Parece mi poesía,

una lágrima al azar,

mis mejillas brisa fresca

y mi llanto azul y sal.


Una hojarasca perdida

se confundió de diciembre,

salta en secreto del árbol,

la acoge mi pecho verde.


Es escombros de sirena,

teñidas de rojo intenso,
quedan guardadas por piedras,

sus escamas plata y truenos.


Roca del mar, mansedumbre.

Resbaladiza cubierta.

Bengalas son las erratas,

que no logran abatirme.


“Cuando mi cuerpo amanece”,

me parece que es ajeno,

salta la lágrima mía,

tal parece que es de acero.


Es tan bella tu sonrisa,

Es una cinta que vuela,

Para poder dibujarla

Faltarían acuarelas.

Se apartaron las montañas,

Escondió la lluvia un duende,

¿quién dijo que fuera un lago?,

es sólo un espejo verde.

Mi llanto por un error,

se ha equivocado de octubre,

me penetran dos temblores,

mi felicidad no se esconde.


Siguen trinando en mi pecho,

conciertos de violonchelos,

rozar de cuerdas ariscas,

se vuelven versos primero.


Cuando muera de verdad,

que tenga la jaula abierta

que se llene de gorriones

y palomas pordioseras.



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