Piel palida, rasgos asiáticos, ojos negros entonan con su pelo negro, cuerpo delgado y labios rojizos, decorando su rostro unas lindas pecas en sus pomulos y mejillas como si de un cielo nocturno se tratase.
Un infierno en sí mismo juntado con el edén de su suave y cálida piel.
La yema de sus dedos acariciaban el tronco del viejo árbol de roble, sus pies descalzos pisaban el suelo frío mojándose con el rocío que había en el césped.
Su torso estaba cubierto por un vestido blanco que se tambaleaba como una bandera junto a su pelo culpando al frío aire.
Después de un rato acariciando la corteza de aquel árbol salió corriendo debido a la libertad que sentía en ese momento.
Al encontrar un río de aguas transparentes en el cual se observan perfectamente los peces y plantas que habitaban sin pensarlo dos veces se tiró a nadar.
Después de salir del agua todo había cambiado, para empezar el río transparente en el que había entrado se volvió con un tono verde oscuro, apenas habían árboles en ese «bosque».
Al salir se dio cuenta de el poco oxígeno que quedaba en esas tierras las cuales parecían post apocalípticas.
Helia fue la última joven que quedó en la tierra después de una tragedia que marcaría por siempre el rumbo de la humanidad.
Helia nació por el oscuro deseo de los humanos que por desgracia hicieron del mundo un infierno, al menos para ellos ya que la tierra al fin tendría un descanso.
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