Las Rosas Rojas

Las Rosas Rojas

Sabrina I

13/02/2022

Desde hace dos años Agustín tiene la misma rutina se despierta temprano, pero se queda un rato en la cama mirando el otro lado. Luego, se levanta prepara la ropa que va a usar ese día la deja sobre la cama para que no se arrugue y se mete en la ducha ahí se queda un largo rato. Sus lágrimas, se diluyen con el correr del agua de la ducha. Cuando la melancolía se le pasa sale, termina de arreglarse y baja a desayunar. Se prepara café con tostadas y se sienta a leer el diario. Mira un rato el reloj, que está en la pared, que quedo con la hora fija de aquel día. Mira la hora en su reloj pulsera y ve que ya es la hora de salir. Sube a su auto, pasa por la florería como todos los días, para comprar las rosas rojas mas frescas y luego sigue hacia el trabajo. Agustín trabaja en un museo, es historiador. Recuerda que desde chico le apasionó la historia, le encantaba ir a los museos con su madre y abuela. En el secundario, supo que quería ser profesor de historia. Cuando se recibió quiso seguir estudiando y así llego a ser historiador. Cuando termino de estudiar pudo hacerse ese viaje tan anhelado por el mundo y conocer diferentes culturas. Estuvo casi cinco años dando vueltas hasta que sintió que debía volver a su casa. De casualidad, un día que estaba esperando ser entrevistado para un trabajo se cruza a una compañera del secundario una chica muy mona a la que nunca se había atrevido a hablarle porque era tímido. Intercambiaron un par de saludos unos cuantos comentarios hasta que de una oficina lo llaman a Agustín y se tuvo que ir. La entrevista salió como lo había planeado más que perfecta, estaba seguro le darían el trabajo. Pero, se dio cuenta que no le había pedido el teléfono a esta chica, maldición dijo. Para suerte de Agustín no solo consiguió el trabajo, sino que Sofia trabajaba ahí haciendo una pasantía. Así que se volvieron a ver muchas veces más. Tantas que se pusieron de novios. Y tres años mas tarde dieron el Si en los bosques de Palermo. Agustín mira su reloj, era tarde debía hacer una cosa, tomo las rosas rojas y salió del museo. Me quede perdido en los recuerdos siempre me pasa, pensó. Cuando llego al cementerio estaba cerrado no lo dejaron pasar. Se sentó en la vereda y se quedó mirando como las nubes circulan por el cielo. Luego de un rato, se levantó tiro las rosas rojas en el tacho de basura, miro hacia el cementerio y dijo: – mañana prometo venir como todos los días solo que a veces los recuerdos me hacen perder la noción del tiempo y llego tarde. Se fue a tomar un café a un bar, solo y con la cabeza gacha. De repente, siente que algo lo acaricia y un miau miau se escapa de la boca del gato que resulto ser gata. Agustín le acaricio la cabeza y la gata atrevida se acostó en su regazo. Empezó a ronronear y Agustín siguió acariciándola. Miro hacia todos lados a ver si alguien reclamaba el animal, pero parecía ser de la calle. De repente, la gata da un bostezo se despereza se estira se baja del regazo mira a Agustín y sale caminando. Agustín le grita mañana a la misma hora en este bar es una cita. La gata desaparece entre la multitud y los otros comensales se ríen de Agustín. Al otro día, la misma rutina de Agustín, pero esta vez puede entrar al cementerio y deja como siempre las rosas rojas. Cuando llega al bar a tomar su café se queda sorprendido, en su mesa sentada en la silla esta la gata del día anterior. Cuando él se acerca y corre una silla para sentarse la gata se despierta lo mira como diciendo acá estoy vine a mi cita. La gata se acerca a Agustín y como el día anterior se acurruca en su regazo y empieza a ronronear. Agustín la acaricia, le habla le cuenta de Sofia. La gata, luego de un rato hace lo mismo del día anterior se despereza, bosteza y se pierde entre la multitud. Solo que al irse se da vuelta y lo mira a Agustín y este le dice mañana en este bar a la misma hora. Y la gata desaparece. Al día siguiente, el mismo ritual de Agustín, hasta que va al bar. Cuando está por llegar, a unos metros se encuentra a la gata en la vereda lavándose. Agustín la llama michi y la gata levanta la cabeza lo mira y va a su encuentro juntos entran en el bar se sientan en la misma mesa y ocurre lo mismo de los días anteriores. Ahora, Agustín le dice: – creo que lo nuestro ya es una relación. Cuando la gata se va ambos se miran y saben que al día siguiente se verán otra vez. Así pasa un mes, Agustín a veces se la encuentra en el bar otras veces ella lo espera en la puerta, pero no se han separado en todo ese tiempo. Un día, Agustín ve que michina no llega, pasan las horas y nada. Le pregunta a la dueña del bar si la ha visto pero le dice que no sabe de que le habla. Se queda hasta que el bar cierra y luego se queda en la vereda, pero michina no aparece. Agustín se siente miserable por no habérsela llevado a su casa. En los días siguientes, la busca por todo el barrio pega carteles, pero nada como si se la hubiera tragado la tierra. Agustín piensa lo peor que algún auto la arrollo y quedo tirada por ahí. Maldice el no haberla llevado a su casa. Con el correr de los días michina se transforma en otro recuerdo. Pero pasado un tiempo, no sabría precisar cuánto, michina se le apareció en la vereda a Agustín este fue corriendo a abrazarla nunca mas te voy a dejar te vas a ir a vivir conmigo. Cuando la levanta ve que detrás de michina hay dos pequeños michines iguales a michina. Agustín se empieza a reír y le dice: – ¡a era eso entonces! fuiste mamá por eso desapareciste. Agustín tomos los tres gatos y se los llevo a su casa. Al día siguiente, los llevo al veterinario el cual les hizo todos los estudios y por increíble que parezca para ser animales de la calle se encontraban bien. Michina y sus michines ahora tenían casa. Michina dormía con Agustín del lado de la cama vacío. Se despertaba con él bajaba a desayunar y luego lo despedía desde la puerta, cuando Agustín se iba. Los compañeros de Agustín pensaban que se había puesto de novio o salía con alguien porque se lo veía mas alegre. Sin embargo, eran los ronroneos de aquella gata y la misteriosa forma en que llego a su vida lo que lo hizo cambiar. Una noche fría de invierno Agustín no podía dormir daba vueltas de un lado al otro de la cama sin poder conciliar el sueño. Se levanto, fue a la cocina, se preparó un Whisky y se sentó mientras lo bebía. En eso siente, unas pequeñas pisadas detrás suyo, michina que lo mira atentamente. Entonces, Agustín le dice: – creo es hora de que te lo cuente todo. Fue más o menos así: – Luego de casarnos con Sofia la vida se fue complicando porque el matrimonio no es un camino de rosas, pero tampoco un lecho de espinas. Cada vez discutíamos más, al principio por cosas relevantes luego por cualquier estupidez. Nos íbamos a dormir enojados espalda con espalda al día siguiente ni nos mirábamos. Yo a veces, me quedaba a dormir en un hotel para no verla (que idiota fui). Luego de un año de pesadilla decidimos que lo mejor seria divorciarnos. Pero ninguno tomaba la iniciativa de ir a ver a un abogado. Así que seguimos como estábamos. Hasta aquel día fatídico del que me culpo todos los días de mi vida. Nos levantamos como siempre con caras largas y mal humor era como si la presencia del otro bastara para hacernos sentir mal. Bajamos a desayunar y cualquier idiotez desencadenaba unas cataratas de insultos y reproches. Sofia, estaba furiosa me amenazaba que cuando obtuviera el divorcio se quedaría con todo, que no me dejaría nada (ahora me importa tan poco lo material) y yo le replicaba con mas insultos. En un rapto de furia, ella toma la taza de café y me la arroja yo me agache y la taza pego en el reloj de pared, fue tal el golpe que el reloj se paró y nunca más volvió a funcionar. Sofia se quedo helada porque pudo haberme matado y yo me quede mudo. Ella tomo su cartera se seco las lagrimas y se fue. Yo me terminé de vestir y me fui a buscar un abogado, estaba harto de ella me la quería sacar de encima para siempre. Sali del abogado que me dijo que se resolvería pronto que ella no me podría sacar nada que me quedara tranquilo. Me fui directo al trabajo, de repente siento una puntada en el estómago los nervios pensé, pero cada vez era mas fuerte. Al rato me empecé a sentir mejor. Tal vez, era un presentimiento. ¿Quién sabe? A la tarde una hora antes de irme del trabajo, dos oficiales de policía se presentaron en mi oficina, tocaron la puerta se sacaron el sombrero a modo de pésame y me dijeron que tenían que darme una mala noticia. En ese momento, solo pensé una cosa: mis padres. No, me dijeron los oficiales de policía, se trata de su esposa la señora Sofia Fábrega ha tenido un accidente de auto, fue llevada al hospital de urgencia, pero no se pudo hacer nada ah fallecido. Sin embargo, entre sus cosas encontramos esta carta que esta dirigida a usted. Me quede mudo con la mirada viendo el vacío el tiempo se detuvo en aquel momento. No me atreví hasta mucho después a leer la carta donde me pedía disculpas que se había asustado mucho cuando me arrojo la taza y que le gustaría intentar recomponer nuestro matrimonio si es que yo así también lo quería. Me quede con la carta en la mano viendo el reloj de la cocina, que se paró y empecé a llorar, arroje cosas contra el piso contra la pared y ahí me di cuenta de que ya nada me la devolvería que no tenia forma de pedirle perdón. Desde entonces, siempre compro las rosas rojas mas bonitas que eran las que a ella le gustaban y voy a llevárselas al cementerio con una tristeza que me estruja el corazón. Pongo las rosas rojas en su tumba y me siento a hablar con ella le cuento que la extraño todos los días de mi vida. A veces me llevo el mate y mientras tomo le hablo, hago de cuenta que la tengo enfrente mío, me rio otras veces lloro la gente piensa que estoy loco. (poco me importa lo que piensen los demás)Le digo que despertarme y ver su lado vacío de la cama me produce nostalgia. Si tan solo, no hubiésemos peleado esa mañana, ahora estaríamos juntos eso pienso cuando veo su lado vacío de la cama. También le cuento que cuido su jardín como lo hacia ella. Ahora la visito con michina quien ni bien llegamos se acuesta en la tumba de Sofia y me mira. A veces creo que estoy loco, pero por cómo se dieron las cosas con ese animal podría jurar que algo de Sofia hay en michina. Dejo mi vaso de whisky en la mesa y le digo a michina vamos a dormir ya es tarde mañana hay que trabajar.

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