Bandoneón Arrabalero

Bandoneón Arrabalero

Gabriel Jurjevic

12/01/2022

        Mientras en el aire se escuchan las perfectas notas de un bandoneón las fachadas de los edificios del casco antiguo de la ciudad se amoldan y se conjuga la noche, el café, lo arrabalero, eso que es tan entrañable y que sucede solo en las ciudades que tienen arraigadas el tango como cultura, como forma de vida. Pero como decía Rubén Juárez “Tango, es la emoción de regresar al punto cardinal, Tango es un beso en el Anden, en la oficina, el café y tiene tango la moquete de una Mansión, así como compartir la tos en un Bulín de dos por dos”.

       Esta en todo lo que vemos del día a día, y aunque con los años se ha debilitado la llama, esta sigue tenue, pero prendida, nunca se apagó con la perdida de los más grandes artistas del género, porque como decía el Polaco Goyeneche, no se nos fueron, están entre nosotros, además que cada vez que ponemos un tema de esos autores estamos recordando y el recuerdo nunca morirá. 

        A mi este instrumento me remonta a 1928, donde se escuchaba la grabación en todas las radios de ese bandoneón arrabalero que esperaba en las puertas de un convento debajo de la luz de un farolito a ese músico melancólico, solitario que lo tomo de la calle, lo acuno y transmitió lo que no podía hacer con su voz con cada nota de ese viejo fuelle. Como aquel niño que con ansias y emoción adoptaba a su primera mascota, es ese encuentro que no olvidara jamás. 

      Uno no puede saber la conexión que tiene cada músico con su instrumento, pero siempre sospeche que es algo imposible de transmitir, algo que solamente lo entiendo la persona que siente el instrumento pero no puede explicarlo, debe ir más allá de la melodía que emana al apretar cada tecla, debe ser intangible y por ende inexplicable. Pero creo que cuando el músico logra esa conexión cada nota llega a acariciarte el alma, en ese momento se puede llegar a decir que se está ante un virtuoso, ante un gran artista y somos muy afortunados de poder oírlos sin importar los años que pasen.

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