Carta para ti, mi único girasol

Hola, ¿Aún me recuerdas? Desde la última vez que te escribí no he sido capaz de ponerte en segundo plano, no he sido capaz de olvidarme ni un solo día de ti. 

Que ingenua era pensando que iba a ser tan fácil olvidarme de ti, que tonta he sido decidiendo que lo mejor era olvidarme de ti; de la única persona a la que he admirado y por la única persona que a pesar de haber pasado ya años y años aun sigo llorando desconsoladamente. Hoy venía a pedirte perdón, perdona por pensar que eso era lo mejor para las dos, ahora sé que no era lo mejor para mi, que lo mejor para mi es vivir contigo en mi recuerdo. 

Quiero seguir llorando de vez en cuando por ti porque eso significa que sigues viva en mi, que tu recuerdo no se ha esfumado y que te sigo queriendo como el primer día. Quiero seguir contándote cada noche mi día. Quiero seguir llorando mirando las estrellas imaginándome que eres tu mirándome desde algún lado. Quiero que sigas siendo tu la persona a la que acuda cuando algo me ha ocurrido. Quiero seguir dedicando todos tus cumpleaños contigo y todas las Semanas Santas a ti. Quiero que nunca me abandones porque sin ti estoy a mitad y contigo me siento completa.

Ya no lloro casi escribiéndote esto, quizá sea porque de una forma u otra haya asimilado la realidad y haya admitido que realmente no te voy a volver a ver, que solo vas a estar en mi corazón.

Veo la vida de forma distinta ahora.

Dejo que vuelves todo lo alto que quieras, no te quiero dejar encerrada en mi ni mucho menos que no descanses como te mereces. Quiero que seas la estrella que más brille por las noches, quiero que seas ese atardecer que fotografíe porque está precioso. Quiero que seas tu lo que sienta cuando entro a tu Iglesia. 

¿Recuerdas cuando dijimos que para siempre? Más vale tarde que nunca, perdona mis tontadas y ni lo dudes: siempre es para siempre.

No te vayas por favor. Te adoro de verdad.