El silencio se ocultó repleto de vacíos,

acostumbrado a callar su vocabulario adjunto,  

dejaba solo escuchar los gemidos de lamentos caducados,

casi a punto de estallar. 

Encerrada en incertidumbres antiguas, 
la voz habló con su propia voz.

Iba sangrando sonidos sin calibrar,

todavía nuevos, difíciles de conocer.

Nunca había existido por si misma, 

siempre fue un simple rumor,

creado para pedir abrigo y perdón.

Los brazos colgados de los hombros,

las piernas casi del ombligo,

como péndulos haciendo acrobacias,

se fueron huyendo con ella en cuanto dejó de llover.

Se fueron zarandeando, dejando detrás los costados de un cuerpo envejecido,

que se parecía al mío.

¡Vengan señores otra vez!,

Aún hay tiempo para intuir renglones,

para regatear más vidas.

Todas huyeron del filo de mi supervivencia,

todas casi o permanentemente heridas,

todas mis inquilinas juntas,

todas se fueron marchando, y yo aún sin darme cuenta.

Voy a ir hasta lo más antiguo, a ver si moviendo una pieza,

tal vez, quien quita que termine con otro acabar desigual.

Yo solamente quiero que regresen.

¡Escuchen señores, solo una vez más!

y juro ante los que lean, que haré,

cuando regresen y se coloquen en sus antiguos sitios, 

aburridos y sin clemencia,

 como si nunca hubiese pasado nada,

como si nunca hubiera pasado tanto
como si no fuera casi el final …


 

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS