahora ya era diferente para los dos, aunque lo más importante eran ellas, había por quién seguir. Estaban hechos de acero para poder soportar aquello.
Se recostó un poco y el cansancio logro vencer sus instintos, quedó sobre la mesa, descargando su ira en un profundo sueño.
35.
Cada minuto entraban las informaciones en la sala de mandos, seguían monitorizando el curso de las acciones, todos en sus posiciones, se abrió de pronto la puerta, era Frank, venía con los pocos aditamentos que quedaban en una vieja mochila, no había para más. El silencio se apoderó del lugar, Jacob lo miro, se levantó de la silla y camino despacio hacia él.
– ¿Dónde la has dejado? ¿Por qué no respondías mis mensajes? Pregunto Jacob.
Frank bajo la cabeza, con un tono bajo comenzó a hablar, – ha estado muy grave, se que querías saber, pero en esas condiciones no era bueno que la vieras, además siempre ha sido peligroso moverse a estos sitios, no era ella, había otros que también necesitaban estar allí, y si nos descubren, ¿has pensado en eso?
Jacob irritado volvió a preguntar, – ¿Dónde está, dime?
Ahora no lo sé, dijo, – evacuaron la zona y están en movimiento.
En aquella situación Jacob no confiaba en lo que Frank le decía, eran amigos, pero por una razón o por otra le había mentido y después de una mentira toda verdad se convierte en duda, sabía que cualquier cosa que la pusiera en peligro le sería ocultado, lo entendía, pero quería verlas, estar con ellas en momentos tan difíciles.
36.
Pasaron varias semanas sin noticias de Ragmy ni de la niña, nadie sabía dónde estaban.
Se ganaba en movimiento y varias ciudades habían sido tomadas por el ejército, se avanzaba, las pocas tropas enemigas que quedaban organizadas no ofrecían resistencia por lo que se veía el fin de la guerra.
En pocos días se declaró la victoria después de tantos meses de perdidas, valiosas vidas, ciudades desbaratadas por los combates y un escenario de tristeza por todo lo que se había vivido.
Jacob se movía entre las tropas para ganar en claridad, tenía la esperanza de encontrarlas en algún lugar, pero no obtenía resultados alentadores, sabía que estaban vivas, pero donde.
Ragmy se había recuperado de los traumas, aunque el mundo para ella ya no tenía colores, escuchaba los dulces gemidos de Gaby y seguía esperándolo, pasaba horas sentada junto a una ventana buscando encender su oscuridad; secuelas, tristes secuelas de todo lo que había pasado, preguntas y dudas de cómo sería su reencuentro.
37.
El tiempo se hacía insoportable, Jacob buscaba constantemente cualquier información que ayudara a encontrarlas. Tenía la seguridad de que estaban bien, pero debía estar con ellas, Gaby crecía por días y solo pensaba en ella, no la conocía, habían pasado varios meses, el país se organizaba, viajaba mucho buscando tener resultados.
Ragmy pasaba los días con la pequeña, sentía que era la prioridad entre todas las cosas, aunque no dejaba de pensar en él.
Despertó temprano, tenía la esperanza de ser el último día, alistó sus cosas y salió al encuentro, por fin tendrían la felicidad que tanto habían deseado. Ragmy sentada junto a su ventana seguía la rutina de sus días, con sus lentes oscuros buscaba la luz que no llegaba nunca, Gaby siempre con ella, aunque no sentía las presiones de la vida.
Llegó por fin, pasando el portón encontró su diva justo donde la había imaginado, mirando a lo lejos, se detuvo delante de ella y aunque sintió su presencia no pronunció una palabra, Jacob se vino abajo, no lo veía, estaba ciega, detrás de los lentes oscuros escondía sus ojos, aquellos expresivos ojos que tantas veces había visto en viejas fotografías.
– Soy yo, Ragmy reconoció su voz y una sonrisa dibujaron sus labios pero no pudo evitar que las lágrimas corrieran. Jacob tomó su mano y la beso en la frente, acaricio su pelo suavemente, se relajaba su mente después de tantos meses de espera. Tomaron a Gaby y caminaron por el jardín esa mañana, hablaron como en los viejos tiempos, le dió la seguridad que tanto esperaba y salieron de allí para buscar la paz que por un tiempo les pareció imposible.
Encuentros que terminaron con una vida apartada, alejados del mundo, felices de estar juntos en otras latitudes porque los tristes recuerdos y las secuelas de la guerra debían ser enterrados para siempre. Alguien los vio en una ocasión y decidió dejarlos pasar inadvertidos para no levantar los polvos de un pasado aterrador. Así lo desearon ellos, así todo quedó en el tiempo.
Fin.
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