Era el día. Parecía extraño, caminaba con los audífonos cubriendo mis orejas y parte de mi cabeza, con el viento dándome en la cara revolviendo mi cabello de una manera terrible, el olor a naturaleza inundaba mis sentidos. Parecía extraño pero era real, había pasado años imaginando como seria llegar aquí, como sería el momento en el que me sintiera libre y pudiera gritar como loca sin que nadie me viera en ese lugar.
Parecía que de verdad soñaba, seguía sin creerlo, todo mi esfuerzo, el sufrimiento que pase y las veces que soñé, valieron la pena, porque ahora estaba aquí, llegue al lugar de mis sueños, el lugar que creí jamás pisar, ahora sería como un hogar. No, no quería decir que estar aquí significaba que olvidaría la vida que durante dieciocho años odie, significa que ahora comenzaba a vivir como lo desee.
Mi familia seguía siendo parte de mi vida, pero ya no sería como antes, ya no estaríamos juntos, pero aun así había un lazo que unía a cada integrante, había algo que a pesar de la distancia, el país, la hora, nos seguía uniendo como cuando vivíamos todos juntos en aquella casa. La casa, en la que al igual que mi familia, sufrí, pase los mejores días de mi vida y los días más insignificantes y comunes de esta misma.
Parecía que desde siempre quise salir de mi casa, de mi país, del lugar en el que mi familia y yo vivíamos. La sonrisa tan enorme que tenía en este momento en el rostro delataba lo que sentía en ese momento, felicidad, paz, libertad. Ahora mismo entendía todas las canciones, películas y libros que a lo largo de mi existencia leí y escuche, que hablaban sobre que se sentía correr y que nada más existiera, solo tú y la brisa que chocaba contra tu cuerpo.
Aún recuerdo el momento en el que escuche aquella canción, la que me hizo sonreír después del peor día de mi vida, la canción que me hizo saber que estar aquí seria mi salvación, que respirar este aire seria lo único que tal vez arreglaría un poco de todo lo malo que me pasaba aunque fuese por solo unos escasos segundos.
Entonces me di cuenta del tiempo, la vida no la tenía comprada, en algún momento moriría y esto se terminaría, sabía que terminaría sin vida en algún momento, en algún lugar, y que yo no podía elegir el lugar en el que morir, que no podía escoger como morir ni tampoco quien estaría a mi lado cuando esto pasase y el ultimo respiro saliera de mí.
Por qué el tiempo no se recupera, porque había perdido dieciocho años encerrada en las paredes de mi ciudad, de mi casa y de la sociedad. Dieciocho años me tomo darme cuenta de que esto, que cada minuto y cada segundo cuentan, que dependemos del tiempo, que el tiempo es nuestro único problema porque es algo de lo que no podemos escapar, algo que nadie puede sobornar para que nos deje tranquilos, algo imposible de detener.
Volví a mí, y vi el agua moverse, las hojas caer y los pájaros cantar, lo había encontrado. Ahí estaba mi esencia, mi futuro, me había encontrado y no me arrepentía de haberlo hecho tan lejos, no me arrepentía de estar ahí y jamás lo haría, ni siquiera me importaba que el idioma que se hablase ahí no fuese el mío, tampoco me importaba saber que moriría y no sería ahí, que tampoco conocería a el amor de mi vida ahí, porque yo ya me había rendido en el amor, ninguna decepción participo en mi rendición, fui yo la que se dio cuenta de que al final del día y de mi vida viviría para mí, que la única persona incondicional, la que soportaría mis lágrimas y compartiría mis logros y sonrisas, seria yo y siempre yo, aunque me rodearan miles de personas, las noches se basarían en escucharme solo a mí misma, en paz y soledad.
Y la vi a ella, a la chica que después de esa sonrisa gigante comenzaba a llorar, lloraba porque lo había logrado, porque si, era yo, las lágrimas que derramo alguna vez de dolor, ahora eran derramadas por saber que sería feliz, que sin importar las complicaciones que pudiera tener, sería feliz
Porque para ella Malibú no era un lugar más para visitar, era el lugar que había soñado por años, la paz que se le había prohibido la mayor parte de su vida, y por qué era el lugar con el que ella se identificaría toda su vida, porque era tranquilo, albergaba miles de vidas en ese lugar lleno de árboles, colores y diferentes tonos de verde, porque ella era como el interior de esa pequeña parte de aquel lugar, también deseaba volar como todas aquellas aves, porque al igual que aquellas aves había encontrado su hogar entre árboles y agua, entre tonos verdes y naranjas, entre montañas lejanas y llanuras, entre amaneceres naranjas y noches estrelladas.
Ahora sabía que tenía un lugar donde saberse viva, donde encontrase cuando se perdiese entre sus problemas, donde gritar cuando no pudiera con ella, donde llorar cuando no fuese suficiente para sí misma, donde ir cuando estuviera feliz y necesitara expresarlo. Por qué ahora un segundo ahí, la hacía feliz.
Y justo ahí fue cuando desee que el tiempo se compadeciera de mi, que viera la felicidad en mis ojos y escuchase el fuerte palpitar de mi corazón y se detuviese, me congelase en ese momento, cuando todo a mi alrededor brillaba, cuando la suerte comenzaba a quererme y la lluvia comenzaba a caer, porque no quería que nada de esto acabase, porque era hermoso.
En ese instante quise gritarle al mundo que lo había logrado, que era libre y la vida me sonreía, era maravilloso todo, incluso sentir mi cabello esponjarse por la humedad, sentir tanto frío por tener la ropa completamente mojada no era un problema, porque la lluvia se llevo mis lágrimas y me devolvió la sonrisa, y aunque el cielo claro se había nublado seguía siendo perfecto.
Ahora entendía a la gente que decía que la naturaleza era la belleza en persona, que incluso un cielo oscuro era bello, entendí por que decían que las cosas mas sombrías como la soledad y la oscuridad también eran hermosas, y que aunque vivir en la tierra fuese difícil, era maravilloso poder disfrutar cada paisaje de esta.
Porque la vida no empieza cuando naces, empieza cuando te encuentras a ti mismo, y que no importa si el amor de tu vida es un chico o una chica igual que tu, no importa si tu religión es otra, si tu país esta lejos o al otro lado del mundo del lugar que quieres conocer, tampoco importa la edad que tengas, la enfermedad que padezcas o quien seas, lo único que importa en realidad es que sientes, y que así puedes disfrutar del suspiro que es tu vida.
Podría relatar en miles de palabras, mostrar con miles de imágenes y demostrar con millones de sonrisas lo que siento, pero aún así no seria suficiente, porque si lo hiciera jamas acabaría de hablar, de escribir, llenaría miles de álbumes enteros de fotografías preciosas y molestaría a todo el mundo con la sonrisa inmensa que mi rostro mostraría. Pero de eso no se trata la felicidad, porque esta se basa en disfrutar y venerar cada uno de los momentos que vives, porque lo repito, el tiempo no vuelve y los momentos no se repiten, se quedan solo en tu memoria, como bolas de cristal que proteges con el alma y amas con el corazón hasta el final.
Porque la vida es un instante y tu solo una gota mas de pintura en este gran lienzo. El destino te da opciones, tu elijes; el tiempo es tuyo, tu lo Aprovechas; la vida es una y esta se acaba.
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