Todo se veía como un matorral de penas y angustias. Con la mirada fija y el cabello caído se refleja el aburrimiento a la vida; nada tiene sentido, ni la misma respiración. Los estudios terminaron y ya no existe responsabilidad alguna ni “despiértate temprano para ir a la universidad”. Sin embargo, llego la gran responsabilidad de trabajar tiempo completo, en otras palabras, trabajar toda la semana y firmar un contrato de esclavitud. Algunas veces se preguntaba si la vida sería tan rutinario y apática. El ejército no había satisfecho su necesidad de elevar su ego, tomar un fusil y disparar fue un “pom” y un “ag” a su miseria vida, todos los días cargar un fusil sin municiones fue el motivo por el cual aún sigue vivo. Ser uno de los más movidos e introvertidos le dio la fama de “amigo de todos”. No le gustaba que nadie lo toque.

Tantos años viviendo con mujeres que ya había asimilado el mundo femenino. Ya es enero y las ofertas de trabajo están muy numerosas, pero las remuneraciones son muy negativas. El trabajo anterior lo extrañaba, pero ¿Por qué no regresar allí? La respuesta era simple: había quebrado la entidad. Bueno, nada es perpetuo, todo está en constante cambio.

En día en que Bonaparte se autocorona emperador de Francia y se inicia su legado, esa misma fecha también se inicia la desventura vida de Lundi (en español se pronunciaría Landi).

Los llantos del bebe recién nacido se van escuchando cada vez más fuerte, la madre solloza y el miserable padre mira a su unigénito con insatisfacción. Durante el embarazo, la madre estaba sometida a los maltratos del padre; en una ocasión trajeron a casa a una pequeña perrita preñada, su pelaje era blanco y brillante, algo ondulado era muy juguetona. La madre salió por un momento a la calle infestada de gente, el padre, todo autoritario, se quedó tirado en el sofá, la perrita haca ruido, pero nadie le hacía caso, pocos minutos después se escuchó un ruido, provenía de la cocina. El rostro del padre irradiaba odio, la perrita había roto un plato de comer, pobre de ella; aquel hombre era el mismo Mefistófeles. Se acercó a ella sin piedad le dio una patada. Ella se escapó hacia el deposito, sin ninguna compasión la acorralo, la pateo y pateo en todo el cuerpo. La pobre mascota no se movió, con una sonrisa de satisfacción se retiró el tipo. Llego la madre y se asombró de la ausencia de la perrita, pero no se atrevió a preguntarle a su verdugo. Al día siguiente, ella se asomó al depósito. Gran sorpresa se dio, el cuerpo de la perrita estaba frio, las lágrimas fluían por las mejillas de la madre; a su alrededor había sangre, la perrita iba a ser madre, al igual que ella.

Todo el embarazo fue frustrante, tenía algunos antojos y nunca los satisfacía; la economía y la humanidad del padre eran escazas. Llego el día del alumbramiento. A las ocho de la mañana se habían manifestado los dolores, el hombre no se había emocionado y la mujer sí. Ella trato de dejar todo en orden, cocinar algo para su esposo y limpiar el hogar. Pasaron las horas y los dolores fueron más intensos.

La mujer, al mediodía, sale al encuentro de su esposo a pedirle que la lleve al hospital. El parto esta próximo, pero el con una furia incomprensible, le empieza a reprochar sobre su demora:

Desde las ocho de la mañana te estoy esperando para ir al hospital. Que te has creído, eres una mujer…

Los insultos eran interminables, ella ya no soportaba los dolores de parto. Unos minutos después, el tipo detuvo un taxi y con unos insultos más le hizo subir al vehículo.

Las colinas se ponen opacas, los animales tiemblan y el aire es muy gélido. La mujer solloza con las contracciones del parto, el esposo es muy indiferente, las enfermas ignoran los gritos. Con mucha dificultad nace, es un varón.

Señor, es un varón, puede cargarlo.

Déjalo en la cama.

La enfermera deja al bebe en la cabecera de la cama y se retira. L compañera de habitación ve todo eso, pero no puede hacer nada; la cirugía que le hicieron fue muy delicada. La madre llega inconsciente, el niño no llora.

Nadie pasa por las habitaciones, solo una enfermera trajo un vaso con agua. Ese gesto posiblemente fue por humanidad. Al día siguiente, cada una se retira a su casa. La mujer que vio todo eso amanece muerta. Durante toda la noche ella se levantó; el esfuerzo hizo que los puntos se rompieran, todas sus entrañas se desubicaron, provocando la instantánea muerte.

Con reproches y desventajas, el niño creció, en la escuela todo iba bien, con tal solo ver un ejercicio de matemática podía comprender todo, la profesora estaba como adorno a su lado. Los años pasan y todo cambia. Pero el sigue siendo pasivo, hay algo extraño en su forma de ser. Socializa poco con los demás, pero eso a su madre no le importa, está orgullosa por su hijo inteligente.

Se acaban los estudios básicos y todo sigue siendo igual para él, debe de estudiar alguna profesión, la madre sabe que muy pronto lo lograra, aunque el padre es muy cretino, siempre fue un brusco con su descendencia. En una ocasión cuando era niño lo tomo de cabellos y lo alzo al aire, dándole patadas. El pobre sollozaba al igual que la madre. Las correas siempre fueron pan de cada día.


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