Abrias las cortinas con una ceremonia sin juicio, abrias las cortinas pero más tu alma al día. Encendías tus pasos al llegar a la cocina, donde te esperaban las esencias de una mujer de casa. No podrás imaginar que la vida es un aroma perdido en la cocina. Que extraño es mirarte hoy envuelta en una estrella dividida. Anoche soñabas el sol y la caricia del aire en tu alma. Dios en su difusa lámpara, te acompaña en cada momento que vives. Duerme el paisaje, la calida brisa de tu esperanza. Eres dueña de todo lo que abrazas con el calor de tus brazos. Y escapas de tu agonía apagada, para encontrar los amores de tu vida que no sabrán mirarte perdida.
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