Tren de noviembre

La brisa del frio noviembre arrastraba escaleras abajo por los escalones de piedra las hojas secas. El viento del otoño acompasaba las hojas afín a mis pasos que descencidan lentamente hacia las fauces del león. Mientras,el metro rugía mas abajo y aunque era la hora, no corrí tras el conejo como Alicia, cuando  descendía a la profundidad del sueño…No apareció nadie en el andén. La raya amarilla contínua separaba este mundo del otro y me hipnotizaba su régia línea matematica y el espacio que se adiviaba tras de ella. Mis pensamientos se anclaron en mi mirada puesta en el vacío. Por un momento creí percibir estar rodeado de gente que impasiblemente esperaban la llegada de la siguiente bestia férrea. Mas delante sólo me acompañó el silencio mientras se paraban los relojes, mientras creí menguar y mis pasos, ya sin hojas, se tornaban amarillos. No había nadie, sólo yo y a la vez tanta gente, tanto grito y confusión…creo que entonces fué cuando desperté y percibí que alguien me sostenia desde atrás y al abrir lo ojos vi pasar el tren de noviembre como una flecha ante mí. Los relojes comenzaron de nuevo su marcha vital y mi corazón a latir. Una hoja arrastrada descendió con un baile marcado por la corriente, en un vaivén que acabó por hacerla caer hacia las vias. Para entonces no quedaba nadie en el andén. Sólo yo.   (2022)