Su sonrisa tenía la fuerza de una caricia celestial.
Sus ojos reflejaban lo infinito del amor y la abundancia.
Su risa dibujaba una sinfonía de colores en el ambiente.
Todo era magia su lado.
Caminaba por la vida como si ni idea tuviera del impacto de su andar en el alma de la gente.
Sonreía
y lograba urgar en lo más íntimo de mi tristeza.
Me miraba,
Y podía jurar que a través de sus pupilas era capaz de ver la pureza de su alma.
Se reía, y le declaraba la legítima cura a todos mis males.
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