No me despertéis todavía,

no os entrometáis en mi sueño.

Ya perdí el miedo a lo desconocido,

a la fugacidad.

Ahora soy eterno.

Os observo como muñecos que andan,

tropezándose por las paredes.

Os observo como seres rastreros,

a merced de la música de Hamelín.

No voy a seguir vuestro juego.

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