Me quedaré pensando en ti, entre los gritos,
hasta que llamen, y deba dejar mi aposento,
abandonando las páginas que he escrito,
como pinturas en el aire, y en el viento.

Y no me olvido de ti, porque aun rezando,
que mi espera sea limnoria hambrienta 
de tus besos, que tantos, sigo amando,
y fingiendo en los abismos que estás muerta.

Y no me olvido de ti aunque se atribuya,
en el último rincón atormentado del gehena,
mi perenne estado de introspección o mi condena,
y mi última esperanza disminuya.

Pues tu amor difícil que de mi mente se escabulla,
ahora que en fuego o en apocalíptica escena,
deba esperar en el fondo del gehena,
aferrándome, a la mínima, ceniza tuya.

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