Una tragedia silenciada, la primera parte de mi libro…

Una tragedia silenciada, la primera parte de mi libro…

dawn hill

24/11/2021

De repente, ¡¡¡despertó! Allí estaba ella, acurrucada en su cama, ladeada moviendo la cabeza de un lado a otro, sintiendo que su mundo se caía a pedazos, que todo lo que tenía, se iba destruyendo poco a poco.

Siempre que despertaba, creía que no merecía hacerlo, que no tenía sentido porque su mundo desaparecía, las lágrimas eran cada vez más constantes, la soledad y su casa se apoderaban de ella a cada instante, todos los días, segundo a segundo y minuto a minuto, en esa cárcel involuntaria o, ¿era voluntaria? Ni ella lo sabía, sólo quería irse a otro mundo, a otro universo dónde todo fuera distinto.

Una vez más, al despertar se desahogaba, no con un diario ni con un amigo de esos, que muchos tienen, ella estaba sola, totalmente sola. Era prisionera de su casa, no podía salir, no la dejaban, pués estaba totalmente vigilada por todos que la mirarían con asco, de hacerlo, y, sin tener opción, hablaba con su única compañía; una pared en esa pequeña casa, que tenía.

Ella sólo limpiaba y limpiaba para protegerse de un monstruo, de un lobo feroz que la corroía a ella, y a todo el mundo restante, con su mala voluntad, un monstruo invisible, porque no tenía pinta de tal ni se manifestaba, ni se veía, era prácticamente imperceptible.

Un día tomo una decisión, que fue hablar con su pared y decirle la realidad de su parecer, contarle a su única compañía, la verdadera historia que la destruía día tras día.

– Buenas tardes, o noches, o días. Ya no lo tengo claro, querida pared. ¿Sabes? En otra época, me hubiera sentido la persona más estúpida del mundo al hablarle, pero ahora, creo que es lo mejor que podría hacer para no enloquecer. Ya son muchos días y muchas semanas aquí. – se echaba las manos a la cabeza, desesperada- No, no puedo aguantarlo más, ¡necesito decirle a alguien la realidad de cómo me siento, y, todo lo que me está pasando. Intentare imaginar que me respondes y que me dices eso, que tanto detesto escuchar o, no sé, eso que tanto quiero, ¡ya ni lo sé!

Se puso en frente de la pared, en una esquina, simulando estar castigada y comienza a explicárselo todo con lujo de detalles, ya que no tenía a quién más decírselo…

– Bien. Intentaré comenzar por el principio, creo. Hace ya más de un año que llegó un virus. Un virus casi invisible, que ni yo misma me creía que existiera. Nos dijeron que podríamos salir sin problema y, de repente, un día nos mandaron a todos estar en casa para “combatirlo”, no sufrirlo, el caos era terrible y todos decían que pasaría, que, en una o dos semanas, se iría. Yo estaba ilusionadísima porque no creía que fuera para tanto hasta que empezaron a llegar, todas esas noticias- se pone muy nerviosa- de la forma de destruirlo, de, de la forma de poder salvar vidas y todas esas personas, tanto mayores cómo jóvenes, que morían. Yo, yo estúpidamente creí que a mí no me tocaría.

– ¿Cómo cuándo se habla de la muerta, que es algo inevitable y crees que no vas a pasar por ello? – le preguntó la pared, como producto de su imaginación. – ¿Creías que era evitable?

Abre los ojos como platos, y se da cuenta de cuál es la realidad, que siempre pensaba que a ella no le tocaría, que eso no llegaría junto a ella ni junto a él…

– ¿Él? ¿Quién es él?

– “¿Él? ¿Qué quién era él?- se preguntaba ella- Él era el príncipe de mis sueños, él era mi vida, él era la persona que más quería en el mundo, pero no, no puedo decirlo todavía, es demasiado doloroso hablarlo”- interrumpió sus pensamientos, para poder contestarle a su querida amiga, mirando hacia abajo con desgana, continua hablando- Que más dará ahora, si no se puede hacer nada.- mueve la cabeza de lado a lado- Pero lo importante, es contarte todo desde el principio, ¿no crees?

Sí, es lo más sensato- respondió la pared

Tras escuchar todas esas noticias, los días se fueron alargando, como si de un partido de fútbol se tratase, todo el rato con lo mismo, las mismas noticias, los mismos datos, las mismas estadísticas, las mismas gráficas,pero,bueno, todo lo mismo, no porque el virus matara a gente de manera prácticamente inmediata, sino porque los infectados aumentaban y la, ya considerada pandemia mundial, se extendía alrededor del mundo, con más fuerza, más veloz, más brutal y, yo, pese a todo, seguía sin creérmelo. Era un virus curiosamente selectivo, ¿cómo podría hacer caso a algo tan extraño? Yo creía, querida amiga, seguía creyendo que a mí no me iba a tocar, que todo esto no era más que una broma de mal gusto, que no le iba a pasar nada.

Pasarle nada, ¿a quién? ¿Creías ser inmune?

Sus pupilas se dilataban.

– ¡A él, pero aún no quiero hablar de eso, no puedo con el cargo de conciencia! El caso, es que muchas veces, no encendía el televisor y me dedicaba a aprender cosas, a hacer nuevas recetas de cocina, no tenía un plan claro para cada día, cómo decían los expertos de salud, que era necesario tener. Yo, pensaba que todo iba a pasar y que pasara lo que pasara, a mí no me iba a tocar.

– Entiendo…Continua

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