La COMISIÓN 1: Caos y Esferas

La COMISIÓN 1: Caos y Esferas

Damian L. Vera

11/02/2022

Prólogo.


«¿Sabes por qué el mundo es una mierda?» preguntó la Monja al niño.

Ella sostenía la cabeza de uno de los secuestradores con una mano. Con la otra, apuntaba con el revolver hacia Sebastian, cómplice del siniestro.

«¿Sabes por qué fue tan fácil tomarte? ¿Por qué no les costó nada quitarte la ropa sin el mínimo asco?» siguió preguntando la Monja.

El niño, todavía tratando de vestirse, miraba con horror la escena que protagonizaba la Hermana. Sólo había escuchado rumores de estas «actividades»…

«Es tan fácil como pisar flores, o matar una mosca» lo dijo como si fuera personal, como si les tuviera rencor desde hacía años.

Sebastian habló para insistir en que no mataran a su compañero, porque si ambos morían los Jefes se darían cuenta de su traición.

Ante el silencio de la Monja como respuesta, amenazó alegando que «si se enteraban de esto, los amiguitos del Niño pagarían las consecuencias».

La Hermana sonrío maliciosa, luego soltó la cabeza del secuestrador que domaba en el suelo, y dijo: «Niño, ¿sabes cuál es el nombre de este tipo, a quien estoy apuntando? Nunca te olvides de su rostro».

Acto seguido, la Monja le disparó a Sebastian incontables veces, tanto en el pecho como en el estómago. «Todavía me queda una bala, niño. Ya sabes qué hacer». Acto seguido, lanzó su revolver al muchacho y él lo atraparía.

Oculto en la manga del uniforme, sacó rápidamente un lápiz afilado cuando el hombre que estaba tirado en el suelo trató de levantarse. La Monja lo apuñaló en el interior de su oído derecho, después lo revolvió mientras seguía dentro.

El joven empezó a vomitar de la impresión.

«No te desmayes ahora. Todavía debes hacer lo que te dije» dijo ella sin perder el tiempo, «dispara en su cabeza, hay una bala con su nombre». Pero el Niño, reponiéndose de inmediato, se negó a obedecer sus ordenes.

«¡TU FUISTE LA QUE ME TRAJO AQUÍ!» gritó el Niño, «¿Por qué ahora debería hacerte caso?¡Si no me hubieras traído aquí esto no habría pasado, maldita monja!».

La Hermana soltó el lápiz dentro del hombre, acercándose rápidamente abofeteó al muchacho e insistió en que obedeciera.

Tal vez, sin pensarlo demasiado, el Niño accedió a hacerlo, pero en cuanto apretó el gatillo, ninguna bala salió disparada.

Estando perplejo, la Monja le preguntó: «¿Conoces a este hombre en la pared?». El niño dijo que sí.
«¿Es tu profesor de Literatura?». El niño dijo que sí.
«¿Era tu amigo?». El niño dijo que sí.
«¿Y por qué le disparaste?».

No hubo respuesta.

Soltó el arma.

Con la mirada vacía e inexpresiva, preguntó por qué le estaba pasando eso justo a él. En cambio, la Hermana le pidió que mirase al hombre con el lápiz dentro de su oreja.

Le explicó que se llamaba Víctor, Ministro del Gobierno Zarfoniano del Oeste. Junto a Sebastian, su cómplice, planeaban abusar de él y después invitar a sus amigos al mismo sótano donde se encontraban ahora, quién sabe para qué.

«¿Qué es todo esto?» pregunta el Niño.

«Es el mundo real» responde la Monja. «¿Ves a este Sebastian, aquí?» continuó ella, «Que te sirva de lección, jovencito: no puedes confiar en nadie«. Rodeó con sus brazos al Niño agachándose, besó sus mejillas como si lo bendijera, y agregó: «Pero, ¿sabes? Esta no es la única forma de resolver esta clase de problemas…«

Ella volvió a levantarse, quitó el velo de su cabeza revelando una cabellera roja, hermosa pero descuidada. Se acercó hasta el Ministro Zarfoniano, mientras lo hacía tomó y recargó su Beretta. Apuntó al hombre a la vez que este se acomodaba en la pared sucia, una pared con perturbadoras historias detrás.

«Dígale al Niño lo que pensaba hacerle usted» exigió la mujer, «y lo que también planeaban para los demás».

En los próximos minutos, el joven Sereno escucharía con total atención, sin importarle su propio bienestar, las palabras más destructivas que jamás escucharía.

FIN Prólogo


INTRODUCCIÓN: La escolta del Sacrifico.

¿Puedes contarme otra vez tu historia?– pregunté al hombre a mi lado.

Hmm- murmuró, y sonrió-. No es una historia muy linda, ¿tanto te gusta?– preguntó él.

No es que me guste, ni que sea de mi agrado escuchar todo por lo que pasaste- respondí-; es sólo que me resulta fascinante, aun hoy no lo puedo creer.

Muy bien- cerró los ojos y apoyó sus manos sobre las piernas-. De hecho, y tengo que confesarlo, cada vez que lo cuento me percato de algunos detalles que antes ignoraba. Regresar me sorprende incluso a mí…

Eso es maravilloso – comento con entusiasmo-.

Realmente amo su historia, pero no puedo decírselo.

Estamos en una limusina presidencial directo hacia la Cámara. Somos dos hombres y una mujer custodiando a un objetivo: el blanco más peligroso del planeta. A pesar de cómo suene, este jamás opondrá resistencia, pero tampoco se detendrá ante nadie, una fuerza que no puedo explicar con palabras.

Por cierto, la otra vez observé que fuiste a la casa de tu amiga– dice él sin perder tiempo-. ¿Puedo suponer que está mejorando?

Sí, así es – respondo sincera-. La van a transportar a la clínica Shutter’s esta semana. ¿Tienes idea si sobrevivirá a la operación?

Eso por ahora no puedo decírtelo. Claro, también la he observado, pero no soy médico ni doctor para suponer su estado actual.

Eso me temía.

Me distraigo por este hecho cuando, de repente, se me viene algo a la cabeza:

Sabes, estos muchachos te tienen miedo, ¿lo puedes creer?

Al decirlo, mis dos compañeros se voltean a vernos claramente disgustados.

Vete a la mierda, Sarah. – comenta uno. – En primer lugar, esta operación es estúpida…

Creo que tenemos razones suficientes para desconfiar de este personaje, ¿no crees? – comenta el otro- Cuando terminemos esta cosa me voy a alejar lo más que pueda de su visión, es más, me voy a arrancar los ojos – al decirlo, hace un gesto cortante entre sus dos ojos, cubiertos por la máscara de protección que todos llevamos.

El blanco que transportamos se ríe unos breves momentos, y después comenta:

Creo que no funciona así, Capitán Lex. Aunque se quite los ojos, yo aun así… – hace un gesto de viveza con su cara.

Todos aquí sabemos qué significa: de todas formas, podrá ver a través de él.

¡Púdrete! – grita Lex- ¡Eres un enfermo!

Ustedes son muy exagerados -intervengo yo-, él no le haría daño a nadie. Su propia reputación lo demuestra. ¿A cuántas personas lastimó desde que lo conocemos?

Nuestro blanco se hizo mundialmente famoso hace más de 20 años. Después de un recuerdo que él describe como «revelador», obtuvo ALGO que hasta el día de hoy hace temblar al mundo, y por esa misma razón, lo estamos transportando ahora.

Dispersamos una información falsa para hacerles creer a posibles enemigos que el bendito hombre de traje aquí, con nosotros, está indefenso y vulnerable, así deberías ver cómo responde la gente ante esta información.

Aun así, me han comentado que tiene un cometido mucho más grande que, por ejemplo ejecutar esta peligrosa farsa.

Estamos a punto de llegar a la Cámara, las personas afuera saben que él está aquí y, de verdad, creen que podría morir bajo las falsas condiciones en las que se encuentra.

Afuera, puedo ver a varios curiosos que saludan al hombre de traje, algunos de ellos usando hasta su mismo vestuario como tributo a su persona. Me hace creer que todo el mundo ama a este tipo, pero sé que hay muchísima gente también que lo quiere ver muerto…

Todavía te debo mi historia, ¿no? – comenta nuestro objetivo-. Para recordar cosas debo apagar mi visión, y tal vez sea una mala idea, Sarah.

Claro, comprendo – respondo yo-, pero sin dudas es algo que deberías escuchar más de dos veces para entenderla. ¿Se ha molestado en grabar cintas relatando sus más profundos pensamientos respecto a su… bueno, al «don» que usted tiene?

De hecho, creo que hay alguien mucho más interesante que yo cuyo método también involucra una de esas grabadoras…

El hombre en traje, sentado a mi lado e inofensivo, se queda un minuto pensativo, no responde hasta que grita:

A su derecha, ¿puede ser…?- preguntó él, y de repente: ¡¿Puede ser esto posible?!

– Le pregunto confundida qué estaba pasando. En realidad, me aterra el simple hecho de que haya empezado a gritar de la nada.

¡Fíjese a su derecha, por favor! – exclama – ¡Varios se acercan!

El capitán Lex y mi segundo compañero se colocan en posición de combate mientras yo trato de ver a qué se refiere nuestro invitado. A lo lejos, en medio de la multitud curiosa, puedo ver cómo unas personas se acercan de manera sospechosa. Miguel vuelve a gritar:

¡No! ¡También por la izquierda! – y empieza a ver para todos lados-. ¡Son varios, carajo!

Dos hombres aparecieron por mi lado izquierdo, rompen la ventana con un fierro y puntas de rifle apuntan hacia nuestros cuerpos.

¡Atrás! – grito, apunto a uno de ellos con la M16.

El capitán Lex recibe un disparo, pero mi segundo compañero se pone en medio para protegerlo. Yo disparo a los costados; disparo incluso aunque no puedo ver quien está del otro lado. Inconscientemente trato de proteger al hombre a mi lado, pero no tardo en recordar que es inútil; ante mi sorpresa ya se había ido, sin que me diera cuenta.

Uno de los brazos que aparecen por las ventanas matan al piloto de la lemosina, otros agarran mi cuello y logran quitarme el arma. El enemigo es rápido, con una fuerza tremenda; más allá de la ordinaria. Sin embargo, aun puedo respirar, así que revelo el cuchillo de combate debajo de mi torso y corto las piernas del soldado, cuando cae en el suelo arremeto contra él para apuñalarlo en el pecho, cinco veces seguidas.

La sangre salpica y cae sobre mi rostro. Me levanto de inmediato pero un segundo soldado enemigo aparece por el otro lado del auto. Me dispara en el pecho, puedo sentir cómo se acomodan cerca de mi corazón.

El capitán Lex le dispara al enemigo desde el interior del auto, puedo intuir que nuestro compañero ha muerto con toda seguridad. Lex sale del auto disparando a lo bestia. Grita desaforado e intenta ir cuerpo a cuerpo contra todos a la vez. Nunca lo había visto así…

Trato de levantarme pero el dolor me revuelve los órganos internos. Probablemente las balas hayan atravesado a todos ellos.

Pienso en mi hijo Ben, mi hermano Jim y mi hermana Elli. Creo que en pocos minutos moriré, pues nadie vendrá a atender mis heridas.

«TODO VA A ESTAR BIEN»

Creo que, dentro de nada, me reuniré con todos ellos en el más allá, si es que existe. Espero que así sea y, voluntariamente, dejo que mi alma se despegue de mi cuerpo.

No puedo evitar pensar en la historia de Miguel Ángel antes de morir. El imaginarme su reacción cuando le otorgaron aquello que hizo temblar al mundo. «Ahora eres un maldito rey», le hubiera dicho yo si fuese su ángel guardián.

«AUN NO PUEDES MORIR»

Los brazos de mi hijo, que reconocería en cualquier mundo, se acercan hacia mí. Me rodean el cuello para darme la bienvenida…

Pero despierto.

Todo ha terminado.

¿Cómo carajo es que sigo viva?

Miguel se acerca hacia mí. Se inclina para abrazarme. Estoy sentada en el cordón de la calle donde antes circulábamos con la lemosina.

Creí que te perdería- dice, mientras se aleja-. ¿Imaginaste que ya era tu hora?

¿Cómo… carajo…?

Miguel me muestra en su mano unas balas manchadas de sangre. Una sonrisa se dibuja en su rostro, de oreja a oreja.

¿Me las quitaste? – pregunto.

Observa tu abdomen. Estás ilesa.

Y era verdad, ni siquiera habían agujeros en mi estómago, ni cerca de mi corazón. ¿Un puto milagro? ¡PERO SI ME ESTABA DESANGRANDO!

El capitán Lex está bien, pero no pude salvar a Harry, tu otro compañero. Su espíritu se había separado del cuerpo para cuando lo quise ayudar…- Se queda pensativo unos segundos, para después agregar:- Tal vez por su buena acción, el juicio eterno sea bondadoso con su alma.

¿Por qué lo dices? – antes de terminar mi pregunta, él ya se había levantado.

Observarlo desde abajo es otra cosa: la luz del sol oculta su rostro; no me deja apreciar los ojos verdes y brillantes que tiene. Una figura digna de ser grabada en una escultura.

Alrededor del mundo, varias personas lo ven como un Mesías. Así desde hace 8 años. Y en mi interior, suelo preguntarme si lo veré de la misma forma.

¿Estará mal para él?

Harry consumía estupefacientes directamente de los Praxies. De alguna forma, logró esconder este hecho del cuerpo policial, pero la verdad es que no era apto para misiones especiales. – Se detuvo un momento, apoyó su mano izquierda en la cintura, y la derecha sobre su mentón-. Creo que lo seleccionaron para acompañarme pues, por ordenes del Jefe, estaría drogado e indispuesto para protegerme en mis falsas condiciones. Con lo que no contaban era que Harry fuera leal al Capitán Lex, y así, cuando supo que iban a morir, lo protegió con su vida.

No tenía idea que Harry fuera tan servicial. Siempre me dio la impresión de que era un malhablado impulsivo– lo digo con total sinceridad, pues no hay nada que ocultar ante él.

Intenté ignorarlo, de verdad. Él dijo «Creo que lo seleccionaron». ¿Eso quiere decir que no pudo preverlo, y por lo tanto VER a través de los responsables de este atentado?

Esta mañana, luego de que Harry desayunara, discutió con Arya; en vez de golpearla como hizo ayer, trató de abrazarla. Ambos se calmaron. Él se disculpó, y su mujer lloró confundida. Me dio mucho en qué pensar…

Quería seguir escuchando, sólo que me pareció demasiado luto por un imbécil como Harry. Me quitaron la máscara, y con la cara al descubierto, sólo me quedaba una cosa por preguntar:

¿Conociste a mi hijo, Miguel?

Él dejó de sonreír. Su rostro se volvió serio.

Así es. Y no tengo palabras para describir cuánto lo siento. En serio…

Está bien. No hay problema. Después de todo, no puedes estar en todos lados, ¿no?

Así es– Miguel se veía avergonzado, apartó la mirada-. Pero era apenas un niño, ¿cómo se puede perder una vida así tan fácilmente? Yo… confieso que, cuando me di cuenta que el Sr Jackson lo atropellaría, era muy tarde para avisarte.

Por favor, Miguel – apoyo mi mano sobre su hombro-. No te castigues así. Ya lo superé.

Él se aleja sin pronunciar nada, un poco nervioso, pero estoy segura que recuerda por todo lo que pasé desde ese día.

Después de caminar en incomodo silencio, llegamos hasta donde los soldados enemigos. Todos estaban muertos, con su cabeza dispersa en el pavimento.

¿Tu hiciste esto, Miguel?

Por supuesto que no – respondió, girando su cabeza hacia mí con rapidez-. Sabes que no asesino a nadie. Claro, intenté sacarles información, pero en cuanto los tocaba ellos reían como maníacos; su cabeza se hinchaba y después explotaban. Antes de morir, sonreían como demonios del infierno.

Qué horror.

Miguel tocaba los cadáveres con cautela, después de un rato los pateaba como si estuviera cansado de ellos. Se volteó a verme, claramente frustrado.

¿Qué estas buscando, Miguel?

No tengo idea. Algo; lo que sea para ayudarme a descubrir su origen sería muy útil.

¿Ayudarte cómo?

Y una vez más, me percaté de lo que él creía estar ocultándome con su aparente calma.

Estos malditos aparecieron de la nada. No pude predecir su llegada, y por ello uno de tus compañeros murió. Si contamos la docena del personal que venían delante de nosotros…

Tardé un poco en asimilarlo. Cuando lo hice, también lo sentí como un golpe en los pulmones.

Liberando lágrimas de los agujeros verdes que tenía en vez de ojos, Miguel dijo:

¿Cómo es posible? Escaparon del radar: de mi visión. Nunca me pasó algo así en 10 años.

Así es. El radar: la visión divina de Miguel Ángel Sereno.

Él todo lo ve.
En todo momento.
Durante las 24 horas, sin límite alguno.

¿El arma más poderosa del mundo al fin había alcanzado su límite?

FIN DE LA INTRODUCCIÓN

PARTE 1: El Sacrificio

Luego de todo este alboroto, debo dirigirme hacia la Cámara. Todavía tengo que la intención de hacerlo.

– ¿Ya te vas, Miguel? – me pregunta Sarah-. Pensé que te ibas a quedar un poco más.

– No, lo siento – contesto-, debo ingresar a la Cámara. Si no es hoy, no podrá ser otro día. Además, el Juez tiene severos problemas intestinales, y no quiero tomar más de su tiempo.

– ¿En serio? Bueno, que tengas suerte. Puedes llamarme si necesitas algo, ¿si?

– Lo haré. – Me levanto de una de las sillas en la comisaría, y le doy la mano a Sarah- Has servido a tu país de manera honorable. Ojalá nos volvamos a ver.

Ella simplemente baja la cabeza contestando que sí. Tiene un café en su mano, y está vestida con ropa informal; para alguien que ha visto a su compañero morir, está demasiado tranquila. Pero, claro, no puedo decirle eso.

Esta clase de personas son las que más me sorprenden: de pocas palabras, pero con una dureza indestructible. Además, por más que haya salvado su vida, me pregunto si es lo que ella hubiera querido. Vi cómo que sonreía mientras yo regeneraba sus órganos, tal vez estaba soñando algo con su hijo.

El celular me molesta cuando los funcionarios, empresarios, inversores, políticos me mandan mensajes al mismo tiempo. Todos quieren que les haga el favor de visualizar lo que ellos no pueden ver.

Por más que hayan pasado años desde que me revelé al mundo, muy poca gente poderosa ha entendido que no hago milagros, ni mucho menos que respondo ante sus intereses. Me importan un carajo sus metas, lo único que quisiera ver es una mejora en sus hogares, con sus familias; pero claro, eso es más difícil que soltar el dinero e irte a gastar en ti mismo.

Antes de que me olvide, debo expresar mis respetos al conductor de la lemosina. Sus hijas había salido con su esposa hace unas semanas; él se sentía sólo y, por más que tuviera mil y un chances para engañarla con otra mujer, no lo hizo aunque estuviera ebrio. ¿Debí haber salvado su vida antes que la de mis escoltas?

– Hola, noble hombre, Phil Anton. – Acaricio su rostro pálido, sin vida- Tu esposa e hijas ya se enteraron de tu muerte. Justo cuando uno creería que Michelle se alegraría, se largó a llorar e intentó suicidarse. Tomó la cuerda que ocultaba en su bolso, apartó a las niñas e intentó colgarse dentro del hotel donde iban a hospedarse. Por suerte, hice una llamada a tiempo para que la detuvieran.

Puedo ver a su esposa llorando en el suelo de la habitación. Los médicos llamaron a un psiquiatra, todos están intentando ver qué le paso y varios lo logran, pero no dejaron entrar a las niñas. Muy pronto, estoy seguro de que, si su madre se repone, olvidarán este hecho; o no…

– Michelle está gritando que no puede creer tu muerte. Te insulta e incluso golpea a los que se acercan para ayudarla. – Observo a mi costado derecho, una mujer en silla de ruedas se acercó también a la camilla de Phil; no me di cuenta que entró porque estaba… ¿desconcentrado?-. Si logras oírme desde el paraíso, que sepas esto: tu familia te amaba, a pesar de tus faltas.

– Bonito discurso, héroe- una voz femenina interrumpe mi tranquilidad.

La mujer, a pesar de estar discapacitada para caminar, tiene una poderosa presencia; no me explico porqué.

– ¿Qué desea, señorita?

– Esta morgue no me parece apropiada para una junta. – Sarcástica, apaga el micrófono en su oreja- ¿Tú no tendrías que estar ahora en la Cámara?

¿Por qué esta mujer me resulta tan familiar? ¿Por qué tiene esta presencia?


(los capítulos nuevos se irán actualizando)
Ya los publiqué en otra página, pero me dice que la URL es inválida.

¿Qué se le va a hacer?

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS