8 de marzo

8 de marzo

Chargar

08/03/2022

Y llegó el día internacional de la mujer, 8 de marzo.

Soy mujer y como cada año desde que he tomado consciencia con respecto a esta fecha, he conmemorado este día como trato de hacer todos mis días, diría Pinky y cerebro (algunos o muchos me entenderán) vamos a conquistar el mundo. Y sí. Soy la única mujer de una familia de 6 integrantes, y por designio de Dios y de la vida, mi papá falleció cuando era muy pequeña, lo que dejó a mi mamá, una mujer joven y en plenitud de vida, a cargo de cuatro hijos, tres varones y una niña.

Este hecho ha marcado mi vida, quien conoce mi esencia de vida, sabrá que, siempre comento la fortaleza y decisión que tuvo mi madre, en ese entonces, para sacar adelante a cuatro hijos con su trabajo, mucho esfuerzo y muchas dificultades, a veces físicas, muchas otras económicas y otras más emocionales. Sin embargo, también he enfatizado que esta experiencia ha forjado en mí una persona donde el referente inmediato sobre la mujer es el de trabajar y forjarse su camino, salir adelante y posibilitar tu independencia a la par de las responsabilidades adquiridas, nunca pasó por mi mente el no trabajar, el no desear ser una persona independiente, aunque con algunas experiencias de vida, la parte emocional fue un poco endeble y al final siempre se necesita apoyo para fortalecerla.

En fin, lo que quiero expresar es que, vi a una mujer trabajar, salir adelante económica, física y emocionalmente responsabilizarse de su familia, proporcionarles salud, educación y lo necesario en comida y vestimenta para vivir. Mi mami, definitivamente fue una revolucionaria en su tiempo con su fortaleza, su convicción, su decisión y organización económica. Aún con ello, padeció de dificultades propias que, en su momento, al ser una mujer madre y trabajadora pudiera enfrentar como hijos enfermos y sin posibilidad total de ausentarse de su trabajo para el cuidado, en muchos otros momentos, la posibilidad de un salario más justo, entre otras cosas.

Este recuento lo visualizo para que se comprenda que mi experiencia de vida fue y es, una mujer valiente, enfrentando prejuicios, viuda y con posibilidad de rehacer su vida, sacando adelante y forjando a personas que pudieran salir adelante solos. ¿Y saben qué?, lo logró.

Con este referente comienzo mi vida independiente, ya con un pequeño a mi responsabilidad, un hijo varón y posteriormente una mujer, he tratado de ser una mejor versión de mi misma, he lidiado con el hecho de ser mamá, crían a un ser que sea respetuoso del otro (mujeres y hombres), que sepa caerse y levantarse, hacerse responsable de sus actos, entender que todos tenemos derechos, responsabilidades, favorecer en ellos la empatía y la posibilidad de ser un ser resiliente que acompañe su vida con alguien que profese en el ejemplo de su vida, lo mismo que él es y ha aprendido.

No es fácil en estos momentos, en donde el machismo es una actitud aún predominante en los estilos de crianza y que, al mismo tiempo donde se pide respeto ante una ofensa, la misma sociedad los considera como una generación de cristal y con ello, en muchos planteamientos o discursos, el propio hecho de ser hombre, los demeritan como un ser sin valor, sin principios, misógino y al que se debe combatir.

La sociedad es muy compleja en coincidir en una misma ideología y puntos de vista, sin embargo, esa es la riqueza de la diversidad, discutir o coincidir en el respeto, en la escucha y sobre todo en la acción de hacer algo diferente para que la vida, en este entorno social, de las mujeres sea en libertad de derechos, de espacio, de andar y caminar por las calles sin el acoso de otros, de tener tu independencia y con ello responsabilidades en condición de equidad e igualdad.

La lucha es contra el machismo, el mismo que ejercemos cuando continuamos criando en los golpes y el desamor, en el rechazo de escuchar a nuestros niños y niñas para saber qué paso en un día de escuela, en el olvido de saber que como niños se necesita de un entorno seguro, de amor y respeto, de comunicación, porque al final esos principios y ejemplos serán el sustento de su actuar, de la decisión que tomarán si son influidos por otras ideas, de la capacidad de resiliencia en su entorno.

Con ello, cada ocho de marzo seguimos discutiendo si felicitar o no a las mujeres, cambiemos el discurso, evitemos prohibir por recibir e informar, actuemos diferente para que las cosas comiencen a ser diferentes. Exijamos día con día y responsabilicémonos de lo que hacemos y de lo que criamos, platiquemos con nuestros cercanos, amigos, redes sociales, pongamos ejemplos de vida de otras mujeres, de las luchas logradas, de los fracasos en inseguridad, en protección infantil, en seguridad social.

Cada 8 de marzo me cuestionó si estoy contribuyendo desde mi trinchera y trato de reorientar lo que puedo cambiar. Aún así, seguimos viviendo en el miedo e inseguridad, en las miradas lascivas, en las injusticias económicas y desigualdad de derechos y obligaciones en los entornos sociales, culturales y familiares. Con todo eso, yo sí me felicito y no por el hecho de ser mujer, y creer que soy “la cosa más bella de la creación”, si no porque, he mantenido mi fortaleza, he decidido ser mamá y criar a un hijo en el mejor entorno posible, he orientado su posibilidad de ser un ser íntegro, responsable de las consecuencias de sus actos, empático y con la posibilidad de ser un adulto independiente y funcional y en eso incluye el aprender a tratar a una mujer, por sentir incertidumbre y armarme de fortaleza para ser y hacer, por demostrar con mi labor diaria la calidad de profesional que puede ser una mujer en mi entorno, por la posibilidad de expresar y de que se me escuche, por no sentirme un ser inferior, por la preocupación que me genera también aprender a solucionar cosas que también me toca aprender para ser un adulto funcional, por el hecho de seguir, caer, levantarme y reaprender.

Sí, felicidades a mi persona, hoy así lo conmemoro, tratando de ser y hacer, exigiendo e informando desde mi trinchera, haciendo valer mi palabra, mis ideas, mi actuar y recordando que esa madre revolucionaria que aún tengo la fortuna de tener, fue y será un ejemplo, que con el paso del tiempo espero ver reflejado en los cambios de ideología respecto a la mujer en la sociedad pero sobre todo en el ser y actuar de mis hijos.

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