Converso con personas a diario…me canso.
Duermo. vuelvo a vivir en un Jardín que me mantiene allí gracias a su laberinto.
Corro… me vuelvo a cansar.
Descanso pero esta vez sin retroceder. Mi respiración es pesada por tantos intentos. sigo avanzando, pero me ayo en un callejón hermoso por sus matices de verdes pero sofocante por ser… callejón.
Desperté.
No puede ser, volví a cansarme de intentar salir del Jardín. Aquí vuelvo otra vez, caminando he intentando comprender porque solo yo. Mas nadie.
Solo yo quiero salir a la pradera que jamas he sentido. un minuto… tal vez, solo tal vez no la aya sentido pero si la he visto. cada vez que mi cuerpo se cansa.
cada vez que mis ojos descansan. en ese cada vez, mi alma se traslada al mas allá del Jardín.
aquí voy caminando por un angosto camino de bellos colores, pero mi vista pide mas y mi corazón sabe que hay mas que un marrón suelo, un verde en diferentes tonos por hojas y un azul cielo.
de espacio, de espacio. mi corazón se acelero al ver con mis ojos chillantes una salida o posible entrada, por lo cual apresuro mis pies mis dedos se abrazan entre si por la increíble sensación que manda mi corazón al cerebro que ve todo el panorama y que al mismo tiempo envía a mensajeros Neu a recorrer todo mi cuerpo con tan Hermosa noticia.
un minuto…
«Hola Jhon.» ——- saludo al chico pálido que nunca antes había visto fuera de la cueva de ramas secas —–
«¿A donde vas?» —- me pregunta mientras suavemente voltea esos ojos desilusionado para ver la ruta que llevo —-
«¿no pensaras irte ?» —- segunda pregunta. —–
solo digo dentro de mi:
«debes salir de aquí y ver que mas ahí para admirar»
pero mientras mi corazón mecanografía esas palabras de tinta Roja, mi mano toca mi rostro para tomar las gotas de impotencia que brotan de mis ojos al desviar su enfoque de salida primordial y estar viendo a un indigente vegetal.
lloro. ¿nadie?.. de verdad. si, crudo pero es así.
Nadie me consuela. mis latidos se aceleran ya que mi cuerpo anhela salir del Jardín, pero mis labios solo responden después de un suspiro:
«Lo intente» —- mientras mi otra mano ayuda a su hermanita que ya esta empapada de lagrimas. —-
Ya el sol no lo percibe mi piel. mis vellos despiertan aquella sensación que me me dice vuelve a casa.
Volví otra vez… desperté en mi habitación y solo me queda esperar.
me estoy cepillando. y mientras me cepillo pienso en lo conversado anoche (lo cual en mi escrito obvie). mientras pienso me veo en el cristal que esta en frente de mi y refleja superficialmente como soy. Mas nunca dirá quien soy.
se desenfoca mi mirada la cual estaba puesta en mi rostro, necesitaba algo nuevo lo cual estaba muy pronto ha hacerlo. Mientras me terminaba de lavar la cara con suficiente agua para tratar de volver al enfoque de mi vista, paso lo inesperado por mi y por el espejo.
mientras me secaba suavemente el rostro con la ayuda de mis dedos en la toalla frotaba mi cabello cayo una gota en el suelo, al mirar, brillo y pude ver aun de mas cerca que en la estática columna que sostiene el lava manos había estado incrustada una llave en su cuerpo. Rápidamente subo a la cocina. busco y busco.
«¿Donde esta?«– pienso mientras regó toda la cocina–
Mi vecino esta discutiendo. su esposa también hace oír su voz. ¿que les pasa?. «si va» con voz quebrada dice mi vecino Biposer, el cual con pasos muy bien marcados en el piso de madera comienza a bajar por sus escaleras y lo veo desde mi ventana de la cocina que sale por la puerta trasera y mira al cielo con semblante sofocado.
no se que hacer. me he quedado paralizado. me esta viendo fijamente. su mirada es penetrante tanto así que no puedo evitar el quedarme estático y con mi mirada controlada por la de el.
«¡Biposer..!» — le grita su esposa desde el segundo piso–
me sonríe. su ojo izquierdo suavemente se cierra mientras se coordina con los labios que están siendo abrazados por los dientes dando una sensación en mi que me eriza los vellos de la piel. Rápidamente mi mano reacciona y toma con fuerza la cortina de diseño de flores color lila y hace tapar la visibilidad de el rostro de mi vecino. me siento en el suelo. me pregunto: ¿que me paso?. comienzo a reírme sin control. tengo un choque de emociones. manos temblorosas, sonrisa espontanea, ganas de saltar. salgo rápidamente de la cocina y subo a mi habitación y con todo mi impulso me subo a la cama y comienzo a saltar mientras no paro de reírme.
desperté en el suelo. mi cama desentendida. mi sabana en el suelo conmigo. me levanto y comienzo a organizar mi habitación mientras recuerdo lo que paso ayer, sonrió pero sigo organizando. Bajo a la cocina, limpio el desastre de la cena temprana que tuve el día anterior (solo fueron cake´s pero no pareciera). termino de bajar y saco la basura de toda la casa. raramente la saco al mismo tiempo que mis otros vecinos ya que siempre soy el ultimo en hacerlo pero ese día fue diferente.
«Buenos días Jhon» — me saluda Biposer con su pijama azul marino–
«Buenos días vecino» — le respondo de manera inmediata–
«Creo que ha escuchado la discusión de ayer con mi esposa, aun que yo le llamo libertad al hablar. ¿ no cree usted?» — me comenta mientras apoya sus manos y cuerpo en la cerca de división–
«Bueno realmente no escuche casi nada, solo escuche que usted decía: ´si va´pero hasta allí» — respondo con ganas de preguntar acerca de el guiño de ojo–
sonríe mi vecino mientras pasa su mano por su rostro. se da la media vuelta y mientra lo hace me hace una invitación la cual no logro escuchar y pido me la repita otra vez. antes de entrar a su casa me mira tan cálidamente y con un gesto grato me invita a su casa a conversar.
«Vale, esta bien. a las 2:30 te parece bien?» — pregunto con ganas de acelerar el tiempo–
«esta bien, que sea a las 2:30 entonces…» — confirma entrando a su casa–
vuelvo al espejo de mi baño, el cual ahora que lo pienso es un poco pequeño pero aun así me gusta y sigo detallando mi barba con la navaja . falta solo 15 minutos para la hora acordada. tengo algo de nervios pero me logro controlar y salgo rumbo a la casa de Biposer para que logre tener una visión de mi de puntualidad.
Toco la puerta… no se oye nada. después de tres minutos los cuales fueron eternidad para mi, abre la puerta y me abraza diciéndome: «me alegra que vinieras». Es un poco extraño que me hubiese abrazado (pienso) ya que antes ni gesto de cariño mostró, solo aquella vez extraña que lo vi en el patio desde mi ventana. mientras camino por el pasillo el siendo buen guía me va relatando breves historias de las fotos en marcos que voy observando a medida que camino.
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