Si te miro con un cristal diferente.

He pasado mucho tiempo mirándote, tanto, que no podría reducirlo a lo que el reloj marca. Sin embargo, han sido pocas las ocasiones que he logrado mirarte con un cristal diferente. Acá, atrape una de esas ocasiones y encontré que; te quedaste con el corazón suspendido en el tiempo. Con la sensación de poder encarnar todos y cada uno de los sueños que tenías antes del caos. 

Podría asegurar que, cuando cierras los ojos, recreas una y otra vez alguna escena de realismo mágico; un olor hogareño atisba tu nariz y tu corazón salta de felicidad porque un pequeño rostro, infantil, es el vivo reflejo del amor que exhalabas. 

Al abrir los ojos, encuentras; lo que pudo ser y no fue, lo que pudiste hacer y no hiciste. Pero, sobre todo, lo que pudiste no hacer y finalmente hiciste. Ahora, te sientes atrapado en el presente con un profundo deseo del expió de tus pecados, con el sentimiento de culpa mirándote de frente cada vez que levantas un poco la vista en el espejo. 

Has entendido que el tiempo nunca se detiene, pero creaste un bucle para guardar tu corazón, no tienes intenciones de sacarlo. Ya no cuentas horas, mucho menos minutos, te dedicas a existir, y si una galaxia intenta acercarse demasiado, lo primero que logra respirar es tu resignación.