La noche

Vi a los dioses del viento, navegaban blancos en el cielo. Desfilaban uno tras otro, haciendo de la inmensidad su escenario. Viajaban lento, algunos con los ojos bien abiertos, otros con los párpados caídos. Se alimentaban de las estrellas y seguían su rumbo, todos aparentemente hacia la misma dirección, aunque no podría decir con certeza que se dirigían al mismo lugar. Se desvanecían y volvían a aparecer como en procesión, haciéndole compañía a piscis y luego a la osa menor.

En otro momento vi demonios (tal vez eran los míos) con caras alargadas, prominentes barbillas y narices en punta, seguían a los dioses y la luna los iluminaba albos.

Tiempo después, frente a mis ojos, solo se encontraban las estrellas que no se habían alcanzado a comer, formaban caminos en zigzags, otros laberintos.

Las nubes comenzaron a llegar más tarde, amorfas y en consistencia de humo. Se había terminado el ritual, comenzaba la noche.