La noche se llena de soledad y más cuando no hay estrellas que iluminen mi ventana, ese cuarto vacío y triste que se inunda de lágrimas.
La desesperación es el postre, la estocada final de la madrugada y la cereza que endulza la tarde de alguien.
Ese hilo no se rompe por más tristeza que tenga el alma, me gusta, me gusta que siga con la misma fuerza, con intensidad y aunque me pierda en pensamientos, finalmente llega el sueño y se apodera, ese trance podría decirse que es placentero porque el cuerpo solo respira y la mente sueña, llega la mañana y los latidos se aceleran, es insoportable quedarse un segundo más en cama, comienza el día, empieza la ruleta, qué me espera?…
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