Yo sabía que dentro de poco me olvidarias. Ahora emerge en mi, una entrañable salida a este callejón del cual tú me dirigiste. Son noches, lo sé, precisas las que he buscado un hilo de luz para salir del naufragio. Pero he caído derrotado. Como todo hombre ante la espada del amor. Sabía que esté amor, del cual tú me sentenciaste a vivir encontraría una promesa posible de un perdón, no busco el tuyo, si no el de Dios. Ante el me arrodillo suplicando que termine este lamento que no calla en el corazón. Estás horas en las que me ahogo en el licor, son testimonios vivos que me dejó los escombros de tu amor. Nunca creí, creme, dejar de pensar en el tormento que tus labios me dejó. Es hermoso decir que el amor que tú me diste, no fue un comienzo si no un final que yo lamento en la última morada de mi alma devastada por tu amor.
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