Un Rostro para la Muerte

Un Rostro para la Muerte

Daniel Rood

24/01/2022

Tres de la madrugada, el teléfono celular de Marcio Pratt no deja de sonar. El joven Artista del maquillaje como se lo conoce en su rubro no tiene dudas sobre el origen de la llamada. La funeraria para la cual trabaja requiere de sus servicios.

-Disculpa Marcio, pero te imaginaras …

-No digas más Betina, un nuevo caso especial verdad?

-tú lo has dicho…

-que fue esta vez?

…accidente de tránsito?

… violencia domestica?

-Secuestro, con el peor de los finales

-Entiendo, en unos minutos salgo para allá

-Gracias y nuevamente discúlpame por la hora.

Maquillar personas fallecidas no es tarea sencilla, pero Marcio ha logrado hacer de su oficio un verdadero arte. Él lograba abstraerse de los difíciles escenarios a los que debía enfrentarse con endereza, consciente que solo su profesionalismo podía aportar serenidad y paz eterna en aquellos rostros que debieron partir de forma tan dolorosa como traumática.

Betina apenas vio ingresar a Marcio le acerco la carpeta con los datos de Judith, la adolescente víctima del secuestro. El joven observo las fotos que la familia le hizo llegar donde se podían rescatar los rasgos más naturales de la chica, pero sin dudas las imágenes que provenían del forense fueron las que más le impactaron.

Mientras observaba el rostro plagado de señales de violencia, sin emitir palabra alguna, solo elevo su mirada hacia el cielo como intentando encontrar una explicación que justificara tales atrocidades.

Durante largas horas Marcio trabajo sobre el rostro de la chica logrando una conexión única que solo él era capaz de alcanzar.

El ceremonial de despedida dio comienzo. Tanto familiares como amigos se hacían presentes para brindarle su último adiós. Los elogios eran coincidentes, el rostro de Judith no solo presentaba sus gestos más característicos también emanaba una serenidad increíble. Hasta la misma Betina quien estaba acostumbrada apreciar el profesionalismo que Marcio exhibía en cada actuación en la que se requería de sus servicios, quedo impactada con la calidad de detalles alcanzados en el rostro de la joven.

En una esquina apartada de la sala Augusto Montes padre de Judith, observaba el féretro donde reposaba su amada hija. El dialogo que mantuvo con su pequeña cuando la llevaba a su centro de estudios horas antes de que esta desapareciera, se mantenía intacto en su mente.

Judith con su amor de hija le hizo saber que había estado averiguando sobre la pequeña marca que ella tenía en su frente desde que nació. Toda la información que había logrado recabar le indicaba que la probabilidad de ser heredada de sus progenitores era muy elevada. Al percatarse que ninguno de sus padres tenía marca alguna, su sospechan fueron en aumento hasta que no pudo contenerse más y en secreto obtuvo cabellos de ambos y los envió para su análisis de ADN.

Augusto con los ojos llenos de lágrimas le admitió que la adopción fue simplemente la forma en que ella llego a su vida, pero desde ese momento y hasta el último de sus días siempre viviría en su corazón.

Judith contuvo el llanto, mientras se fundó en un abrazo con su padre, saco de su bolso la base que utilizaba para maquillarse y procedió a taparse la marca de su frente en clara señal de dar por culminada una historia de su vida.

-Desde ahora en más dejo de existir esa marca en mi frente. Ustedes siempre fueron y serán mis padres verdaderos.

El momento de la despedida llego, Augusto obtuvo fuerzas desde sus entrañas y en forma pausada se dirigió hacia el centro de la sala para encontrarse con su hija. Se detuvo frente al cuerpo de Judith y la observo durante largos minutos, la tranquilidad que parecía reflejar calmaba en algo el dolor que le estaba atravesando su corazón. El maquillaje era perfecto sus labios parecían sonreír y sus parpados se ofrecían como guardianes de un descanso eterno. Antes de besarla, quiso tomar contacto por última vez con el secreto que lo mantendría unido para siempre con su pequeña. Con su mano suavemente deslizo hacia un costado el cabello que cubría la frente de Judith. No pudo contener las lágrimas, permaneció inmóvil durante unos minutos para luego alejarse unos pasos del féretro y con la mirada perdida tomándose el rostro abandono la sala de forma inesperada.

Poco rato después, la policía de investigación irrumpía en la sala de la funeraria. El maquillador Marcio Platt era detenido y acusado de secuestro y posterior asesinato de la joven Judith Montes.

Una orden de allanamiento librada por el juez de oficio permitió encontrar prendas de la adolescente en su casa y varias pruebas que denotaban que la joven fue retenida en cautiverio en el sótano de dicha propiedad para luego ser sometida hasta su posterior fallecimiento.

Augusto padre de Judith logro convencer al juez de que solo el sabia que su hija se había propuesto hacia pocas horas ocultar con maquillaje la marca de su frente.

El maquillador en su afán de perfeccionismo mientras la mantuvo secuestrada observo ese detalle y asumió que la joven mantenía esa práctica de ocultamiento como habitual.

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